Azul

Algunas veces me han preguntado qué es la belleza. Yo les respondo cualquier cosa, porque no siempre soy libre para pensar, pero después me esfuerzo en buscar palabras que sirvan para definir lo intangible, lo que vuela, lo que siempre se escapa. Anoto versos e historias que puede que sirvan para otros, ojalá, pero que para mí son inútiles. Al final siempre recurro a las explicaciones de los otros.
Hay una secuencia en una película francesa, de un autor polaco; una película ya olvidada por otros aunque no por mí, llena de colores y miradas, con planos que nunca quieren acabar, en la que aparece una anciana, de aspecto muy frágil y figura encorvada, que podría estar rondando los noventa. Esta escena la mira la protagonista que está adormilada, sentada en un banco de un parque, bañada por el sol. Varias veces intenta levantarse, pero no puede.
La anciana se demora algún tiempo en desplazarse los pocos metros que la llevan a un contenedor de recogida de vidrio. Tiene un bolso negro del que saca una botella vacía y, lentamente, se endereza, con gran dificultad, ya que apenas sí llega a alcanzar la boca del contenedor. Terminar de introducir la botella le ocupa también algo de su tiempo y, desde luego, le supone más esfuerzo.
La secuencia dura dos o tres minutos. Creo que es de lo más hermoso que conozco.