Memorias de un autoestopista
No me cogió nadie.
Hubo un coche con una pareja que hizo amago de detenerse. Pero cuando me acercaba aceleraron y adiós muy buenas. Debieron recordar, en una fracción de segundo, todas las películas americanas de autoestopistas psicópatas. De vez en cuando pasaba un taxi de Lepe o de Isla (hubiera invertido con gusto unos euros en eso) pero siempre ocupados.
A los tres cuartos de hora me cansé y me di un paseo hasta La Antilla (1 km. de Islantilla), donde pensé que podría encontrar a algún isleño de camino a casa, incluso hacerle el favor de llevar yo el coche si había bebido demasiado. En el bar de unos amigos, el hijo de los dueños, casualmente, se iba para Isla Cristina. Así acabó mi segunda experiencia de auto-stop.
La primera fue aún más lamentable. Y eso que entonces sí que me cogieron. Fue hace veinte años y un amigo y yo pasamos la noche de copas en Luanco. A altas de la madrugada se imponía o bien dormir en la calle o bien hacer auto-stop hasta Gijón (donde hay mejores enlaces y más temprano) u Oviedo (ya no harían falta ni enlaces). Así que nos pusimos a la salida de Luanco dispuestos a esperar un milagro. Y el milagro se anunció sonoramente antes incluso de ser visible. Oimos un coche acercarse a toda leche, derrapando, con ese chirrido de neumáticos forzados tan característico. Cuando apareció ante nuestra vista y se detuvo (¡oh, milagro!), sólo tuvimos dos segundos para decidirnos a subir. Era un coche destartalado, con música heavy a toda leche (heavy español) y dos tipos en el interior que uno no querría encontrarse en una calle oscura. Los dos segundos iban a pasar.
Subimos. Olía a porro que espantaba.
Hasta Candás no fue tan grave. El conductor, en vez de dibujar las curvas, las atajaba. Y a 200 por hora. En cierto momento fui consciente de que, hiciera lo que hiciera, iba a morir. Y con esa certeza desapareció el miedo. Cerré los ojos y me dispuse a esperar el choque. Los dos tíos hablaban sin parar y eran tan simpáticos como cabía esperar de dos que llevan encima diez o doce whiskies.
Pero en vez del impacto llegó la iluminación nocturna de Candás. Atravesamos el pueblo disfrutando por última vez (eso creíamos) de las conocidas calles. En eso el conductor dice: "¡Viste una pareja follando!". Y pega un frenazo y un volantazo (ambas cosas a un tiempo) y da la vuelta. Se para delante de una furgoneta aparcada, baja la ventanilla y grita... Bueno, no recuerdo lo que gritó pero imaginaos algo como: "¡Exprímesela bien!" o "¡Ponla mirando pa Valladolid!", o cosa parecida. Y tras contribuir a la noble causa del amor, dio otro frenazo y otro volantazo y retomó la carretera hacia Gijón. No hubo más: sólo le había apetecido (es natural) tener su pequeña participación, hacer una necesaria, yo diría que imprescindible, apostilla al suceso amoroso. En mi retina se quedó la imagen, muy fugaz, de los rostros demudados de un chico y una chica atisbando por la ventanilla de la furgoneta, con los ojos como platos.
Me ahorraré el resto de las incidencias del viaje. Sólo decir que tuvieron a bien ir a Gijón cruzando por cierto polígono industrial en el que parece ser que trabajaban, con la única intención de saludar a su colega, el guardia de seguridad (el cual nos dio a mi amigo y a mí mucha seguridad: al menos sería un testigo si aparecíamos descuartizados al día siguiente). Finalmente nos dejaron sanos y salvos en la estación del Alsa de Gijón cuando amanecía y empezaban a salir los autobuses para Oviedo. Nuestro agradecimiento quedó acallado por sus rotundas afirmaciones de que éramos "unos tíos de puta madre", cosa que es el día de hoy que aún no sé de dónde lo dedujeron, puesto que mi amigo y yo no abrimos la boca (no nos atrevimos) entre Luanco y Gijón. Pero cogimos nuestro enlace.
A veces recojo a algunas rumanas de la fresa o alguna viejecita de Lepe que va a La Antilla. No muy a menudo, la verdad. Bajo la música y no doy frenazos.
Me miran raro porque alguna vez -no saben por qué pero les da lo mismo mientras las lleve- me entra una risa floja de lo más tonto.
Ahoj,
Para partirse; pero piensa si hubiesen aparecido los dos heavys conduciendo por La Antilla.............. Y van y paran............
Besinos,Ra.