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Festival de cine de San Sebastián: Isaki Lacuesta e Hirokazu Kore-Eda



Acabo de ver la ceremonia de entrega de los premios del Festival de Cine de San Sebastián, sin duda uno de los acontecimientos culturales del año en este país y en cualquier otro sitio.

La Concha de Oro ha ido a Isaki Lacuesta, por su película Los pasos dobles. Ha sido conmovedor escuchar sus palabras, llenas de agradecimiento y humildad, improvisadas en el que quizá sea uno de los momentos de inflexión de su carrera. Sigo, en lo que me es posible, sus películas. Me gustó mucho La leyenda del tiempo. Pero ya digo que me han encantado sus palabras, cuando decía, por ejemplo, que esto no es una carrera de caballos, a ver quién llega antes a la meta, sino una grandísima oportunidad para directores y productores que desean seguir haciendo películas, haciendo poesía. También me ha gustado su comentario final, en el que ha dicho que si mañana leemos en las críticas que la película es ininteligible, no les hagamos caso y confiemos en nuestra inteligencia. Es verdad: cuando un crítico echa abajo una película o un libro porque es ininteligible, debería pensárselo dos veces antes de hacerlo. Quizás el único que no la entienda sea él. Confiemos en nuestra inteligencia y valoremos nuestro esfuerzo a la hora de encontrarnos una obra de arte.

Pero tengo que decir que yo tenía una apuesta íntima en este festival, la película Milagro, de Hirokazu Kore-Eda. Al final ha recibido el premio al mejor guión, que también es suyo, y me ha parecido especialmente emocionante ver, en la imagen de todos los premiados al final de la ceremonia, a Isaki Lacuesta señalándolo insistentemente, como diciendo: "Vean su película. No se la pierdan".

La veré, no cabe duda, pero les recomiendo una de sus obras anteriores: After life, una de las películas que más me ha impactado de las que he visto en los últimos años. Podría hablarles de ella, pero aprovechando que uno de mis poemas se llama precisamente así, se lo dejaré aquí, en una próxima entrada. Vean Los pasos dobles. Vean Milagro. Vean también After life. Y, sobre todo, hagan caso a Isaki Lacuesta: confíen en su inteligencia.