Inteligencia poética
"La expresión solo puede existir si consigue tener una forma que otras personas sean capaces de comprender, una forma compatible con otras personas. Por eso, se trate de algo abstracto o de algo común, ese proceso es necesario. Hay que dejar atrás la experiencia, el dolor y la alegría personales. Ahí hay un límite absoluto, una sensación de pérdida con la que no hay nada que hacer. Sin embargo, a cambio de ese límite, se establece un paso que conduce a algo que pueden comprender del mismo modo, personas de países y mundos totalmente distintos. Creo que la lengua, la música y la cultura son eso."
(De La música os hará libres, de Ryuichi Sakamoto)
Cuando escribí algunos de los poemas de mi primer y, hasta el momento, único libro, me ocurrió algo así: fui incapaz de dejar atrás esa experiencia, esa sensación que Sakamoto llama "personal" y que, en su opinión, es necesario sacrificar para hacer música o poesía.
Hay una serie de poemas que tratan de la historia de amor más hermosa que he conocido, la de mis padres, y fui absolutamente incapaz de escribir algo interesante, en el sentido de que pueda interesar a alguien que ni los conozca ni me conozca.
Por una parte, supongo que a veces es necesario y no está claro que me arrepienta de haber publicado esos versos. No, no me arrepiento. ¿Si la historia es hermosa, puede no resultar interesante? Por supuesto que sí. Es más: es lo más frecuente. No hay más que leer la mayoría de los libros que se editan. Se podrían dividir en dos grandes grupos: aquellos que no tienen nada detrás y aquellos que sí lo tienen, pero no están bien desarrollados. Es que en realidad lo que hace de un poema que sea interesante, o no, es la mirada del poeta.
No, no me atraen los fuegos de artificio ni lo absolutamente brillante. Prefiero hablar de "inteligencia" o, si me apuran, de "inteligencia poética".
La inteligencia poética tarda años en adquirirse. Y no sólo se adquiere con lecturas, buenas y menos buenas, no sólo con consejos de artistas o críticos, sino también con la observación libre del mundo. No basta con escribir bien: hay que tener algo que decir.
Muy de acuerdo con tu reflexión Rafael.
Un abrazo.