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Manolo Moya, Benjamín Prado y un gato encerrado

Hacía mucho que no escribía aquí y algunos, como Arati, me han reñido. Gracias por echarme de menos. Creo que hoy os resarciré.
La razón de no ocuparme del blog es que ha estado pasando unos días en casa mi hermana Raquel (tengo un hermano de sangre y dos añadidos y Raquel es de estos últimos). Además de trabajar, nos hemos dedicado a estar con ella, a que nos cuidara y a cuidarla (esto último tal vez con poca fortuna). Ayer la dejé en el aeropuerto de Sevilla y a la vuelta sentía el peso de la orfandad.
Hoy he ido a Huelva a una lectura de Benjamín Prado y Manuel Moya. A Manolo, afortunadamente, lo veo a menudo. Con Benjamín hacía quizá cinco o seis años que no coincidía, desde una conferencia que pronunció en Oviedo y en la que yo ejercí de presentador. No ha cambiado -no tenía porqué- y sigue siendo ingenioso, inteligente y divertido y sigue contando muy bien las anécdotas. Un gustazo oir los poemas del uno y del otro y ver a los amigos de "la capital": Francis Vaz, Paco Huelva, Ángel Poli, Santiago Aguaded... Moya y Prado son una combinación quizá insólita pero que funcionó. Las lecturas poéticas son un mal necesario -ningún buen poema gana leído-. Pero necesario. Y yo soy de los que escuchan los poemas, soy así de raro (otro día os contaré las confidencias de amigos poetas respecto a lo que divagan y cómo ponen la mente en blanco cuando asisten un recital ajeno. Aunque, pensándolo bien, todos lo hemos hecho alguna vez).
Luego había una cena y yo, con harto dolor de corazón, decidí irme. Eva se había quedado en casa y no se encontraba muy bien. A partir de ese momento todo se torció hasta llegar a una situación de esas que se convierten en una pesadilla o en un sainete.
Me encaminé al parking público donde había dejado el coche. Iba hablando por el móvil y distraído, así que no me di cuenta de que me metía en un garaje privado que había justo al lado del otro. Cuando entré debía estar abierto porque alguien acababa de dejar allí su coche. El caso es que de pronto me vi en un garaje extraño y, horror, cerrado. Lo lógico hubiera sido buscar la salida normal. Pues no. Me puse nervioso y cogí la de emergencia, una de esas que se abren bajando una palanca. La puerta se cerró tras de mí con un chasquido ominoso: por ese lado tenía cerradura de llave y no se podía salir.
Recorrí los tres pisos de escalera para encontrarme con puertas cerradas a cal y canto, hasta que desemboqué en el piso superior, que daba a la calle. A la calle no: al patio interior de la Casa Colón, por donde no pasa nadie porque está rodeado por un muro. Estaba completamente atrapado. Una gruesa celosía de madera sin cristales me separaba del patio.
No quiero extenderme. En la Casa Colón no hay vigilante nocturno y, por otra parte, ya digo que todas las puertas estaban cerradas. Llamé a la policía local y les expliqué la situación. Finalmente llegaron dos agentes, amabilísimos (no se rieron de mi torpeza y mira que sobraban motivos), que saltaron el muro para llegar a la parte exterior de la celosía. Analizada la situación y visto que no aparecía nadie con llaves, no había solución aparente, salvo escalar la celosía y pasar al patio. El único problema es que la celosía tenía unos diez metros de altura, tal vez más, y juro que no es exageración.
El comentario de los policías, minutos después, mientras me acompañaban (yo aún temblando) hasta el parking:
-¿Tiene usted hijos?
-Una niña. No es mi hija pero como si lo fuera.
-Pues tráigala mañana para que vea por donde ha subido y bajado usted. No se lo creerá.
Y yo aún no me lo creo. ¿Conocéis esas vallas que hay en las esquinas curvadas de las aceras, que llegan a la altura de la cintura? Una vez, pasando por encima de una de ellas (porque era muy larga y había que rodear mucho para cruzar la calle) me enredé y quedé colgado de la barra como un cochinillo puesto a asar. Ese es el tipo de patoso que ha escalado y descendido una valla de diez metros de altura.
Ah, la vista era bastante buena.
archivado en:
Ra
Ra dice:
13/03/2009 12:09

AHOJ, GRACIAS HA SIDO GLORIOSO, ME HE REIDO UN HUEVO, O DOS FRITOS.
BESINOS, RA.

PACO HUELVA CALA
PACO HUELVA CALA dice:
13/03/2009 13:43

Ya me pareció anoche, antes de despedirnos, atisbar ciertos rasgos felinos en tu porte... jeje

Maria
Maria dice:
13/03/2009 14:01

¡Parece un capítulo de cualquier libro de Vila-Matas! ¡Qué bueno!... Una pena no haber podido asistir a la lectura de mi Manué pero, bueno, la semana que viene tendremos el gusto de tenerlo por aquí, por Sevilla, para charlar y tomarnos unos vinetes.
P.e Podrías escribir un relato corto con tu historia (un poco pesadillesca, eh).
Un abrazo

Ra
Ra dice:
13/03/2009 20:23

JA, JA, JA, JA, JA...............................................
............................JA

arati
arati dice:
14/03/2009 01:38

Pero buenoooo... ¡¡superPiquero!!! Si resulta que tienes superpoderes y no nos lo habías contado hasta ahora, ay, ¡pillín!.

Cuando tenga una mala noche y el estrés o los miedos nocturnos me estrangulen convirtiendo mi habitación en un pozo sin fondo... te imaginaré intrépido-trepante sin celosías que se te resistan mientras te jalean los agentes de la autoridad... y seguro que me duermo con una sonrisa en los labios. JAJAJAAJAJAAAA, lo que me he reído.

Xandru F.
Xandru F. dice:
14/03/2009 15:21

Increíble. La prueba del nueve de la poesía de la experiencia... ;)

Josep Carles
Josep Carles dice:
14/03/2009 22:01

Las salidas de emergencia no llevan a ninguna parte. Un buen cuento de terror. Besos para Eva y para ti.

my
my dice:
15/03/2009 21:30

Ufffff !!!!!! No quiero ni ponerme en situación...Y eso que ya creo que estoy curada de los parkings!!!!! Pronto veremos un poema claustrofóbico...seguro.
Bss. MY

tomas rivero
tomas rivero dice:
18/03/2009 12:05

Cuando uno distraido se mete en un garaje ajeno, evidentemente a mí no me interesa el dedo señalando a las estrellas, me interesa la conversación telefónica por el telefono movil. Que fue el movil. El resto es artificio o realismo social, tanto da. Digo.

Cordelia
Cordelia dice:
28/06/2010 20:57

foto no he visto ninguna áun pero me estoy riendo una cosa mala con esta aventura

¡que tiemblen los héroes de pacotilla, ésos que llevan mallas o capas!