2. ¿SIMÚN, CICLÓN, TORNADO...?

El otro día contaba el terremoto granadino formado por la discrepancia entre dos profesores de literatura. Expongo a continuación las reflexiones que me ha suscitado, por si le sirven a alguien:

El terremoto había empezado con la demonización manipuladora del marxista y las presiones al juez (por cierto, el mismo del caso Malaya tan elogiado por ello y ahora vilipendiado zafiamente incluso por una errata mecanográfica en la sentencia): la facción pro-poeta y afecta al régimen psoeprisista ha montado una campaña de mil pares en la que se tergiversa todo: "poeta condenado por defender a Gª Lorca", que el "otro" decía que lo mataron por maricón, cuando ya en 1966 Ángel Saldaña, exconcejal republicano, narra cómo Trescastro alardea en un bar de Granada: "Acabamos de matar a FGL. Yo le metí dos tiros en el culo por maricón", como cuenta Ian Gibson en la pag. 240 de la 2ª edic. -1979- de su "El asesinato de Gª Lorca". Etc...

Que yo sepa, no han arremetido contra el cineasta Ruiz Barrachina que demostraba en un documental que la muerte de Lorca la propiciaron unos primos suyos -burgueses, como él mismo-, que vieron ridiculizada a su familia en "La casa de Bernarda Alba".

En cambio, como el injuriador condenado es un poeta conocido no se le puede condenar si delinque pero sí aplaudirle a fondo:

como a Farruquito, por ejemplo,
como a la Pantoja, por ejemplo,
como a Galindo, Vera y Barrionuevo, por ejemplo;

todos muy conocidos también y ¿ejemplos a seguir?.

Mas no apoyan a Losantos, que reúne las mismas condiciones, y eso que éste a quien ha injuriado ha sido a los "nacionalistas malos" de Carod Rovira, al derechoso Gallardón, al monárquico Zarzalejos ex-dire del ABC, a un juez y al periodista Tom Martín (que no sé quién es), y no a un marxista (¡vaya izquierdistas!), por cuyas injurias ya ha sido condenado y sigue a la espera de más juicios por lo mismo.

Tal parece que al concepto de "licencia poética" hay que añadirle ahora un nuevo contenido: licencia para injuriar. Y, aun sabiendo que las banderías/mafias en el mundo del arte siempre han existido alimentadas por el famoso ego de los artistas, ¿no sería más civilizado que si un profesor no está de acuerdo con las tesis de otro, investigue y publique en revistas especializadas, congresos, simposios, etc.. y, si le parece bien, en libros divulgativos, mas no recurrir a las injurias?

Pues bien, los defensores/tergiversadores del profe-poeta*-injuriador, ¿serán conscientes de que están haciendo apología de la injuria? ¿Ése es el papel que corresponde a "la intelectualidad" en nuestra sociedad? ¿Lo hacen por aquello de hoy por ti, mañana por mí? ¿Reparan en el daño moral que causan a quienes, de buena fe porque les gusta la poesía del autor en cuestión, caen en la trampa y participan en blogs, foros o comentarios en los falsimedia haciéndoles el juego? Para mí que sí, pero les importa un rábano: ellos a lo suyo, medrar.

Dije el otro día que volvería sobre mi escaso conocimiento del profesor-poeta-injuriador. No he leído casi nada de él porque hace años, cuando me aproximé, no me interesó y, por tanto, no insistí, pero el hombre sale mucho en los falsimedia y, a veces, enfrentándose a otros: así, ya tuvo sus más y sus menos con los poetas de la diferencia como miembro que es del clan de los de la experiencia.

Y, sobre todo, formó un buen pifostio con otra profesora de literatura -como él-, viuda de Alberti, por el aquél del legado y de la fundación del difunto: sus argumentos eran que su colega docente no era decente manipulando textos del gaditano, lo que también sostiene Muchnik, que el testamento no podía haberlo dictado Alberti por estar chocheando (¿y porqué no denunció por prevaricación al notario?, me pregunto), etc.... Mi impresión, sólo una impresión subjetiva, es que al mozo le sentó como un tiro que se casara don Rafael porque, presuntamente, pensaría que él iba a administrar su legado y se vio fuera por mor del matrimonio tardío.

En suma, que le gustan la bronca y el espectáculo, líricos si se quiere, pero bronca y espectáculo. Es otra impresión subjetiva. Su amor al espectáculo, victimista en este caso, llega al punto de recibir a la prensa en el aula y ante los alumnos -¡qué forma de influenciarles/manipularles!-, contradiciendo su propia tesis de que la universidad debería poner en su sitio al rival por decir cosas en el aula. O sea, que el otro no puede ejercer la libertad de cátedra en el aula y ¡él puede convertirla en un teatro para exhibir, como falsa víctima, problemas personales!.

Pero su plan de obtener la licencia para injuriar se lo ha chafado otro profesor de literatura, más sereno, que se ha querellado y ha ganado el juicio.

Uno de mis contactos granadinos , eruditísimo docente humanista, me resume así el asunto:

"(el marxista) se ha dedicado a meterle un dedo en el ojo, pero la causa es buena: deconstruir el gazpacho ideológico progre, aportar un análisis coherente, que se pueda discutir racionalmente.¿Te acuerdas de que Lenin escribió un libro que se titulaba "El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo"?

O senil! O post mortem! Pero el rigor que (el marxista) practica -que no es garantía de acierto en los objetivos, pero sí acierto en los medios- no es el rigor mortis, sino al contrario, el rigor que exigen la vida y la política tomadas en serio. Rigor, rigor! Con rigurosos se puede discutir lógicamente; con gazpachistas, no.

Porque el gazpacho ideológico acaba por defender lo de uno como si fuera lo de todos. Que es lo que ha pasado".

Salvo por lo que de patético tiene todo este asunto**, tan propio de la España cañí, y por la corrupción que hay detrás y se transmite a las nuevas generaciones, a mí -como pleito personal- me importa un pito.

Pero al profe-poeta-injuriador y su cohorte no les perdono el batacazo que me di desde lo alto de la palmera. Y menos mal que había arena y no cemento, como el de la cara de tantos artistas del establishment.
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*) Lo de "profe-poeta" puede, simbióticamente, dar lugar a "profeta" y de ahí a mesiánico ...
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