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Los papeles de la memoria


A José María Hernández


Sólo soy un viajero. Y tengo una misión:
escuchar voces nuevas,
probar gustos prohibidos,
tocar lo que hace daño.

(Vicente Molina Foix)

Hoy sólo me queda el recuerdo
de aquellos días luminosos.

Atravesábamos Marruecos,
desde Tánger a las montañas rojas
que entran en el desierto,
al sur de Marrakech. Allí pasamos
los días perturbados
por colores que olían
a sabores extraños que sonaban
como los cuentos que escuchábamos de niños,
y allí también escribí las palabras
que iban a acompañarme
al cruzar los caminos
y vivir en ciudades
que tampoco llegaron a ser mías.

Así ocurrió en Lisboa
o en París, donde me oculté
una temporada en un piso realquilado
a un joven novelista catalán
que quería ser ventrílocuo,
buscando liberarme de este mundo
que ya entonces me parecía hostil;
o en Santiago de Compostela,
alimentando el fuego de la hoguera
con libros que no aplacaban el frío,
yo era un ingenuo
y Ariadna,
un ángel a mi alcance;
o en Venecia, admirando con mis padres
canales y palacios
que ya nunca me iban a abandonar;
y en aquella otra Venecia, Ámsterdam,
donde sí fui feliz, sin pretenderlo,
sentado en cualquiera de sus cafés,
fumando sin parar y emborronando
las páginas enteras de un diario
que alguien me arrebató
sin saber el peligro que corría,
gracias por liberarme
de seguir escribiendo aquellas notas
que tanto me engañaban
y espero que hayas dado más sentido
a esas páginas blancas que quedaban
;
o en la isla de La Palma
donde comprendí para siempre
que nunca volvería a enamorarme;
o en Las Palmas de Gran Canaria,
el sueño compartido de mi infancia,
cuando aún parecía
que todo iba a ir bien.

Hoy sólo me queda el recuerdo
de aquellos días luminosos.

archivado en:
PACO HUELVA CALA
PACO HUELVA CALA dice:
06/09/2011 16:22

¡Pues sí que te quedan cosas, Rafa! Y además maravillosas.
UN ABRAZO

Rafael Suarez Placido
Rafael Suarez Placido dice:
06/09/2011 20:51

Gracias, Paco... Uno sobrevive con los recuerdos. Gracias.
Un abrazo.

Eduardo Yague
Eduardo Yague dice:
07/09/2011 12:23

Hermoso y doloroso poema.
Un abrazo.

Rafael Suarez Placido
Rafael Suarez Placido dice:
07/09/2011 14:36

Gracias, Eduardo. El dolor está en el origen de la belleza. Siempre lo he vivido así.

Un abrazo.

Olga Bernad
Olga Bernad dice:
07/09/2011 15:36

Colores que olían a sabores extraños que sonaban...
Los días perturbados.
Sinestesia y dolor. La belleza es así, perturbadora.
Es raro notar la luz de un recuerdo que no es de uno.
Será que todos entendermos esa luz y la guardamos. Lo demás son detalles.
Muy bonito.

Rafael Suarez Placido
Rafael Suarez Placido dice:
07/09/2011 18:28

Gracias, Olga Bernard. Me alegra que te guste y que sientas que hay algo tuyo en el poema.
Para eso escribimos.

Un abrazo.