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El conflicto del Sahara

Recuerdo que hace muchos años conocí "la marcha verde". Realmente no tenía demasiado claro qué era aquello. Hoy me he enterado de que fue hace treinta y cinco años. Lo que hoy ocurre en el antiguo Sahara español es resultado directo de esos tiempos. Cuando las tropas españolas y la administración colonial abandonaron precipitadamente el territorio saharahui, Marruecos envió a miles de personas para que fueran repoblando los territorios. Aquello supuso una sangrienta matanza entre los pobladores, los saharauis, y las tropas marroquíes. A la postre, el ejército fue el que venció. Suele pasar. Y muchos de los pobladores huyeron en masa. España, pero menos, Francia y, muy especialmente, Argelia fueron sus destinos principales: el que más Argelia, que montó una especie de poblados fantasma en las zonas peores de su desierto. Eran campamentos provisionales. La ONU tomó cartas en el asunto y, tras un breve período de deliberaciones, decidió que la soberanía de la colonia española debía ser elegida en referéndum por sus propios habitantes. Hablamos de 1975. Los pasos eran aparentemente sencillos: se elaboraría un censo de habitantes y estos votarían si deseaban pertenecer a Marruecos o a la recién creada en la clandestinidad República Árabe Saharahui Democrática (RASD). Pero estos pasos sencillos inmediatamente se torcieron. Marruecos es quien elabora el censo. La República Saharaui es quien debía aprobarlo. Y cada vez que recibían un nuevo censo, comprobaban que estaban absolutamente falseados con habitantes marroquíes que ni siquiera vivían allí. ¿Por qué tanto interés de Marruecos por extenderse por unos territorios inhóspitos y desolados? Se me ocurre que cualquier país desea ensanchar sus dominios territoriales. Eso lo comprobamos día a día en cualquier lugar del mundo. Pero hay dos riquezas más y estas sí, muy fácilmente cuantificables: la pesca y, aun más, las minas de fosfatos. El conflicto de la pesca es de sobras conocido. Cómo Marruecos en sus relaciones con España utiliza los importantes caladeros como moneda de cambio a la hora de esgrimir cualquier exigencia. Las minas de fosfatos son aun más poder. Son de las más importantes del mundo.
Ante la lentitud de estas negociaciones el Frente Polisario, que asume en todas las negociaciones la voz del pueblo saharaui, exigía una pronta respuesta a sus reivindicaciones. La única medida que tomó el gobierno marroquí fue la construcción de un muro de más de dos mil kilómetros de largo que, aunque menos mediático, a todos nos recuerda el muro de Berlín, con la excusa de impedir acciones militares del Frente Polisario. Además minó toda la frontera de la antigua colonia española con Argelia. La realidad es que esto ha causado víctimas civiles sin número, silenciadas por Marruecos, y sobre todo impide el contacto directo de los habitantes de los campos de refugiados de Argelia, el más célebre de todos, el de Tindouf, con su tierra adoptiva.
La pregunta que surge es: ¿por qué la ONU no pone freno a estos desmanes? La respuesta es muy sencilla y, francamente, descorazonadora. Las minas de fosfatos están explotadas bajo contratos leoninos por multinacionales francesas. Algunos ingenuos se preguntaban: ¿por qué Marruecos sólo permitía la entrada en El Aaiun de medios de comunicación estatales franceses? Creo que ahí está la respuesta.
Pero Francia no es tan poderosa. Por algún lugar tendrá que asomar Estados Unidos. En efecto, aparece AFRICOM, la base militar más importante en todo el continente africano. AFRICOM es el organismo militar estadounidense que se ocupa de los asuntos africanos. Y, por supuesto, su base más importante está en el antiguo Sahara español. Sólo así se entiende que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas no condene a Marruecos por sus crímenes de estado en el Sahara.

¿Y qué decimos de España? La situación es complicada. Marruecos es el vecino incómodo. Y no hablamos sólo de la pesca. Actualmente hay concesiones a la petrolera española REPSOL para que se ocupe de los recursos petrolíferos del territorio. Tenemos ya pruebas sobradas de que el Capital es quien gobierna Occidente. El Capital y los Mercados. Y eso, sin contar además con otros tres problemas fundamentales para el gobierno: el terrorismo, el narcotráfico y la llamada "inmigración ilegal". A estas alturas sabemos ya que puestas en la balanza pesan más que la justicia. El papel de España debía ser fundamental. Según la ONU, en declaración de 1975, ratificada en 2004, España es el Administrador Único del territorio del Sahara Occidental. No veo que se ejerza ese papel, de ninguna manera.
El pueblo español siempre ha apoyado mayoritariamente a la República Árabe Saharahui Democrática. Desde intelectuales y artistas, hasta miles de personas que han acogido y continúan haciéndolo, a niños y familias procedentes de los campos de refugiados. Más sorprendente es el papel del Partido Popular que, eso sí, abiertamente enfrentado a Marruecos desde hace años, ha tomado este asunto como bandera de lucha en las últimas semanas. Quizá sería de malpensados escribir que sólo quieren ponerse del lado de la mayoría y sacar beneficios políticos del conflicto. Quizá, pero no puedo evitarlo. Es lo que creo. Lo que sí está claro es que la situación en El Aaiun es insostenible, como siempre lo ha sido en Tindouf. El drama del pueblo saharaui me recuerda irremediablemente al del pueblo palestino, e intuyo que no tiene fácil solución. Ojalá llegamos a verla. De momento, unos versos que el poeta onubense Manuel Moya pone en la voz de su heterónimo Umar Abass, saharaui, donde nos muestra los deseos de una joven que no ha salido de Tindouf en su aún corta vida. Están incluidos en su libro El sueño de Dakhla, publicado por la editorial Algaida, en 2008.

Nada sabe Adine del sol sobre los bosques,
y a veces sueña con pájaros azules
que, dormidos, se posan en la nieve.
Nada sabe Adine sobre la pólvora,
del hombre en cuyo dedo
descansa el florecer de los jardines y la noche.
Nada sabe Adine del tigre que escupe carbonilla
en el despavorido arroyo de sus pechos.


Nada sabe Adine y ha pintado en la palma de su mano
una alada y temblorosa barquichuela.
archivado en: ,
Jose Luis Piquero
Jose Luis Piquero dice:
19/11/2010 22:22

Es una absoluta vergí¼enza y un ejemplo patente (otro más) de lo que es la política: un juego de intereses en el que siempre pierde la justicia y gana el dinero. Por lo pronto, el PSOE lo pagará en las urnas y el PP, que pesca en río revuelto, se llevará sus réditos. Esto está ya tan enquistado o más que lo de Palestina.

Juan Fernandez
Juan Fernandez dice:
20/11/2010 17:17

Buenas:
me parece un muy buen artículo. Es una total vergí¼enza ver tan claramente cómo se mueven las cosas.
Te dejo un artículo mío al respecto:
Razonamiento Crítico - "Sobre el conflicto saharaui": http://razonamientocritico.wordpress.com/2010/11/20/sobre-el-conflicto-saharaui/
Un saludo
Juan Fernández

Rafael Suarez Placido
Rafael Suarez Placido dice:
22/11/2010 09:53

Sí, José Luis, es algo muy parecido a lo de Palestina. Mucho más silenciado y con la población saharaui viviendo en campos de refugiados en condiciones infernales. Si la política es así, ¿qué nos queda?
Gracias, Juan Fernández. También tu artículo es muy interesante y esclarecedor sobre el asunto.

Abrazos.

Juan Fernandez
Juan Fernandez dice:
22/11/2010 15:29

Hola Rafael: gracias por el comentario.
Lo que yo me planteo viendo esta situación es ¿no existe una solución en que todos salgamos ganando? Me refiero a una propuesta en que los saharauis puedan volver a sus tierras, Marruecos, Francia y España puedan seguir beneficiándose de los recursos saharauis, pero compartiéndolos con ellos (¡aún hay recursos sin explotar!¡hay recursos para todos!) y todos salgan ganando
Me gustaría oir vuestras opiniones
Un saludo
Juan Fernández