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Grandes frases. Grandes mentiras.



Me gustan las personas que, teniendo algo que decir, se sitúan al margen de lo correcto. Esta frase es un pleonasmo. No hay nada interesante en los límites del pensamiento correcto y único. Así que podría haber escrito: Me gustan las personas que tienen algo que decir. Pero expresado así, sería una obviedad, una estupidez incluso.
Las grandes frases que, a menudo, citamos son o juegos de palabras ingeniosos, o alimento para espíritus que hay que domesticar.
Ahora parece que está asumido que el movimiento antisistema es indigno, violento y culpable. Uso estos tres adjetivos tras haber tachado otros cien. Y los uso porque no se me ocurre otro movimiento de finales del siglo XX o principios del siglo actual más digno, menos violento y más inocente.
Nada vale más que una vida. Esa es la gran mentira de nuestro tiempo. Nadie lo cree. En todo caso, algunos pensamos que nunca, bajo ningún concepto, seríamos capaces de quitar una vida a nadie. Pero cualquier minucia que ocurre a nuestro alrededor, a algunos de nuestros seres más queridos, nos conmociona más que una vida que se pierde a miles de kilómetros de distancia.
Si unas ideas cuestan la vida a alguien, las ideas pierden su valor. Otra gran mentira. Todo cuesta vidas, la recuperación económica de una pequeña parte del mundo cuesta miles de vidas, y no parece importarnos demasiado. Restaurar o instaurar el sistema que consideramos menos malo de los posibles, también cuesta vidas. Y todo se salda con un acto testimonial y un juicio que, probablemente, también cueste vidas.
O estás conmigo, o contra mí. O estás de nuestra parte, o eres nuestro enemigo. Esa es la gran falacia que la mayoría tiene asumida y sobre la que descansan los pilares del sistema. Y es que yo habito al margen. Yo soy antisistema, ¿y qué?
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Jose Luis Piquero
Jose Luis Piquero dice:
21/10/2011 01:59

Ya te vale. No podemos evitar que se pierdan vidas, incluso que se mate a gente en nuestro nombre. Tampoco podemos lamentarnos por todas las muertes que se producen y no podemos evitar, ni dejar de preocuparnos por nuestros propios problemas. Lo que sí podemos es dejar de apoyar a quienes consideran que una muerte es un precio necesario, los que creen que el fin justifica los medios.
Sí, una idea que se impone a costa de una vida pierde todo su valor, salvo cuando se trata de legítima defensa. Pero del concepto de legítima defensa se abusa hasta lo intolerable.
De ideas como las tuyas (ya sé que tú hablas en un plano teórico) se han nutrido todas las grandes máquinas de matar de nuestra historia. Al principio era un muerto para el bien de muchos. Una vez abolida la restricción moral, eran miles de muertos. Y al final más muertos que vivos beneficiados. Cuidado con lo que se defiende.
Y yo también soy anti-sistema pero no negocio con la vida de nadie. Anda, ofrece que si tiene que haber un muerto por la justicia ese muerto seas tú.
Un abrazo.

Rafael Suarez Placido
Rafael Suarez Placido dice:
21/10/2011 17:34

He tenido que leer varias veces mi propio texto para tratar de intuir a qué te refieres, especialmente en la segunda mitad de tu comentario. Me he dado por vencido. La primera mitad es, simplemente, desafortunada: nadie mata en mi nombre a nadie, ni por muy culpable que lo pueda considerar el mayor tribunal que puedas imaginar, ni nunca va a encontrar nada que se pueda confundir con un aplauso en mí; yo no he dicho que la muerte sea ningún fin necesario, ¡todo lo contrario!, sólo digo que la inmensa mayoría, la misma a la que se le llena la boca cuando habla de paz, sí lo piensa; y también digo que si las muertes en su nombre invalidan a una idea legítima, entonces... el mundo carece de estas, porque todas las ideas, y no hablo de ideologías, han traído consigo mucha muerte.
La segunda parte me deja sin palabras. Ojo, no entiendas que asiento u otorgo, sólo que no esperaba de ti esas "agudas reflexiones". Lo tendré muy en cuenta.

Jose Luis Piquero
Jose Luis Piquero dice:
23/10/2011 22:42

Quizá no me expliqué bien. Sólo quise decir, enfáticamente, que estoy cansado de oir que los muertos son inevitables. Son los famosos daños colaterales de la OTAN. En nuestro nombre matan gente, es un hecho. Pero nosotros debemos revolvernos como fieras ante esa apropiación.
Y sí, toda idea queda deslegitimada, aunque sea justa, si necesita un muerto para realizarse. Y quien no lo cree así debería ofrecerse para ser ese muerto.
Y ya sé que tú teorizabas divagando. Relaja, que no te he acusado a ti de matar a nadie.

Rafael Suarez Placido
Rafael Suarez Placido dice:
24/10/2011 01:15

Estoy relajado, José Luis.
Yo también me revuelvo como una fiera cuando oigo que matan a alguien, o cuando sólo usan la fuerza contra él. En todas las circunstancias que se te ocurran, pero más aun cuando lo hacen fuerzas de orden público o ejércitos de paises supuestamente legitimados para ello. Ya sé que en esta democracia el único que puede usar legítimamente la fuerza es el estado, pero no me gusta. Y menos cuando lo hacen obedeciendo a oscuros intereses como el petróleo, la banca (el poder económico, que es el mismo que el político) o lo que sea.
Yo no aceptaré nunca que una idea mate. No matan las ideas, sino los hombres que pretenden imponerlas. Y cuando digo que la frase esa es mentira, me refiero a que ellos mismos, los que se llenan la boca constantemente gritándola a los cuatro vientos, no tú ni yo, no se la creen. Todas las ideas han sido impuestas por la fuerza. Todas han costado vidas. No sé si ahora me explico mejor.
Un abrazo.
Y en cuanto a las ideas

Jose Luis Piquero
Jose Luis Piquero dice:
25/10/2011 02:08

Vamos a ver. A mí me da igual si mata el GAL o la ETA, si Gadafi o la OTAN, por poner ejemplos. No me gusta la violencia de los estados ni la de los grupos opositores. No apruebo (es decirlo suavemente) esa legitimidad del Estado para ejercer la fuerza. Y de esto he hablado a menudo en mi blog.
A veces, llevar a cabo una idea requiere muertes. Son las muertes de los que se inmolan para llevarlas a cabo, los opositores a Pinochet (por ejemplo) que acabaron muertos. Uno puede decidir dar la vida por una causa (no sé si yo podría) PERO LA PROPIA, NO LA DE NADIE MÁS. No todas las ideas matan, aunque a menudo cuesten muertos. Las únicas ideas mortíferas son las que EXIGEN muertos por la causa.
(Sorry por las mayúsculas. No puedo usar cursivas aquí).
Un abrazo.

Rafael Suarez Placido
Rafael Suarez Placido dice:
25/10/2011 21:34

Vamos a ver. Eso no contradice en nada a lo que has llamado mis divagaciones teóricas.
Un abrazo.