Calles con nombres de escritores

He encontrado esta imagen en el blog del excelente narrador peruano Iván Thays, Moleskine Literario. Se trata de una iniciativa del Ayuntamiento de Girona. Supongo que al escritor le habría traído sin cuidado. Es más: le habría molestado sentirse parte del mobiliario urbano de la ciudad, de ese cruel anticipo de la muerte en vida.



Pero mi pensamiento ha abandonado las calles de Girona y se ha quedado en mi Sevilla natal, en la que resido. Ocurre que Sevilla también se ha apuntado a la moda de ser un Ayuntamiento gobernado por el Partido Popular. Si fuéramos más inocentes de lo que somos, no tendríamos que preocuparnos: el alcalde, supongo que ya lo es, ha dicho algo que lo sitúa también en esa otra moda de asumir tópicos post-electorales: "Voy a ser el alcalde de todos". Y para demostrarlo, lo primero que hará será quitar el nombre a una calle: Pilar Bardem. Bueno, ya no va a ser el alcalde de todos: ahora será el alcalde de todos menos aquellos que valoren la figura de la actriz. Es curioso el odio que tiene el Partido Popular a los actores y artistas que firmaron aquellos manifiestos en contra de la guerra de Irak. En este país, el odio es a quien firma, porque si fuera a quien pensaba como ellos, no cabría en sus cabezas. Lo cierto es que intuyo que a Pilar Bardem no le va a quitar el sueño quedarse sin calle en Sevilla o, en todo caso, no le importará esperar a que el próximo alcalde de izquierdas haga lo propio y restituya su nombre. A mí en realidad me da también igual. Lo que cuenta es la intención. Pero es que hay algo más. El alcalde de Sevilla se va a sumar a la iniciativa de su colega de Girona y va a poner el nombre de algún escritor en una calle. Lo dijo el día después de salir elegido. Una de las virtudes de este nuevo alcalde que tenemos es que no descansa, siempre está trabajando. ¿En quién habrá pensado este señor? En Antonio Burgos, aunque luego debido al aluvión de críticas recibidas lo desmintiera. Pero sí, pensó en el insigne articulista del ABC. Si algún día están tristes y quieren reírse a costa de las ocurrencias de alguien, no pierdan la oportunidad de conocer a este señor. No tiene artículo que no mereciera su sitio en una previsible antología de la estupidez, de la chabacanería casposa y machista. Esto escribió este señor de las hijas de Zapatero (no se pierdan el original anagrama que realiza este mago de la palabra con el nombre del actual presidente):

"Que las niñas de Zetaparo eran dos callos horrorosos lo sabían los más íntimos en La Moncloa, pero ahora se ha enterado España entera. Son de salir corriendo. Yo no sé si es porque iban vestidas de Jalogí¼ín, o porque lucían el uniforme oficial de los góticos, pero tú te encuentras a las 12 de la noche con estas puñeteras niñas en una calle oscura, se te acercan, un poner, a preguntarte dónde para el autobús y del salto que pegas del susto llegas corriendo a Carmona. Ahora me explico que no quisiera enseñar a sus niñas. ¡Qué ofensa para el arte gótico, llamar góticos a estos adefesios con botas de la Brigada Paracaidista en Sidi Ifni y muñequeras de levantador de pesos de Galisport!.Yo les diría algo más fuerte, pero, como son menores, me callo".

El recurso a la simpleza y al tópico son sus armas principales. Recuerdo cuando se realizó el primer transplante de cara en España. Recuerdo que todos mirábamos con admiración y cierto orgullo patrio "”que aún nos queda, qué le vamos a hacer"”, al doctor Pedro Cavadas, que lo llevó a cabo con tanto éxito. Bueno, pues este avezado columnista lo despachó conminándole a que no volviera a aparecer en las ruedas de prensa sin la prescriptiva bata médica o, en su defecto, sin traje de chaqueta y corbata. ¡Un prodigio del pensamiento en nuestra lengua! Los artículos sobre las ministras del gobierno del PSOE son si no denunciables, sí deleznables. Ya, es cierto: en nada se distingue de los de sus compañeros de otros medios de la derecha extrema que padecemos. Pero que la primera medida anunciada de un alcalde que va a gobernar para todos sea quitarle la calle a la actriz y ponérsela a este personaje da que pensar.

Alguien me cuenta que en su juventud, cuando empezaba en el ABC de Sevilla, buscó la manera de entrar en un medio de Madrid, de alcance nacional. Elaboró una lista de medios afines y pensó en Triunfo: ¡Un tipo hábil! Supongo que pensaría que se trataba aún del semanario que fundó Fermín Ezcurra y que apellidos como Haro Tecglen le debían sonar a muy de derechas. Consiguió un contacto y abandonó el diario de sus amores para seguir con su brillante carrera en Madrid. Allí estuvo un tiempo, e incluso llegó a publicar su primer libro que, por cierto, ni recuerdo ni me interesa, y al cabo de este tiempo se encontró con aquel contacto y le dijo: "Triunfo es un nido de rojos". Sí, señor: ¡un visionario! Debería tener no una calle, sino una avenida. Lo cierto es que tenemos lo que nos merecemos. ¡Y luego nos molestan los tópicos sobre Sevilla!