Escribir lo que pienso
No vale la pena decir nada que no sea verdadero, que no sea, al menos, lo que uno piensa realmente de las cosas que ocurren, de los libros que lees. Me sorprende que cuando lees cualquier texto, tienes la sensación de haber leído ya lo mismo mil veces.. No creo que valga la pena decir nada que ya hayan dicho otros. No vale la pena repetir lo que nos dicen, una y otra vez, en los distintos medios. Los medios no piensan, adoctrinan y repiten lo que les dictan sus amos.Si alguien va a leer lo que escribimos, tenemos la obligación moral de saber y de haber pensado previamente lo que vamos a escribir. Nada es interesante si no produce algún rechazo. Los alardes, los virtuosismos con el lenguaje, los juegos más o menos ingeniosos de palabras, sean en verso o en prosa, no añaden nada a la penuria general. Es difícil asumir responsabilidades, pero es necesario. Si no es así, ¿para qué?
El periodista ya no ejerce de periodista. Hace tiempo que su trabajo es el del gabinete de prensa. A veces, lo reconoce y trabaja para un gabinete de prensa; la mayoría de las veces lo hace desde un medio que se autodenomina "independiente". Si se reconoce esa falta de independencia, el medio en cuestión se hunde. Antes que el medio, claro, se hunde el periodista. Discutí con una antigua amiga que me hablaba del paro y de las necesidades. Sí, no lo niego. Me decía, también, que con la educación pasaba lo mismo. Es cierto. Hace tiempo que el trabajo del profesor no es enseñar ni educar, sino uniformar a los alumnos. Se hace en aras de un supuesto derecho universal a la educación que, en realidad, es el derecho de todos a la "no educación".
Voy a tratar de escribir siempre lo que pienso.
El periodista ya no ejerce de periodista. Hace tiempo que su trabajo es el del gabinete de prensa. A veces, lo reconoce y trabaja para un gabinete de prensa; la mayoría de las veces lo hace desde un medio que se autodenomina "independiente". Si se reconoce esa falta de independencia, el medio en cuestión se hunde. Antes que el medio, claro, se hunde el periodista. Discutí con una antigua amiga que me hablaba del paro y de las necesidades. Sí, no lo niego. Me decía, también, que con la educación pasaba lo mismo. Es cierto. Hace tiempo que el trabajo del profesor no es enseñar ni educar, sino uniformar a los alumnos. Se hace en aras de un supuesto derecho universal a la educación que, en realidad, es el derecho de todos a la "no educación".
Voy a tratar de escribir siempre lo que pienso.