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Soy un coleccionista de fracasos

Ya van diez días de julio. Parece que hubieran pasado cincuenta. Idas y venidas, emociones, presencias... Lo peor es que cuando hayan pasado cincuenta me parecerá que van diez días de vacaciones. No es fácil estar contento con lo que se tiene. Del Mundial de fútbol me quedo con una frase del entrenador chileno, Marcelo Bielsa, que se autodefine así: Soy un coleccionista de fracasos. No creo que sea una idea muy original, pero sí es hermosa. Me gusta el fútbol y, de hecho, juego al fútbol un día a la semana, pero me parece patético todo lo que se ha montado alrededor de los partidos. La gente celebrando triunfos como si fueran lo más importante sobre la tierra. Parece que ya no hay crisis ni otros problemas en España. Me gusta el fútbol pero no quiero que me confundan con ese bando de descerebrados. Aunque sí me ha caído bien Bielsa. Yo también soy un coleccionista de fracasos. Estos días he leído la última antología de Luis Antonio de Villena. Los autores que me interesen son los menos. La mayoría son más bien malos. Leo en el blog de Martín López Vega algo que escribe sobre la poesía joven actual. Hay párrafos que me gustan: Alguna vez se ha dicho que hemos sido la primera generación que ha leído mucha poesía extranjera, pero no creo que eso sea cierto. Yo tampoco. Una vez escribí que fueron los novísimos. Y uno de ellos me convenció de que lo fue la generación del cincuenta. Y luego la del veintisiete. Y la del noventa y ocho. Todas las generaciones tienen sus teóricos. La actual aún no. Quizás el propio López Vega podría haberlo sido, pero sus publicaciones en este sentido son ya demasiado esporádicas. Cuando hablo de críticos hablo en serio, no de Vicente Luis Mora ni bromas semejantes. Continúo leyendo el artículo. A veces oye uno estupideces del tipo "para mí ha sido tan importante Bob Dylan como Quevedo". Bien, si quien dice eso se refiere a su vida, es correcto, pero si sus poemas se parecen más a las letras de Dylan que a los poemas de Quevedo, no me interesa nada, a no ser que les ponga también una música como la de Dylan, y entonces me interesará, pero como cantante, no como poeta. Yo ahí también coincido. Me encanta la música. Vivo la música. Pero es que yo ni siquiera presto demasiada atención a las letras. O sí, pero la música está ante todo. Me gusta Nacho Vegas y tengo todos sus discos, pero me compré un librito que editó Acuarela con sus textos y terminé no sé si tirándolo o regalándolo. Pero viviendo en Sevilla es mucho más interesante el siguiente párrafo: Ahora también está muy de moda el elemento performativo, que también es interesante, pero es otra cosa. Una vez en Barcelona "actué" con otro poeta que llegó y dijo: "Iba a leer un poema, pero he pensado que mejor me lo voy a comer". Me hizo algo de gracia, pero no nos dedicamos a lo mismo. Yo quiero hacer lo mismo que Auden y él, lo mismo que Fofito. En Sevilla hay un grupo cuyas cabezas visibles me recuerdan más a Tip y Coll. Y que conste que a mí me gustaron mucho los dos cómicos, mucho más que Fofito. Pero para ir a un espectáculo de estos señores tienes que estar vacunado contra todo espíritu crítico y pensar sólo en pasarlo bien y tomarte algo. Si no escuchas los poemas, mejor. Habrá que proponerles que se los coman. Igual les hace gracia la idea y salimos todos ganando. Noto cierta tristeza y resignación en López Vega por no aparecer en la antología. Al fin y al cabo él es de los que suele aparecer habitualmente. Pronto aparecerá en Clarín lo que yo pienso sobre la antología. Ahora estoy leyendo Del lado del amor, la poesía completa de uno de los poetas que más me interesan, Juan Antonio González Iglesias, que sí aparece. Ya les seguiré contando. Mientras tanto, continuaré coleccionando fracasos.
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MANUEL RUBIALES REQUEJO
MANUEL RUBIALES REQUEJO dice:
11/07/2010 02:37

Bueno, no estoy del todo de acuerdo, creo que la poesía actual ha bebido, y bebe, y mucho, de la música, (incluso del cine, o de la televisión, mal que pese), a mi si que me gustan las letras de Dylan, además de la música, los veo como poemas adaptados a una melodía, pues lo contrario ya lo ha hecho Luis Pastor o Amancio Prada, por ejemplo, y me emocionan las letras de Ruibal, de Carlos Chauen, de Sabina o de Serrat, con sus diferencias, tanto como cualquier autor contemporaneo de los que no usan pentagramas. La cuestióm es saber diferenciar.
Un abrazo

Rafael Suarez Placido
Rafael Suarez Placido dice:
11/07/2010 05:07

A mí, amigo Manuel, algunos de los autores que citas: Ruibal, el Serrat de hace... ¿veinte años? y de otra forma Amancio Prada, ¿qué me dices de Paco Ibañez? y Dylan, por supuesto, me gustan también. Lo que ocurre es que no puedo separar las letras de sus músicas, de sus melodías, y el resultado es una canción, no un poema. Tengo libros de Leonard Cohen o de Tom Waits que ni regalaré ni tiraré, pero si son tan grandes, es por la unión de esas letras con esas músicas. Así lo veo yo. Los poetas que más valoro no necesitan la música aunque, en ocasiones, sus alianzas puedan crear un producto muy agradable. Y sí, la clave es saber diferenciar.
Un abrazo.

miguel
miguel dice:
11/07/2010 13:39

Las letras de las canciones de Dylan no siempre se ajustan a una melodia, en muchas ocasiones, en sus 50 años de conciertos, ha cambiado las melodias de las canciones manteniendo la letra y haciendolas irreconocibles del disco oficial.
Y primero suele escribir la letra , poniendole después la música y no al revés.
Recordad que la lírica era las poesia acompañada de una melodia producida por una lira (instrumento musical).
Saludos

Rafael Suarez Placido
Rafael Suarez Placido dice:
11/07/2010 14:48

Tienes razón, miguel. Pero entiendo que cuando Martín López Vega escribe lo que escribe, con algo de brusquedad, se refiere a que aun así, poesía y canción son dos temas diferentes, hermanos, pero diferentes. De todas formas hay una trampa obvia. Compara a Dylan con Quevedo, uno de los mayores poetas de siempre. Y no dice que Quevedo siente mejor a la música que Dylan, ni que sea más bonito. Dice que una cosa es la poesía y otra la canción. Es cierto que originariamente iban de la mano, pero reconozco que cuando me gusta una canción de Dylan no me importa demasiado lo que dice su letra.

Ana
Ana dice:
11/07/2010 19:22

Estoy con Rafael en que una canción y un poema son cosas diferentes. Aunque en un principio poesía y música iban unidas, está claro que después se han separado y desde mi punto de vista es muy diferente la concepción de un poema para ser leído o para ser recitado que un texto pensado para ser cantado. A mí la lírica de los cancioneros no me dice nada si simplemente la leo, pero cantada es otra cosa (las "Tres morillas" recitado... ejem, y ahí lo tenemos solidificado en los libros de texto, y sin embargo cantado es una de las cosas más bellas que conozco).

Interesante post, Rafael, plantea temas de los que siempre deberíamos estar discutiendo aquellos a los que nos interesen las palabras y lo que hacemos con ellas, pero no sé por qué me da la impresión de que estamos en unos tiempos donde no interesa nada nada reflexionar sobre estas cosas sino otras más mundanas como aparecer en antologías, comerse poemas en público, etc.

Rafael Suarez Placido
Rafael Suarez Placido dice:
11/07/2010 19:44

Comerse poemas en público... Realmente eso sí que es una estupidez. La idea de aparecer, de ser reconocido, no me parece, en cambio, tan negativa. Me parece digno querer que lo que haces llegue a un buen número de gente. Salen muchas antologías. Todas con el marchamo "esta es una antología diferente". Y sin embargo no lo son. No está claro qué busca el antólogo ni cuál es su verdadero criterio. Desde luego tampoco puedes supeditar todo tu trabajo a aparecer. Y eso sí es lo que veo en muchos de estos poetas. Como dice un amigo, quizá dentro de cinco o seis años podamos ver qué queda de todo esto.
Gracias, Ana.