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Poesía completa, de Zbigniew Herbert

UN ANTES Y UN DESPUÉS



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Poesía completa
Zbigniew Herbert
Trad. de Xaverio Ballester
Lumen, 2012, 651 pp, 26,90 euros.

Tras haber leído este libro, uno tiene la sensación de que hay un antes y un después en su vida. A ver, ya sé que, por una parte, suena exagerado y, por otra, después de leer cualquiera de los libros más importantes de un buen escritor se debe sentir que algo importante ha variado en la forma de percibir el mundo. En esto último estoy esencialmente de acuerdo, pero lo que es más extraño es que te llegue un libro de un autor del que apenas tenías unas nociones vagas, casi contemporáneo "”aunque ya un clásico ignoto"” y que ese libro sea su Poesía completa. Es algo así como si a estas alturas me muestran la obra completa de Borges sin haber leído nada antes de él, o la de Eliot, o la de Rilke. No se me ocurren otros ejemplos, si acaso Auden, pero coloquen ustedes a sus poetas preferidos. Efectivamente, este volumen eleva a su autor si no a la altura de los citados, sí a un escalón inmediatamente inferior, a la altura al menos de sus compatriotas Milosz y Szymborska, con mucha mejor suerte en nuestro panorama editorial. Pero esta edición impecable que acaba de dedicarle la editorial Lumen, con versión, prólogo y notas de Xaverio Ballester supondrá, ya lo ha supuesto en sus lectores, un punto de inflexión en la suerte de su obra en nuestro país. Ya se había editado el que quizás sea su poemario más importante: Informe desde la Ciudad sitiada, en Hiperión, con la traducción de este libro, y dos libros de ensayo que ha publicado El Acantilado: Naturaleza muerta con brida (2008) y Un bárbaro en el jardín (2010), ambas con traducciones de Xavier Farré. Pero es cierto que aun siendo importante su obra ensayística, no supone un asombro tan intenso como su Poesía y, por otra parte, el conjunto de la obra poética, especialmente el Don Cogito y la obra final, engrandecen el valor y el significado de Informe desde la Ciudad sitiada.

Zbigniew Herbert nació en Lvov, en una tierra de nadie, en un rincón del mapa, como él mismo llama a esa ciudad en la que nació siendo polaco en 1924 y que fue arrasada por los nazis en 1941, anexionada por la Unión Soviética tras la guerra mundial y que, tras su desmembración, forma parte de Ucrania. En el momento más duro de la dominación soviética se publicó su primer libro, Guarda de luz (1956). El niño que ha tomado conciencia del mundo a la vez que iba descubriendo los horrores de la guerra más terrible, no demasiado lejos de Auschwitz, y que de ahí pasa al régimen de Stalin, comienza su primer libro con un poema de amor en tiempos de guerra: "Los bosques ardían/ mas ellos/ en sus cuellos enredaban los brazos/ como ramos de rosas." Y ya se presagiaba lo que iba a ser de su vida, de su Poesía: "hasta el final fueron audaces / hasta el final fueron fieles" La audacia y la fidelidad serán siempre atributos que expliquen su vida y su poesía. Ya era audaz escribir Poesía intimista de tintes surrealistas en tiempos en que el arte debía ir dirigido a cantar lo social. Como apunta Xaverio Ballester, esa tendencia surrealista casaba bien con la necesidad de evadir la censura del régimen haciendo menos obvia la crítica implícita.

En general, el estilo de Herbert va a enmarcarse entre un verso cada vez más prosaico y llano, que nunca renuncia a la belleza del ritmo ni a la sucesión de imágenes sorprendentes y asociaciones surrealistas, y una prosa más poética que ya se presenta en el segundo libro, Hermes, el perro y la estrella. Entre ambas opciones todo es posible, desde el verso más breve hasta el versículo o la enumeración en columna marcada con guiones, como si se tratara de un esquema. En este sentido, el trabajo de Xaverio Ballester para trasladar los poemas a nuestro idioma sin perder su belleza es una de las claves del éxito del libro. Y más, teniendo en cuenta que una de las características de Herbert es su afición por inventar neologismos, que el traductor ha respetado en su trabajo.

En los siguientes libros, el lenguaje oscuro en sus inicios se va aclarando, lo mitológico y el conocimiento de los clásicos y los recuerdos de su infancia y su país van creando una obra que destaca en todo el mundo. Se establece en París. Viaja frecuentemente a dar cursos y conferencias a Estados Unidos e Italia. Pero el principal motivo que nos lleva a considerar esta obra como un clásico actual es el personaje que presta su nombre al quinto libro: Don Cogito (1974). A partir de ahí tenemos un tratado de filosofía en clave poética, a veces humorística, cargado de lirismo y no exento de belleza y valentía. El personaje hace su primera aparición mientras "contempla su rostro en el espejo" y de ahí lo encontramos en situaciones a las que siempre aporta una mirada reflexiva, casi siempre serena y algo escéptica. El poema es un espacio donde todo cabe, menos mentir. Puede resultar valiente, intenso, relajado, escéptico, irónico, patético, soñador, pero siempre será Herbert quien nos hable desde sus versos, sus palabras. Casi siempre el verso libre, extenso, a veces el versículo y la prosa poética que ya había asomado en sus primeros libros. Poesía o Filosofía para situaciones cotidianas. Breves ensayos cargados de lirismo. El poeta ha vivido los momentos terribles de un siglo que sabía que no iba a llegar a terminar. Adapta el mundo a sus necesidades: "se topa con su abismo / no es el abismo de Pascal/ no es el abismo de Dostoievski/ es un abismo/ a la medida de Don Cogito." Porque Don Cogito o Herbert representa al hombre normal del siglo XX, un hombre que no aspira a ser héroe y que si alguna vez se ha visto así, ha sido porque no tenía más remedio que serlo. Porque la moral no le permite portarse de otra forma. Como le dice Dios a Spinoza: ""”ya ves, Baruch/ estamos hablando de Cosas Grandes// "”deseo ser amado/ por incultos y violentos/ pues son los únicos/ que en verdad tienen ansias de mí." El lenguaje es este: coloquial, llano. Se acabaron las grandes complicaciones sintácticas o estructurales. Es necesario ser comprendido. En el poema que concluye el Informe desde la Ciudad sitiada, nos da una explicación: "fui designado como un favor para el papel menor de cronista/ registro - sin saber bien para quién- los acontecimientos del asedio."

En los últimos poemas destaca la preocupación por el paso del tiempo y sus estragos. Ya sabía que muy pronto iba a morir. El mismo año de su fallecimiento, 1998, publica su Epílogo de la tormenta. Desde entonces sus lectores han ido aumentando y sus traducciones destacan en cualquier idioma. Poesía completa, de Zbigniew Herbert. Me gustará pensar que algo nos dejará su lectura: más poesía, más verdad, más vida.

(Publicada en el número 51 de El Cuaderno)