Lecturas y relecturas
Estos días me encuentro dos novedades de Pessoa. Manuel Moya traduce para DVD Poesía completa de Alberto Caeiro: "Nunca traté de vivir mi propia vida./ Mi propia vida se ha vivido, la quisiera o no./ Sólo quise ver como si no tuviese alma./ Sólo quise ver como si fuese sólo ojos." Estos versos explican una parte de la poesía del siglo XX. No explican toda la poesía del siglo, pero sí explican el siglo. No explican toda la poesía de Pessoa, que fue uno y fue varios, pero sí explican a Pessoa. La otra novedad es, en realidad, una relectura. A mi modo de ver el mayor acierto de la editorial Paréntesis es la reedición de clásicos en la colección Orfeo. Y uno de los más interesantes es El misterio del mundo, la antología de Pessoa que José Luis García Martín publicó en Júcar, hace más de veinticinco años. En el prólogo, refiriéndose a los heterónimos, escribe que Caeiro fue "el maestro de todos, incluso del propio Pessoa." Si dejo a un lado el lamentable desfase entre el índice y los poemas, y me sumerjo placenteramente en estos, encuentro momentos memorables: "No soy nada./ Nunca seré nada./ No puedo querer ser nada./ Dejando a un lado eso, tengo en mí todos los sueños del mundo." Se anuncia para estos primeros meses del año la edición, en la canaria Baile del Sol, de la edición de Manuel Moya de El libro del desasosiego. Habrá que estar muy atento. Pessoa es siempre un acontecimiento.
Cuando uno ha disfrutado mucho una novela, espera con ansia la posibilidad de la relectura. A mí, al menos, me pasa. Pero no siempre encuentro el momento. Hay muchos libros que no releo y quedan olvidados en los estantes de mi biblioteca. Estos días últimos del año he encontrado la excusa perfecta para la relectura de El gatopardo. Tenía que encontrar una frase que estaba al final del libro. Y fue todo un placer. Yo también me dedico a cazar libros, frases y palabras. La frase que buscaba era: "El fragor del mar se acalló del todo." Si el fragor del mar se acalla del todo, es que algo importante está pasando. Estos días sin luna el tiempo se ha vuelto loco y yo vuelvo a mis lecturas verdaderas, a mis relecturas, a Borges. "Yo, que tantos hombres he sido, no seré nunca/ aquel en cuyo abrazo desfallece Matilde Urbach." Hoy ha vuelto a salir el sol. Hay quien habla ya de la primavera.
La verdad, Rafael, es que el fin de semana ha sido apto para adentrarse en esas cuestiones con las que titulas este post. Acabo de llegar de la sierra de Aracena, de Cortegana, donde nos ha caído un magnífica nevada y, por tanto, el calor de la chimenea, su cercanía, se hacía imprescindible mientras el balancín de asiento de anea, acunaba al lector, al autor y a los diversos personajes.
He tenido tiempo de finalizar "Caín" de Saramago; La caverna de las ideas de José Carlos Somoza, y dos novelas de las preseleccionadas para el Premio de Narrativa Joven del IAJ de este año, que fallaremos el jueves 14 Manolo Moya, alguien que desconozco y yo mismo.
Pero también me llevé -para releer algunas frases- dos libros más: Jorge Luis Borges. Una biografía literaria, de Emir Rodríguez Monegal y Borges, de Adolfo Bioy Casares, publicada en Destino en 2006 (que siempre me ha resultado imprescindible en los últimos tiempos para intentar comprender a Borges, a Bioy y a todo aquello que nació de ambos y sus heterónimos).
UN ABRAZO