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Cosecha roja, de Violeta C. Rangel

NADIE PUEDE SUFRIR TANTO



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Cosecha roja
Violeta C. Rangel
Baile del Sol
84 págs.
ISBN: 978-8-96687-37-0
Tenerife, 2007

La bofia me trinca con dos gramos de farlopa
y Dios no me responde (...)
así que escribo versos
y me hago la ilusión de que las cosas
no pueden ir tan mal.


En estos versos se resume la poética de la mujer más feroz del panorama poético nacional, Violeta C. Rangel. Una mujer que no es una mujer cualquiera. De hecho es que se podría decir que ya no es ni una mujer. Son versos de su nuevo poemario Cosecha roja, editado recientemente por Baile del Sol. Cosecha roja, como la mejor novela de Dashiel Hammett.

Nadie conoce tanto a Violeta como el poeta de Fuenteheridos Manuel Moya. Me dice que es el primer sorprendido por la edición de este libro porque sabe que ella, tras La posesión del humo, terminó asqueada del mundillo literario. Me dice sin embargo que ya sabía de dos cuadernillos, Four roses y Para nada, editados e incluso traducidos a varios idiomas. Le digo que este libro es la unión de esos dos anteriores con Talego, de donde he citado los versos iniciales. Se los leo y me dice que sí, que ese es su lenguaje más desgarrado, más triste que nunca. Le digo que siento que ha debido sufrir mucho para escribir así. Me dice que desde que Isla Correyro la antologó en Feroces todos se empeñaron en colocarla a la cabeza del nuevo Realismo Social o Sucio o como sea, junto a Roger Wolfe y a Karmelo G. Iribarren, pero que luego no le perdonaron algunos detalles de su biografía. Le leo unos versos donde creo que habla de ese tema:

Los poetas me negaron el infierno
porque no era uno de ellos.
Los críticos me negaron el cielo
porque no era uno de ellos.


Pasan unos días. Cuando al fin ha leído el libro, me llama y me dice que ahora ya sí sabe que Violeta no escribirá más. Nadie puede sufrir tanto. Me recitó, como si fueran muy suyos, los versos finales del libro:

Yo usaba las palabras rotas,
las quebradas,
las que irían a morir mañana mismo
en un contenedor,
y las usaba aposta,
a pedradas,
porque sólo en lo que muere
yo soy yo,
sin nada más,
sin nada menos.


Y creo que es cierto: nadie puede sufrir tanto y sobrevivir. Quizá no tengamos más libros de Violeta.