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Odysseas Elytis

Estos días de lluvia releo a uno de mis poetas favoritos.

Las voces de las aves, que aprendió de memoria en momentos de intensa soledad, parece que tanto se vertieron en él todas juntas, que no fue posible introducir el cuchillo a gran profundidad.

Recuerdo estos versos y los hago míos. Hay aves en el jardín y ya empiezan a brotar las lilas. La primavera se acerca con todo su peligro. Siempre es lo mismo. Sigo leyendo los versos de Elytis.

Y únicamente en la cavidad de su oído izquierdo un poco de arena, insignificante, finísima, como en las conchas. Significa que había caminado muchas veces junto al mar, completamente solo, con la languidez del amor y el zumbido del viento.

Había caminado muchas veces junto al mar completamente solo. A veces bajo la lluvia. Me gusta caminar solo en la playa bajo la lluvia. A veces creo que escoger escribir es también escoger la soledad. Me contradigo, claro. Escribo para que me quieran y escojo la soledad.

Hablo de ti y de mí
porque te amo y sé en el amor
entrar como la Luna llena
por cualquier sitio, hablo de tu pequeño pie en las inmensas sábanas.


¿Es el amor lo contrario de la soledad? Probablemente sí: el amor, no la pareja. El escriba mira el mundo, trata de comprenderlo y toma nota. Como no lo entiende trata de escribirlo y de sus muchas dudas crecen frases hermosas que a otros les sirven para conocerse algo mejor. Hay quien no escribe y pinta o hace música o moldea materiales diversos. El escriba mira el mundo, pero no siempre participa de él.

Han oído las olas
cómo acaricias, cómo besas.


Es cierto. El amor, quizá también el sexo, son lo contrario de la soledad. Hubiera preferido que fuera todo diferente, que me bastara la familia, los amigos.

Sin embargo cuando dos amigos
hablan o callan "”especialmente entonces"”
no cabe una tercera solución. Y como los amigos, según parece,
también los mares se comunican en la distancia.


También los mares... y también los montes de la sierra, y algunas calles de mi ciudad. La luna es la misma aquí que allí, y no hay nada que sea tan importante ni a veces nadie que te comprenda más. Detesto saber quién soy realmente. Hubiera preferido sólo dar, sólo vivir para dar. Pero sé que necesito también recibir de los demás y eso me hace vulnerable. Aklan es poderoso en su isla, desde la que se ofrece al mundo. Rafael es frágil y torpe en la sierra o en la ciudad.

Hombre, involuntariamente malo
"”por poco es otra tu suerte.
Si supieras frente a una flor
actuar
correctamente, poseerías todo. Pues por pocas cosas, alguna
vez por una solamente "”el amor"”
conocemos las demás. Sólo la multitud
se detiene al borde.


¿Qué más puedo decir? ¿Qué puedo hacer sino reconocer mi sitio y perderme entre la multitud? Esta tarde llueve, Elytis, compañero. ¿Qué nos queda a ti y a mí?
archivado en: ,
Maria
Maria dice:
28/04/2011 09:54

"¿Qué nos queda a ti y a mí?": la vida,la inmensa sensibilidad que te distingue del resto, las ganas, el deseo guarecido bajo tu silencio, la palabra, el nuevo día que, como hoy, puedo alumbrar el camino de muchos, Rafa.

Un besote

Rafael Suarez Placido
Rafael Suarez Placido dice:
28/04/2011 19:13

Gracias por tan bellos deseos, María. Son bellos, pero no sé si dignos de algo que no sea compasión. Guarecer el deseo bajo el silencio nunca es la más envidiable de las realidades.

¿Qué nos queda a ti y a mí?

Me quedo el besote.

Maria
Maria dice:
30/04/2011 01:00

Nada más lejos de la compasión, Rafa. A veces confundimos lo puro con la piedad y nos equivocamos. La inocencia no entiende de comparaciones, de símiles... Es así y tú eres así.