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Dublinesca (I)

Enrique Vila-Matas siempre ha deseado que su literatura imite a su vida, o que su vida imite a su literatura. Por eso cuando leo el comienzo de Dublinesca, su nueva novela, pienso en qué pensará de ella su editor de toda la vida, Jorge Herralde, que, por cierto, ya ha dejado de serlo:

Pertenece a la cada vez ya más rara estirpe de los editores cultos, literarios. Y asiste todos los días conmovido al espectáculo de ver cómo la rama noble de su oficio -editores que todavía leen y a los que les ha atraído siempre la literatura- se va extinguiendo sigilosamente a comienzos de este siglo.

Siempre me ha gustado Vila-Matas: sus libros, sus referencias, sus a modo de reseñas, su deseo poco discreto de aunar vida y literatura, su insistencia impertinente en su parecido con Hemingway... pero no tanto los vilamatianos. Cuando alguien que ha leído no más de diez libros suyos me dice que es uno de sus autores preferidos me entra algo que está a medias entre la pena y la risa. Y lo peor es que pienso que algo de culpa de esta moda es suya. No de sus libros ni sus textos: suya. Pero qué le vamos a hacer: sumergirse, por ejemplo, en su web, es un placer.
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PACO HUELVA CALA
PACO HUELVA CALA dice:
23/03/2010 13:20

Rafa, estoy en este momento con ese libro, y la verdad es que escribir de un editor -"Samuel Ribas"- con las características que lo plantea y que tú has señalado en rojilla, es una especie de afrenta después de romper con Herralde. Pero´, en fin, yo que no soy muy vilamatiano que digamos, esperaré a terminar la novela para hacer la crítica de la misma.
UN ABRAZO