A mí, amigo Manuel, algunos de los autores que citas: Ruibal, el Serrat de hace... ¿veinte años? y de otra forma Amancio Prada, ¿qué me dices de Paco Ibañez? y Dylan, por supuesto, me gustan también. Lo que ocurre es que no puedo separar las letras de sus músicas, de sus melodías, y el resultado es una canción, no un poema. Tengo libros de Leonard Cohen o de Tom Waits que ni regalaré ni tiraré, pero si son tan grandes, es por la unión de esas letras con esas músicas. Así lo veo yo. Los poetas que más valoro no necesitan la música aunque, en ocasiones, sus alianzas puedan crear un producto muy agradable. Y sí, la clave es saber diferenciar.
Un abrazo.
Las letras de las canciones de Dylan no siempre se ajustan a una melodia, en muchas ocasiones, en sus 50 años de conciertos, ha cambiado las melodias de las canciones manteniendo la letra y haciendolas irreconocibles del disco oficial.
Y primero suele escribir la letra , poniendole después la música y no al revés.
Recordad que la lírica era las poesia acompañada de una melodia producida por una lira (instrumento musical).
Saludos
Tienes razón, miguel. Pero entiendo que cuando Martín López Vega escribe lo que escribe, con algo de brusquedad, se refiere a que aun así, poesía y canción son dos temas diferentes, hermanos, pero diferentes. De todas formas hay una trampa obvia. Compara a Dylan con Quevedo, uno de los mayores poetas de siempre. Y no dice que Quevedo siente mejor a la música que Dylan, ni que sea más bonito. Dice que una cosa es la poesía y otra la canción. Es cierto que originariamente iban de la mano, pero reconozco que cuando me gusta una canción de Dylan no me importa demasiado lo que dice su letra.
Estoy con Rafael en que una canción y un poema son cosas diferentes. Aunque en un principio poesía y música iban unidas, está claro que después se han separado y desde mi punto de vista es muy diferente la concepción de un poema para ser leído o para ser recitado que un texto pensado para ser cantado. A mí la lírica de los cancioneros no me dice nada si simplemente la leo, pero cantada es otra cosa (las "Tres morillas" recitado... ejem, y ahí lo tenemos solidificado en los libros de texto, y sin embargo cantado es una de las cosas más bellas que conozco).
Interesante post, Rafael, plantea temas de los que siempre deberíamos estar discutiendo aquellos a los que nos interesen las palabras y lo que hacemos con ellas, pero no sé por qué me da la impresión de que estamos en unos tiempos donde no interesa nada nada reflexionar sobre estas cosas sino otras más mundanas como aparecer en antologías, comerse poemas en público, etc.
Comerse poemas en público... Realmente eso sí que es una estupidez. La idea de aparecer, de ser reconocido, no me parece, en cambio, tan negativa. Me parece digno querer que lo que haces llegue a un buen número de gente. Salen muchas antologías. Todas con el marchamo "esta es una antología diferente". Y sin embargo no lo son. No está claro qué busca el antólogo ni cuál es su verdadero criterio. Desde luego tampoco puedes supeditar todo tu trabajo a aparecer. Y eso sí es lo que veo en muchos de estos poetas. Como dice un amigo, quizá dentro de cinco o seis años podamos ver qué queda de todo esto.
Gracias, Ana.
Bueno, no estoy del todo de acuerdo, creo que la poesía actual ha bebido, y bebe, y mucho, de la música, (incluso del cine, o de la televisión, mal que pese), a mi si que me gustan las letras de Dylan, además de la música, los veo como poemas adaptados a una melodía, pues lo contrario ya lo ha hecho Luis Pastor o Amancio Prada, por ejemplo, y me emocionan las letras de Ruibal, de Carlos Chauen, de Sabina o de Serrat, con sus diferencias, tanto como cualquier autor contemporaneo de los que no usan pentagramas. La cuestióm es saber diferenciar.
Un abrazo