Aurora Luque, Carlos Marzal, Eduardo Jordá y Antonio Lucas en Sevilla

Hace trece años, mientras yo trabajaba en Arcos de la Frontera, se nombró "hijo predilecto" a uno de sus poetas más conocidos. Se celebraron varios actos, ¿y quién fue a ellos? Veinte o treinta personas: la familia y amigos del poeta, los políticos afines y algún que otro despistado que tendría, supongo, cierto interés por la poesía. Ocurrió que a los pocos días, me encontré a otros de los poetas principales de la hermosa ciudad gaditana, en concreto al que más me gusta de todos ellos. Le pregunté por su ausencia en esos actos. Empezó a contarme cosas: afrentas del pasado, divergencias ideológicas, algún fallo a su entender injusto de jurados presididos por el homenajeado o sus amigos, cosas así. Como vio que todo eso yo ya lo sabía y lo asumía, me dijo: "Pero sí, quizás son momentos en los que hay que estar." Si en una ciudad de poco más de veinte mil habitantes hay camarillas irreconciliables en el mundillo, ya de por sí pequeño, de la poesía, mal lo tenemos.

En Sevilla es peor aún. La nómina de poetas interesantes es sorprendente. Si nos ponemos a hacer recuento hay varias decenas de ellos. Hablaba sobre este tema con un amigo hace unos años y me dijo que sí, que los había, pero estaban en grupos diferentes y todos ellos se ignoraban. Todo esto viene a cuento, porque acabo de llegar de un acto que en principio se presentaba como muy atractivo: una mesa redonda organizada por la Fundación José Manuel Lara, para conmemorar el décimo aniversario de su colección Vandalia. ¿Quién participaba hoy? Eduardo Jordá, Aurora Luque, Carlos Marzal y Antonio Lucas. Uno esperaba encontrarse allí con algunos de estos escritores, pero no. Ayer estuvieron Pere Gimferrer y José Manuel Caballero Bonald: no me enteré y no fui, claro. No es que hoy hubiera poca gente, pero teniendo en cuenta la trayectoria de los participantes y su carácter heterogéneo, quizá debía haberse llenado la sala. ¿O no?