"Poética invernal, sabiduría del pueblo", por Miramamolín, el Moro.
En estas señaladas fechas en las que todo es consumo, despilfarro, gula y dipsomanía, a mayor gloria del malquetín agresivo, aunque el baboseo lo disfrace de conmemoración de no sé que cosas raras, se me vino a las mientes un recio cantar, de cuando yo era congelata y lo escuchaba la noche del 24 por encima de mi cueva. Como es un documento antropológico de primer orden, te lo reproduzco para su análisis:
(con la melodía de "arre, arre, la marimorena...")
He comido pavo,
he comido pavo,
y to las vecinas
me chupan el nabo.
¡Machistas! Aquellos tíos eran unos machistas en tiempos de penuria, cuando el lujo que suponía el manjar de plumas que en él se cita, sólo les parecía comparable al orgasmo que produce el sexo oral.
Congelado en mi túmulo, yo no conocí su equivalente feminista, porque las mujeres que salían a la misa del gallus gallus (¿en la costa, misa del lepidorhombus spp.?) lo hacían con velo, misal y regusto de polvorón con anissette, pero lo consulté con un mi amigo, erudito donde los haya de la choquera tierra, y me lo pasó; el principio es igual: "he comido pavo, he comido pavo", pero concluye de otro modo:
y to los vecinos
me comen el papo,
tomado en su acepción vaginal y no de moflete, como es lo corriente en el cercano Portugal. Esta versión, sólo se cantaba en la intimidad.
En otros documentos antiguos encontré esta joya:
Niño chiquitito,
¡qué bonico eres!,
¡qué picha tan grande!,
¡qué cojones tienes!.
Se ve que había afición a la descripción anatómica en aquel lugar del mundo, de do la explicación de tantos afamados médicos en ella nacidos. Y se ve también que los cantantes adoraban a su dios como futuro/ya realizado (en el más carnal sentido) padre del universo. Pero el de más compleja interpretación, por la cantidad de mensajes que transmite, en perfecto galimatías, es el que sigue:
Hermosísima Santa Ana,
que fuiste Madre de Cristo,
endimpués Virgen y Mártir,
endimpués llegaste a Obispo.
¿No es un reto para la hermenéutica y la criptografía? ¡Que inquietantes los interrogantes que suscita!: ¿quién ha visto el rostro de Santa Ana para saber si es hermosa, o acaso hermosísima? ¿Existió de verdad tal dama? ¿Dice realmente que fue madre de Cristo o, con licencia poética, quiso el autor resumir con la mayúscula y debe leerse "madre de la madre"? ¿No hubiese sido más preciso, entonces, cantar "abuela de Cristo"?. Claro que, en tal caso se rompería la métrica, siempre condicionada por la rima y el ritmo.
Pero la cosa es tremenda cuando afirma que endimpués de madre, la doña fue virgen, milagro éste que deja tamañitos a todos cuantos cuentan los profetas de todas las religiones, salvo que el parto hubiese sido de cesárea. Imagine cada cual las aplicaciones que tal tecnología podría tener (profundicen, profundicen ginecólogos, matronas, genetistas, etc...).
Cronológicamante, tras su arribada a la virginidad, la doña fue mártir, lo cual no sería difícil de explicar. En cambio, sería ardua la tarea de documentar cómo (y estaríamos ante un precedente del Cid, que ganaba batallas después de muerto -dicen, que vaya usté a saber- puesto en su caballo) endimpués llegó a obispo.
¡No obispa, ojo! De modo que aquí tenemos el primer documento acreditativo de que los creyentes no le hacen ascos al fenómeno trans, en contra de cuantas prédicas nos endilguen los epíscopos. No debe extrañar, pues, que en un día no muy lejano las personas trans conviertan al personaje en su patrona o patrón, según el sexo. El canto laudatorio a dama tan cambiante, así lo fundamenta.
La antropología es apasionante y estos cantares decembrinos, entonados hasta las cejas de sidra El Gaitero y anís del Mono, llenan a los cristianos viejos mucho más que las gringadas esas de Franz Capra y demás baboserías del cine. Porque el pueblo es sabio y nunca yerra.
(con la melodía de "arre, arre, la marimorena...")
He comido pavo,
he comido pavo,
y to las vecinas
me chupan el nabo.
¡Machistas! Aquellos tíos eran unos machistas en tiempos de penuria, cuando el lujo que suponía el manjar de plumas que en él se cita, sólo les parecía comparable al orgasmo que produce el sexo oral.
Congelado en mi túmulo, yo no conocí su equivalente feminista, porque las mujeres que salían a la misa del gallus gallus (¿en la costa, misa del lepidorhombus spp.?) lo hacían con velo, misal y regusto de polvorón con anissette, pero lo consulté con un mi amigo, erudito donde los haya de la choquera tierra, y me lo pasó; el principio es igual: "he comido pavo, he comido pavo", pero concluye de otro modo:
y to los vecinos
me comen el papo,
tomado en su acepción vaginal y no de moflete, como es lo corriente en el cercano Portugal. Esta versión, sólo se cantaba en la intimidad.
En otros documentos antiguos encontré esta joya:
Niño chiquitito,
¡qué bonico eres!,
¡qué picha tan grande!,
¡qué cojones tienes!.
Se ve que había afición a la descripción anatómica en aquel lugar del mundo, de do la explicación de tantos afamados médicos en ella nacidos. Y se ve también que los cantantes adoraban a su dios como futuro/ya realizado (en el más carnal sentido) padre del universo. Pero el de más compleja interpretación, por la cantidad de mensajes que transmite, en perfecto galimatías, es el que sigue:
Hermosísima Santa Ana,
que fuiste Madre de Cristo,
endimpués Virgen y Mártir,
endimpués llegaste a Obispo.
¿No es un reto para la hermenéutica y la criptografía? ¡Que inquietantes los interrogantes que suscita!: ¿quién ha visto el rostro de Santa Ana para saber si es hermosa, o acaso hermosísima? ¿Existió de verdad tal dama? ¿Dice realmente que fue madre de Cristo o, con licencia poética, quiso el autor resumir con la mayúscula y debe leerse "madre de la madre"? ¿No hubiese sido más preciso, entonces, cantar "abuela de Cristo"?. Claro que, en tal caso se rompería la métrica, siempre condicionada por la rima y el ritmo.
Pero la cosa es tremenda cuando afirma que endimpués de madre, la doña fue virgen, milagro éste que deja tamañitos a todos cuantos cuentan los profetas de todas las religiones, salvo que el parto hubiese sido de cesárea. Imagine cada cual las aplicaciones que tal tecnología podría tener (profundicen, profundicen ginecólogos, matronas, genetistas, etc...).
Cronológicamante, tras su arribada a la virginidad, la doña fue mártir, lo cual no sería difícil de explicar. En cambio, sería ardua la tarea de documentar cómo (y estaríamos ante un precedente del Cid, que ganaba batallas después de muerto -dicen, que vaya usté a saber- puesto en su caballo) endimpués llegó a obispo.
¡No obispa, ojo! De modo que aquí tenemos el primer documento acreditativo de que los creyentes no le hacen ascos al fenómeno trans, en contra de cuantas prédicas nos endilguen los epíscopos. No debe extrañar, pues, que en un día no muy lejano las personas trans conviertan al personaje en su patrona o patrón, según el sexo. El canto laudatorio a dama tan cambiante, así lo fundamenta.
La antropología es apasionante y estos cantares decembrinos, entonados hasta las cejas de sidra El Gaitero y anís del Mono, llenan a los cristianos viejos mucho más que las gringadas esas de Franz Capra y demás baboserías del cine. Porque el pueblo es sabio y nunca yerra.
Pa mí que "el papo", en Asturias, es la papada.
W.