"Turismo cultural", por Miramamolín, el Moro
Me parece encomiable que se organice y se haga turismo cultural, que siempre será más digno que atiborrarse de ruido en las discotecas, esnifando y trasegando grados alcohólicos, o que, rodeados de cemento, los humanos se achicharren amontonados, como una parrillada de carnes varias. Y me parece bien porque todo lo que sea ahondar en el conocimiento de "el otro" irá en beneficio de la concordia y la paz, que buena falta nos hacen.
Sé bien que muchas veces se hinchan el objeto o el lugar a visitar, confiriéndoles con la propaganda unos méritos que difícilmente justifican el gasto o el esfuerzo necesarios para visitarlos: que si aquí se acostaron fulano y mengana -basura rosa del romanticismo, por ejemplo-, que si aquí se paró zutano cuando iba camino de no sé qué guerra (puede que para facer de cuerpo), que si este grandioso retrete -El vater de la Reina, le llaman- se hizo para que Dª Sofía lo usase y luego pasó de largo, hecho ocurrido en Mirambel/Aragón, como con gracejo nos contó en su día el gran escritor Manuel Talens.
También sé que se falsea la historia con el mayor cinismo, sólo por no perder las inversiones ni los beneficios que la mentira reporta a la zona, como lo del camino de Sant Yago, verbigracia, señor Jacques que, a estas alturas, está más que demostrado que no pisó la península ni por asomo, lo que no obsta para que los próceres de la nación le den al botafumeiro a modo, con la técnica aprendida de quienes les inciensan a ellos.
No me consta, sin embargo, que la mayoría del personal que viaja en grupos organizados se entere muy bien de lo que ve en museos, monumentos y demás, y mucho menos que reflexione sobre ello, porque tampoco me consta que las explicaciones que reciben sean objetivas y bien documentadas. Por ejemplo, hay mucho que hablar del descubrimiento de América todavía, especialmente a raíz de la publicación del libro "África versus América" de la Duquesa de Medinasidonia, que ninguna editorial española se atrevió a publicar -tuvo que hacerlo una entidad musulmana-, pero en Gí¼erva se sigue con la misma cantinela de siempre.
Estas reflexiones se me han ocurrido pensando sobre un lugar de Al-Andalus en el que hay una capilla "sacra" que, en su día, edificó un trepa de categoría para su autoafirmación y autobombo -aunque hidalgo, sólo pudo conseguir nobleza para su descendencia desposando a una cría de 14 años cuando él tenía 40-, que llegó a puesto principalísimo con Carlos V y Felipe II. Le regalaron lugares, tierras, etc. y él tuvo negocios en Las Antillas y Nicaragua, con lo que ello significaba en la época: tráfico de esclavos, saqueo de riquezas indígenas y otras lindezas.
Pues bien, la tal capilla, con obras de arte de enorme valor, era asistida por ¡17 capellanes! Y naturalmente una reja, también artística, separaba a la "católica" familia del populacho que, lo más seguro, asistiría obligado a los actos, por ser cuasiesclavos, si no del todo, de los "señores".
Confieso que a mí, cada vez me dan menos ganas de visitar ciertos monumentos de "turismo cultural", porque cada vez me resulta más difícil sacarlos de contexto: la existencia del citado en los dos párrafos anteriores, como la de otros muchos, se debe a la injusticia, a la opresión, a la explotación de otros seres humanos. Imaginemos el turismo cultural de monumentos dentro de 200 años; por ejemplo: ¿visitarán los pensionistas futuros el rancho de O'Bush (¡pum!), la casa de Berlusconi, las mansiones de banqueros o políticos enriquecidos durante sus mandatos a costa de los contribuyentes, o los monumentos a la riqueza de cuantos hoy acaparan obras de arte porque afanan lo que pueden a costa de los demás? De hecho ya se visitan las que reunió la familia Thyssen, gran proveedora de Hitler, en un museo de Madrid, y cualquiera sabe que la mayoría de las fundaciones "culturales" que existen nacen del deseo de eludir el pago de impuestos y de mejorar la imagen de las grandes corporaciones.
Hay que matizar lo del turismo cultural y que la gente vea las cosas con su contexto, no con su halo mágico, creado por el interés político y el afán recaudatorio.
Sé bien que muchas veces se hinchan el objeto o el lugar a visitar, confiriéndoles con la propaganda unos méritos que difícilmente justifican el gasto o el esfuerzo necesarios para visitarlos: que si aquí se acostaron fulano y mengana -basura rosa del romanticismo, por ejemplo-, que si aquí se paró zutano cuando iba camino de no sé qué guerra (puede que para facer de cuerpo), que si este grandioso retrete -El vater de la Reina, le llaman- se hizo para que Dª Sofía lo usase y luego pasó de largo, hecho ocurrido en Mirambel/Aragón, como con gracejo nos contó en su día el gran escritor Manuel Talens.
También sé que se falsea la historia con el mayor cinismo, sólo por no perder las inversiones ni los beneficios que la mentira reporta a la zona, como lo del camino de Sant Yago, verbigracia, señor Jacques que, a estas alturas, está más que demostrado que no pisó la península ni por asomo, lo que no obsta para que los próceres de la nación le den al botafumeiro a modo, con la técnica aprendida de quienes les inciensan a ellos.
No me consta, sin embargo, que la mayoría del personal que viaja en grupos organizados se entere muy bien de lo que ve en museos, monumentos y demás, y mucho menos que reflexione sobre ello, porque tampoco me consta que las explicaciones que reciben sean objetivas y bien documentadas. Por ejemplo, hay mucho que hablar del descubrimiento de América todavía, especialmente a raíz de la publicación del libro "África versus América" de la Duquesa de Medinasidonia, que ninguna editorial española se atrevió a publicar -tuvo que hacerlo una entidad musulmana-, pero en Gí¼erva se sigue con la misma cantinela de siempre.
Estas reflexiones se me han ocurrido pensando sobre un lugar de Al-Andalus en el que hay una capilla "sacra" que, en su día, edificó un trepa de categoría para su autoafirmación y autobombo -aunque hidalgo, sólo pudo conseguir nobleza para su descendencia desposando a una cría de 14 años cuando él tenía 40-, que llegó a puesto principalísimo con Carlos V y Felipe II. Le regalaron lugares, tierras, etc. y él tuvo negocios en Las Antillas y Nicaragua, con lo que ello significaba en la época: tráfico de esclavos, saqueo de riquezas indígenas y otras lindezas.
Pues bien, la tal capilla, con obras de arte de enorme valor, era asistida por ¡17 capellanes! Y naturalmente una reja, también artística, separaba a la "católica" familia del populacho que, lo más seguro, asistiría obligado a los actos, por ser cuasiesclavos, si no del todo, de los "señores".
Confieso que a mí, cada vez me dan menos ganas de visitar ciertos monumentos de "turismo cultural", porque cada vez me resulta más difícil sacarlos de contexto: la existencia del citado en los dos párrafos anteriores, como la de otros muchos, se debe a la injusticia, a la opresión, a la explotación de otros seres humanos. Imaginemos el turismo cultural de monumentos dentro de 200 años; por ejemplo: ¿visitarán los pensionistas futuros el rancho de O'Bush (¡pum!), la casa de Berlusconi, las mansiones de banqueros o políticos enriquecidos durante sus mandatos a costa de los contribuyentes, o los monumentos a la riqueza de cuantos hoy acaparan obras de arte porque afanan lo que pueden a costa de los demás? De hecho ya se visitan las que reunió la familia Thyssen, gran proveedora de Hitler, en un museo de Madrid, y cualquiera sabe que la mayoría de las fundaciones "culturales" que existen nacen del deseo de eludir el pago de impuestos y de mejorar la imagen de las grandes corporaciones.
Hay que matizar lo del turismo cultural y que la gente vea las cosas con su contexto, no con su halo mágico, creado por el interés político y el afán recaudatorio.
Bonito.
Para quien le interese leer el libro "áfrica versus américa"
http://www.webislam.com/bei/Africa/indice.htm
es muy interesante, demuestra que antes de que Cristóbal colón fuese a llevarles la gripe, las guerras y la exterminación a los indios.
Ya había existido travesías marítimas entre América y África.
La escritora, salió en un reportaje en el canal 2 de rtve, era una auténtica rata de biblioteca, de esas personas que lo que le importan es buscar la verdad, no darse baños de éxito con novelas de mentira.
África versus américa es un arduo trabajo de investigación, no hechos novelados.
y bueno, a ver si se promociona más un turismo cultural para romper la estacionalidad de visitantes a "Gí¼erva".
Gracias morino.