"La Parrala", por Miramamolín, el Moro
Que sí, que sí, que sí, que sí,
que a la Parrala le gusta el vino,
que no, que no, que no, que no
ni el aguardiente ni el marrasquino
Y así andamos desde hace unos días, dale que te pego, con el sí y el no y un diluvio de sofismas.
Me vino el recuerdo de la copla que se cantaba por los medios del siglo pasado, cuando al frío de mi hibernación se unía el de la dictadura, por mor de la vara que nos están dando con la inanidad esa del referendo para una falsa constitución de Europa.
A ver: los gobiernos de los países ya han decidido que firman un tratado, no una constitución. La mayoría de ellos lo presentarán a sus parlamentos para que les den el visto bueno (en lo que no encontrarán problemas porque si son gobiernos es porque en los parlamentos tienen las mayorías) como es habitual en la firma de los tratados. Recuerdo aquí que las constituciones se hacen en períodos constituyentes y los ciudadanos les dan el visto bueno antes de que se pongan en marcha.
Otros gobiernos, más demagogos -o con más mala conciencia-, convocan referendos para que sea el Pueblo (ya hablaremos de el Pueblo otro día) quien les dé el espaldarazo, pero con referendos NO VINCULANTES, lo que significa que diga lo que diga el Pueblo ellos harán lo que ya tienen decidido. O sea, que para esos gobiernos, el de España el primero, el Pueblo no será más que una coartada, de do se deduce que todo el montaje no es más que una variante más del timo de las estampita.
Los que piden el sí, pronostican catástrofes si sale el no: falso. Ya han decidido firmar el tratado, y esa será la catástrofe para los derechos humanos, el pacifismo, la democracia, y muchas cosas más. Llegan a la desfachatez de pedir el sí aunque no se conozca el contenido del tratado (como el apologista del terrorismo de Estado, Rodríguez Ibarra).
La derecha del PP y la pseudoizquierda del PSOE juntitos en el asunto, porque a ambos les conviene que sigan siendo los grandes poderes financieros quienes manejen el cotarro en el mundo de los mercaderes europeos.
Otros dicen que se debe votar no, por diversas razones, casi todas honorables: se construye una Europa de Estados, no de Pueblos; se va hacia una militarización de las relaciones internacionales -guerrras preventivas incluidas- con el visto bueno de EEUU; las constituciones nacionales pierden capacidades, incluso en lo tocante a derechos humanos, frente al tratado europeo, etc…
Y sostienen que si se vota no, se podrá hacer otro tratado; pero tampoco es así: si se vota no, todo seguirá la misma marcha, ya que el referendo no es vinculante. Por tanto, también mienten al Pueblo, porque lo que desean es estar en la pomada.
Conclusión: estamos ante una partida de póker entre tahures.
Y cualquier ciudadano medianamente responsable evitaría jugar con ellos a las cartas en un barco del Missisipi: cualquier ciudadano consciente debe evitar jugar con tahures y, por tanto, abstenerse. Eso es lo que teme la jarca de demagogos, porque su tratado quedaría con el culo al aire.
Y eso es lo que debemos hacer los ciudadanos sensatos. Puede que algún político honrado -que los hay, me consta- tome nota y empiece a plantear a otros que también lo sean, un cambio de métodos (podrían empezar por cambiar la ley electoral en España que, por ahora, sólo favorece la partida entre tahures).
Como admirador de La Parrala que soy, yo con los europeos, pero contra el timo de la estampita, me abstengo, que es lo más democrático que puedo hacer. Y lo más digno.
Pásalo, porfa, antes del día 20.
que a la Parrala le gusta el vino,
que no, que no, que no, que no
ni el aguardiente ni el marrasquino
Y así andamos desde hace unos días, dale que te pego, con el sí y el no y un diluvio de sofismas.
Me vino el recuerdo de la copla que se cantaba por los medios del siglo pasado, cuando al frío de mi hibernación se unía el de la dictadura, por mor de la vara que nos están dando con la inanidad esa del referendo para una falsa constitución de Europa.
A ver: los gobiernos de los países ya han decidido que firman un tratado, no una constitución. La mayoría de ellos lo presentarán a sus parlamentos para que les den el visto bueno (en lo que no encontrarán problemas porque si son gobiernos es porque en los parlamentos tienen las mayorías) como es habitual en la firma de los tratados. Recuerdo aquí que las constituciones se hacen en períodos constituyentes y los ciudadanos les dan el visto bueno antes de que se pongan en marcha.
Otros gobiernos, más demagogos -o con más mala conciencia-, convocan referendos para que sea el Pueblo (ya hablaremos de el Pueblo otro día) quien les dé el espaldarazo, pero con referendos NO VINCULANTES, lo que significa que diga lo que diga el Pueblo ellos harán lo que ya tienen decidido. O sea, que para esos gobiernos, el de España el primero, el Pueblo no será más que una coartada, de do se deduce que todo el montaje no es más que una variante más del timo de las estampita.
Los que piden el sí, pronostican catástrofes si sale el no: falso. Ya han decidido firmar el tratado, y esa será la catástrofe para los derechos humanos, el pacifismo, la democracia, y muchas cosas más. Llegan a la desfachatez de pedir el sí aunque no se conozca el contenido del tratado (como el apologista del terrorismo de Estado, Rodríguez Ibarra).
La derecha del PP y la pseudoizquierda del PSOE juntitos en el asunto, porque a ambos les conviene que sigan siendo los grandes poderes financieros quienes manejen el cotarro en el mundo de los mercaderes europeos.
Otros dicen que se debe votar no, por diversas razones, casi todas honorables: se construye una Europa de Estados, no de Pueblos; se va hacia una militarización de las relaciones internacionales -guerrras preventivas incluidas- con el visto bueno de EEUU; las constituciones nacionales pierden capacidades, incluso en lo tocante a derechos humanos, frente al tratado europeo, etc…
Y sostienen que si se vota no, se podrá hacer otro tratado; pero tampoco es así: si se vota no, todo seguirá la misma marcha, ya que el referendo no es vinculante. Por tanto, también mienten al Pueblo, porque lo que desean es estar en la pomada.
Conclusión: estamos ante una partida de póker entre tahures.
Y cualquier ciudadano medianamente responsable evitaría jugar con ellos a las cartas en un barco del Missisipi: cualquier ciudadano consciente debe evitar jugar con tahures y, por tanto, abstenerse. Eso es lo que teme la jarca de demagogos, porque su tratado quedaría con el culo al aire.
Y eso es lo que debemos hacer los ciudadanos sensatos. Puede que algún político honrado -que los hay, me consta- tome nota y empiece a plantear a otros que también lo sean, un cambio de métodos (podrían empezar por cambiar la ley electoral en España que, por ahora, sólo favorece la partida entre tahures).
Como admirador de La Parrala que soy, yo con los europeos, pero contra el timo de la estampita, me abstengo, que es lo más democrático que puedo hacer. Y lo más digno.
Pásalo, porfa, antes del día 20.