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Inglés - español. I

Durante aquellos años íbamos a Canarias cuando podíamos: a veces en las vacaciones de verano y a veces en las de navidades. Recordar que mi madre es de Las Palmas. Recordar, o comentar, que siento mi infancia dividida en dos grandes bloques: de un lado, el verano grancanario y, de otro, la primavera sevillana. No niego que es posible que haya mucho de tópico en esta división del tiempo. Es posible también que más que de un análisis de la realidad, se trate de una declaración de intenciones, o del recuerdo deformado de lo que hubiera podido ser y no fue. No me importa. A todos los efectos siento que fue así y cuando yo siento algo, es porque fue así. También aclarar que no estoy escribiendo artículos, sino retazos de vida, fragmentos de memorias o de escenas. Cada fragmento lleva el título de uno de los poemas del libro SIMULACRO y supone una aproximación diferente a los hechos que motivaron el poema o a lo que queda de su recuerdo. Es posible que haya aspectos contradictorios. En realidad, no me asusta resultar contradictorio. La contradicción es parte esencial de lo real.
Aquel año fuimos a Las Palmas a pasar las navidades. Recuerdo, ya lo conté en EL DESCUBRIMIENTO DEL BÓSFORO, que íbamos todos menos mi padre que se quedaba en Sevilla trabajando y se unía a nosotros cuando podía. Nos quedábamos en casa de tía Concha. No es ni era una casa cualquiera, pero de ella hablaré en otro fragmento. Mi tía Conchi, que entonces estaba en Tenerife, se unió a nosotros el día 5 de enero. Eso sí lo recuerdo, porque descubrimos en su dormitorio, la tarde anterior, todos sus regalos de Reyes. No recuerdo quién fue, pero alguien nos convenció de que en Tenerife "”tía Conchi venía de allí, de La Laguna"” los Reyes llegaban el día antes. No sé, supongo que éramos muy inocentes y deseábamos creernos todo para mantener vivo el pacto con los mayores.
Me regalarían más cosas, pero lo que recuerdo era un diccionario de bolsillo inglés"”español. Era tan pequeño que podía gustar sólo por eso, y estaba lleno de palabras que me sonaban. En cualquier sitio "”en una cajetilla de tabaco, en la tele, en un envase de comida"”, encontraba palabras en inglés y estaban todas en mi diccionario. Lo conservé durante años. Si iba a algún sitio importante y lo olvidaba, sentía que no era todo yo. Tendría que pensar mucho para saber si fue allí donde empezó mi fetichismo con los libros. Es posible que sí, porque tampoco recuerdo muchos otros libros de aquellos años. Algunos tebeos sí recuerdo. Recuerdo que mi padre me regaló uno que se llamaba Espagueti en Venecia, una maravilla. Recuerdo pocos libros más de aquellos primeros años.

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