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Estilemas. De Francisco Lira

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Hoy siento que las palabras me salen azul marino, azultriste, y siento también que quisiera ir convirtiéndolas en algo más amable, en una amarillo anaranjado, amarillomelancólico. Busco entre los Estilemas que me muestra en esta exposición Francisco Lira, la tarjeta que mejor refleja cómo estoy y cómo querría estar, y leo:

LA INSIDIOSA TENTACIÓN DE HACER



No es fácil alejarse del influjo del Estilema. Primero fue el color, la historia de los colores. En la serie que se puede considerar el precedente más cercano de esta, Cercanías (2011), encontramos un trabajo que, para algunos, podría ser el precedente de este, y para otros, seguramente se convertirá en el resultado anterior y me quedo con la titulada "Cercanías 24" para expresar cómo me siento: siempre nadando a contracorriente. En el principio fue el color y, tras varios lustros de vivencias, volvemos al color. Del color a las formas. De las formas a los signos; de las formas a las formas de los signos.

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No valdrían otros signos. Si no existieran los que hay, habría que rehacer el proceso de comunicación. Color - Signo - Noción. (El Signo tiene el sentido del Significante para Saussure). La Noción es el resultado final. La Noción es el Estilema. Cada tarjeta es una Noción con una potentísima carga de Color y Signo. Tanto es así que a veces es inevitable, e incluso aconsejable, quedarse ahí, en el Color y el Signo, para pasar posteriormente, cuando se pueda a recibir la Noción completa: el Estilema.

Francisco Lira no es un novato en estos temas. Algunas veces uno piensa que tendría que dejar constancia de una época que ha existido, pero que ya sólo va existiendo en su cabeza. Uno piensa que tendría que pintar lo que ya sabe, que tendría que sacar a la luz su archivo fotográfico, que tendría que recordarnos por escrito lo que escuchó de sus mayores. Y es que sus mayores no son cualquiera. Pensemos en su padre, Paco Lira, fundador de La Cuadra y La Carbonería, personaje novelesco, pero vivo, que ha vivido en primera persona momentos esenciales, sociales y culturales, para su tierra. Pensemos en Juan Blanco, su primer maestro en un sentido más académico, que dejó en él un pozo de sabiduría que no ha hecho sino aumentar con otras primeras figuras del pensamiento. Pienso en García Calvo y, a través de él, en Tovar, en Unamuno o en Bergamín. Esta colección de Estilemas es una respuesta a estos deseos.

¿Es Prosa o es Poesía el Estilema? Si por Prosa entendemos la carga de significado del texto y, por Poesía, una serie de atributos particulares, inútiles pero decorativos (cito a Barthes) como el metro, la rima o el ritual de las imágenes, el Estilema es Prosa más ese ritual de las imágenes. El color, la densidad de los caracteres, que a veces me evocan a los símbolos del alfabeto griego y, a veces, las proporciones de la caligrafía japonesa, acompañan y sustentan la Prosa de la Noción. El deseo de la lectura silenciosa alterna con la necesidad de esbozar las palabras, la antesala del pensamiento. Porque el Estilema es, en definitiva, eso: la antesala del Pensamiento, la imagen que nos identifica con el mundo.

¿Qué es un Estilema? Francisco Lira los define como: "Trazas de pensamiento". Yo glosaría esta definición añadiendo que es el esqueleto del pensamiento. La razón del pensamiento, en el sentido de lo primario, lo que sustenta. A veces es un axioma, a veces una sentencia, a veces una duda que se plantea al lector, el resto del pensamiento, pero siempre algo que incita a pensar. Es un género breve, que muy bien le podría llevar a figurar entre las colecciones de Aforismos, junto a otros textos, que más bien son resúmenes o fragmentos. Pero no hay que pensar en un texto resumido, al contrario, se trata de textos desarrollados.

Hay una pregunta que todos nos hemos formulado y en la que se plantean las dudas y los deseos, el sentido de la vida. Me refiero a: ¿Qué hacer? Es una pregunta que podemos plantearnos en dos situaciones diferentes, si estamos animados y con ganas de hacer realmente algo, o si estamos desanimados porque realmente no sabemos qué hacer. El correspondiente Estilema va en una postal cuya mitad inferior es azul marino y la superior negra y con letras plateadas aparece:

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Ahí está implícita toda una teoría del deseo de transformar el mundo. Ahí está implícita la conciencia de la enorme dificultad que ello conlleva. Ahí está implícito un cierto pesimismo que emparenta al autor con la corriente que arranca de Schopenhauer. Ahí hay además voluntad de estilo, que aproxima al autor a Unamuno. Las repeticiones de "qué" y de "hacer" y "haga". En el primer "hacer" somos nosotros los que hacemos, pero en el "haga", es eso que hemos hecho lo que hace, lo que es útil. El "de verás" es lo que le da pleno sentido al Estilema, el que le da interés a la cuestión planteada. El que hace que nos preguntemos y pensemos alguna posible respuesta.

HACER
¿HACER?
¿QUÉ HACER?
¿QUÉ HACER QUE?
¿QUÉ HACER QUE HAGA?
¿QUÉ HACER QUE DE VERAS HAGA?


Uno puede leer los Estilemas de Francisco Lira, así, según le pille el estado de ánimo, dejándose llevar por los colores (así suelo hacerlo yo, pero es cierto: soy un sentimental, siempre lo he sido), o tratando de formar un todo con las postales. Así a esta, se me ocurre añadir la anterior:

LA INSIDIOSA TENTACIÓN DE HACER



Y entonces me parece que el autor se ha convertido en un nietzscheano convencido. Y si leemos a continuación:

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nos transformamos con él en un freudiano algo severo. Sensación de la que nos alejaríamos de nuevo si leemos.

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donde se retoma de forma elocuente el pensamiento de su maestro, el citado García Calvo, aunque si repasamos los anteriores Estilemas, nos damos cuenta de que esa referencia siempre ha estado ahí presente. ¿El tiempo nos niega el simple vivir? Evidentemente, el tiempo constantemente nos niega el simple vivir. Y lo hace una y otra vez, siempre tan diferente y siempre igual:

estilemas-1-lo-mismo-siempe-y-cada-vez-tan-nuevo