"Patriotismo", por Miramamolín, el Moro

Se les llena la boca de patriotismo, pero no de cualquier clase de patriotismo, sino de patriotismo constitucional. Lo aplican, especialmente, a lo que ciertos ciudadanos de ciertos lugares pretenden en lo relativo a distribuciones de territorio, competencias políticas, etc. Pero el resto de la constitución (y la minusculeo a propósito porque para lo que sirve, qué mas da la letra inicial), perfectamente modificable y mejorable como toda obra humana, ni lo huelen.

¿Que los españoles tienen derecho a una vivienda digna? Véase cómo andan el mercado, el número de jóvenes que no pueden tenerla, las hipotecas de por vida... ¿Que tienen derecho a un trabajo digno? Véanse las cifras del paro y el número de contratos basura. ¿Que hombres y mujeres son iguales ante la Ley? Anótese lo de la sucesión al trono, como ejemplo que nos dan desde las más altas instancias. ¿Que esto es un estado social y de derecho? Discuta un español con la administración o pleitee con ella. Siempre será culpable salvo que demuestre lo contrario, a base de dinero y abogados, claro. O sea víctima de un delito, regiamente cometido: nadie le ayudará, porque el que delinquió, en este caso, es impune. Y así casi todo.

Pero hay algo que anoto aparte porque, según creo, merece una especial atención: lo de las supersticiones, digo las religiones. Según la constitución, el estado español no tiene superstición, aunque considera como a los enchufados de la clase a quienes practican la superstición católica, porque no en balde la han impuesto, incluso por las armas y las hogueras, durante siglos.

¡Esos inquisidores confesores de reinas! ¡Esos obispos bendiciendo cañones! ¿En qué se diferencian de los ayatolás y talibanes de la superstición que yo practiqué antes de quedarme helado? A mi modo de ver, sólo en que se han refinado y la opresión, hoy, la intentan por métodos, diríamos, pedagógicos, pero el fin último es el mismo: o haces lo que yo te diga y mantienes mi economía y mi poder o te jodes por toda la eternidad. Acojonar, que es lo que mejor saben hacer (claro, se fabrican sus coartadas, y se escudan en las buenas gentes que les creen, obviando el hecho de que las buenas gentes también lo serían sin esas creencias, que el carácter y la personalidad van en los genes y no en los sermones tragados). El último escandaloso ejemplo de su hipocresía lo tenemos en lo del Sr. Wojtyla diciendo que no se hiciera lo de Irak, y el furriel Aznar de los marines USA desobedeciéndole y cuadrándose ante el O'bush (¡Pum!): ¡que pantomima!

Bueno, pues esos patriotas constitucionales, nos están llenando Güerva de conmemoraciones de su particular superstición, de modo que cambian los nombres de las calles por otros de su imaginario, importándoles un pimiento si ofenden la razón o los sentimientos de sus habitantes y saltándose a pídola el patriotismo constitucional que tanto proclamaron en su día.

Ya os conté, con ripios de mi amigo El Vate Orate, algo sobre el asunto, por cuanto que, de aquellos cinco nombres, uno era un símbolo supersticioso de los que aquí refiero. Pero no puedo dejar de mencionar otro de ellos que, además de traicionar a la constitución traiciona una de las cositas más originales de la ciudad: el nombre de la Vía Paisajista, que a su originalidad une lo ajustado al lugar y la eufonía. Ahora, los próceres del patriotismo constitucional, le han puesto algo así como "tres porrazos, caídas, batacazos, costaladas o tropezones ...", no recuerdo exactamente qué clase de traumatismo o accidente osteolesivo.

Lo que prueba, además, que no se han enterado de que el servicio de traumatología ya no está en la Via Paisajista porque el hospital M. Lois, que allí había, no existe desde que se abrió el "área hospitalaria" (ésa es otra) Juan Ramón Jiménez.