Maldito
Días laboriosos que no me permiten escribir aquí. Debido a los plazos de entrega, me veo obligado a pasar con Henry Miller más tiempo del que quisiera. Cuando me meten prisa no trabajo más rápido: echo más horas. Tengo la suerte y la maldición de que me gusta lo que hago y me gusta hacerlo bien. Si todo me importara un pito mi vida sería más fácil. No lo quieran los dioses.
Por lo demás, he terminado mi cuarto poema del año, y me parece prodigioso. No es inmodestia. Creo que los tres primeros estaban bien, simplemente. Este es prodigioso y trata de nosotros mismos: se trata de poesía, de algo vital.
El sol, mi amado sol, mi fluido de vida, no me abandona. ¿Qué más me da a mí echar horas y horas en el despacho si luego escribo un poema al sol, si como al sol, si leo a Faulkner al sol? Es curioso ser pobre y no sentirlo: trabajar más que un cavador, no tener ningún lujo, no ir a ninguna parte porque no puedo, mirar y mirar cada céntimo, no tener ropa decente ni para ir a una lectura en un pueblo, no poder pagarme ni el dentista, deber dinero a todos los bancos... De los poetas que conozco (y conozco a casi todos) creo que soy el más mísero. Y el más indolente.
Porque... estoy en el edén, hago lo que quiero, tengo amigos que amo y me aman y no son ningún coñazo sino tooodo lo contrario, tengo familia que amo y me ama sin tasa, estoy rodeado de libros, hago unas cuantas cosas que los demás simplemente sueñan con hacer en sus deseos más fieros (lo siento, aquí sin detalles), tengo un trabajo que adoro, estoy enamorado, no voy a actos literarios, hay un mar inmenso todo mío, estoy moreno y flaco, no madrugo, digo lo que me apetece...
Joder, soy un maldito, maldito, maldito suertudo.
¡Enhorabuena!
\ ;-)