Vergüenza olímpica
"Creemos en los sueños", leo en un boletín de propaganda castrista. Sí -pienso-, qué fácilmente los sueños se convierten en pesadillas. Pero no voy a hablar de Cuba. Sólo quiero recordar, ahora que empiezan las Olimpiadas, que estas se celebran en un estado totalitario y criminal, que mantiene el mismo régimen que asesinó a millones de personas y que tiene un récord olímpico en atropellos a los derechos humanos. Hoy no se habla de eso, nadie recuerda Tiananmen. Se han dado instrucciones a los atletas para no hablar de política, so pena de expulsión. Pero no son los chinos quienes van a expulsarlos. Los propios comités olímpicos de cada país se encargarán de defenestrar a su atleta disidente, dado el caso. China es un mercado demasiado goloso para que las democracias occidentales se atrevan a hacerle un feo. Nunca la hipocresía internacional ha brillado con una luz tan potente y detestable. Condenemos a Cuba, a Irán, a Corea del Norte, pero que no se toque un pelo de la ropa a nuestro gran supermercado chino, a nuestro gran aliado del Oriente Próximo, Arabia Saudí (un país tan integrista y abusador como el Afganistán de los talibanes pero con petróleo), etc.
¿Habrá un atleta que al ganar el oro haga un gesto, recuerde los derechos humanos, el derecho internacional? Ojalá sí. Y que lo expulsen entonces, con su oro de metal y su oro moral, más brillante que ninguna otra medalla. Ese es el héroe olímpico que yo espero ver en China.
hoy, a estas alturas de la historia, ya sabemos que en Comité Olímpico se bebe Coca Cola.
Un abrazo