Una foguera, una boda y una aparición
Nuestro plan para esta noche es bajar a la Barriada de Pescadores de Islantilla a ver la foguera de San Xuan (bueno, aquí no le llaman así, evidentemente). Suelen quemar una barca en la playa y es bastante espectacular. No se descarta un bañito nocturno, con estos calores.
Hace hoy tres años estaban aquí mis padres y la familia de mi hermano, además de Rakel. Esa noche cenamos en La Montanera y Rakel improvisó, en el mismo restaurante, una pequeña foguera con una hoja de papel. Hasta que mi padre le dijo con toda suavidad: "Muy bonito, Raquelina, pero vamos apagándola, eh".
Al día siguiente nos dirigimos todos a Isla Cristina, donde un concejal nos casó a Eva y a mí. Fue una cosa sencilla, sólo con los más cercanos. Faltaban Juan y mis tíos pero, a cambio, tuvimos un regalo inesperado. Habíamos quedado de acuerdo en que mi ahijado Diego leyera en la ceremonia un poema de Cernuda y Eva pequeña leyera otro de Fernando Beltrán. Éste no lo sabía, aunque el día antes me llamó para preguntarme la hora del evento y acordarse de nosotros en el momento preciso de la boda. Y tanto que se acordó. Cuando íbamos a entrar en el Ayuntamiento, de detrás de un árbol surgió Fernando Beltrán. Había viajado toda la noche en tren para estar con nosotros ese día. Ya sólo faltaba que de otro árbol surgiera Cernuda. Más tarde, cuando le tocó el turno de leer, le dijimos a Evina que primero pidiera la venia del autor.
¡Qué guapos estábamos! Mañana también celebraremos esa efeméride. Feliz noche de magia a todos.
Feliz aniversariu, guapos.