Unas horas en Murcia
No sé cuántos habitantes tiene Murcia pero parece una ciudad bastante grande, y aun así acogedora. Seguro que había varios sitios que visitar expresamente pero yo me dediqué a deambular sin rumbo, a empaparme del ruido y a tostarme al sol. A última hora de la tarde fui hasta el Museo Ramón Gaya, sospechando que si esperaba a la hora de la lectura no tendría tiempo de verlo. Gaya es un artista de referencia para los escritores de mi generación, al menos para aquellos que no creemos que el mundo se acabara con las vanguardias. Me quedo con sus dibujos, esos bosquejos que muestran la vida completa en cuatro trazos. Una línea de Gaya, ahí donde parece que el lápiz la trazó sin querer, como en un descuido, dice tanto como cien pinceladas de otros.
Al salir me encontré con Soren Peñalver, que venía de buscarme en el hotel. Nos dimos un abrazo, Soren empezó a hablar y ya no dejó de hacerlo en varias horas. Pero cada palabra que dijo me fascinó.
Increíble personaje, Soren. Ha viajado por medio mundo, ha vivido en Creta y en Nueva York, ha estrechado la mano de Pasolini, ha tenido correspondencia con Ezra Pound, lo ha leído todo, ha escrito mucho... y no ha publicado nada. O casi nada. Y es un placer escucharlo, da igual de lo que hable: de cine, de libros, de personajes, de cocina...
A la lectura asistieron varios amigos a los que sólo conocía por carta o por teléfono: Eloy Sánchez Rosillo, José Óscar López, Héctor Castilla... También Dionisia García, a la que he leído mucho, que es otra forma de conocer a alguien. Con Ángel Paniagua ya había coincidido alguna vez y puedo aseguraros que no es un heterónimo de Luis Antonio de Villena, como aún piensan algunos despistados.
Cené con Rosillo, Soren y Manuel Fernández Delgado, director del Museo, que me presentó en la lectura; un hombre cordial, agudo, de pocas palabras, aunque todos nos volvemos de pocas palabras estando Soren presente. Con Eloy tuve oportunidad de hablar por extenso, lo cual es un placer, porque es cercano y brillante. Y de su obra, de la que soy deudor, no digo nada porque ella lo dice todo (y yo también lo he dicho en alguna reseña). Tras la cena, y agregados Héctor, Ángel y Cristina Morano, unas copas. Demasiadas copas: me levanté a las 6 para coger el avión, habiendo dormido dos horas.
Me traigo algunos regalos: una edición facsimilar del Cuaderno de viaje de Ramón Gaya, un poemario de José Óscar y un libro sobre Rimbaud, fabuloso, con reproducciones de cartas, dibujos e ilustraciones, regalo de Soren.
Algunos amigos me dicen que este blog es todo buen rollito chupi-guay, que echan de menos algo de maledicencia. ¡Pero es que el mundo no me deja!
(La foto de la lectura, con dos flores y todo, es de Pepa Chacón, cortesía de Santiago Bertault. Thanx a lot!)
Ya tienes una gran fan en Murcia, nuestra amiga Pepa!!! Te mando Santi todas las fotos? En caso contrario señales de humo y se las mando.
Abrazo enorme y puñao de besos para Eva