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Maldito

Días laboriosos que no me permiten escribir aquí. Debido a los plazos de entrega, me veo obligado a pasar con Henry Miller más tiempo del que quisiera. Cuando me meten prisa no trabajo más rápido: echo más horas. Tengo la suerte y la maldición de que me gusta lo que hago y me gusta hacerlo bien. Si todo me importara un pito mi vida sería más fácil. No lo quieran los dioses.


Por lo demás, he terminado mi cuarto poema del año, y me parece prodigioso. No es inmodestia. Creo que los tres primeros estaban bien, simplemente. Este es prodigioso y trata de nosotros mismos: se trata de poesía, de algo vital.


El sol, mi amado sol, mi fluido de vida, no me abandona. ¿Qué más me da a mí echar horas y horas en el despacho si luego escribo un poema al sol, si como al sol, si leo a Faulkner al sol? Es curioso ser pobre y no sentirlo: trabajar más que un cavador, no tener ningún lujo, no ir a ninguna parte porque no puedo, mirar y mirar cada céntimo, no tener ropa decente ni para ir a una lectura en un pueblo, no poder pagarme ni el dentista, deber dinero a todos los bancos... De los poetas que conozco (y conozco a casi todos) creo que soy el más mísero. Y el más indolente.


Porque... estoy en el edén, hago lo que quiero, tengo amigos que amo y me aman y no son ningún coñazo sino tooodo lo contrario, tengo familia que amo y me ama sin tasa, estoy rodeado de libros, hago unas cuantas cosas que los demás simplemente sueñan con hacer en sus deseos más fieros (lo siento, aquí sin detalles), tengo un trabajo que adoro, estoy enamorado, no voy a actos literarios, hay un mar inmenso todo mío, estoy moreno y flaco, no madrugo, digo lo que me apetece...


Joder, soy un maldito, maldito, maldito suertudo.

archivado en:
admin
admin dice:
24/06/2013 04:26

¡Enhorabuena!

\ ;-)

Ra
Ra dice:
24/06/2013 10:33

Ahoj,
"Por la cándida inocencia y la eterna juventud".
Felicidades.
Besinos, Ra.

Juan F. Herrezuelo
Juan F. Herrezuelo dice:
25/06/2013 19:30

Bueno, no es mala compañía la de Miller, desde luego no una compañía aburrida. Envidio tu suerte, en lo que a tu actividad diaria se refiere, porque es todo a lo que yo aspiraba, ciertamente. Carezco de la más mínima ambición económica (así me va) y no imagino mejor vida que un desahogo venido a menos que me permitiera pasar el día leyendo y escribiendo, aunque fuera con estrecheces. Yo hubiera hecho un buen Lampedusa, pero estoy atrapado en servidumbres laborales que aprietan y casi ahogan también. En terrenos creativos, me pasa como a ti con tu último poema: me gusta lo que ando escribiendo estos meses, y está bien que se diga, qué diablos.

Victor Pena
Victor Pena dice:
25/06/2013 21:17

Maldito seas por siempre.

Salud.

Jose Luis Piquero
Jose Luis Piquero dice:
26/06/2013 04:21

Queridos cuatro: muchas gracias por vuestra compañía.
Juan, hay que decirlo, naturalmente. Es lo poco que nos queda.

Jose Carlos
Jose Carlos dice:
26/06/2013 23:09

Lo siento amigo, pero nunca ha salido nada artisticamente loable de la felicidad. Disfruta mientras puedas, pero no pretendas crear, para ello deberas sufrir.

Jose Luis Piquero
Jose Luis Piquero dice:
27/06/2013 00:01

Josep Carles, no he dicho en ningún momento que sea feliz.

pedrete
pedrete dice:
29/06/2013 15:59

Leo ahora lo del sufrimiento. Y me hace cierta melancólica gracia. Copio aquí, por parecerme justas y apropiadas, las irónicas palabras que al respecto dice Carlos Gómez Amat: "La felicidad de Mendelssohn ha sido siempre un lugar común muy socorrido para explicar su música. Los comentaristas más concienzudos y más avanzados en ese tipo de investigaciones no han encontrado en las bellas páginas mendelssohnianas ni la más leve sombra de algún disgustillo familiar. Un hombre tan equilibrado como Roland-Manuel llegó a escribir: "Quizá le faltó una sola cosa: la adversidad. Algún obstáculo que, al estimular su energía, reforzara sus iniciativas". Es decir, hay quien parece creer a pies juntillas en un principio que podría establecerse así: "a más desgracia, más arte". De esta manera, el pueblo que quiera sobresalir en la cultura debe procurar que no haya concursos, encargos ni subvenciones, velar cuidadosamente porque músicos, poetas y pintores pasen la mayor cantidad de hambre posible sin llegar a la inanición, y recomendar a sus respetables señoras [o señores, habría que añadir] que hagan de su vida un infierno".

La burla está justificada. No hay recetas para hacer buen arte, ni ingredientes secretos; tampoco el dolor o la falta de él. Si yo tuviera, ya que de músicos se habla, que escoger un nombre por encima de todos, sería el de Johann Sebastian Bach. Es difícil conocer la intimidad más profunda de nadie, máxime tratándose de gentes muertas hace siglos; pero no parece que Bach hubiese de ser más desdichado que Chopin, con su tuberculosis y su muerte temprana, o Beethoven, con su sordera y su soledad no exactamente deseada (y aquel sobrino que le dio el diablo), más bien lo contrario. Ni Velázquez, de vida, al menos exteriormente, tan poco dramática. Nacer para ello (o sea, tener ciertas disposiciones más o menos naturales: no todos podemos correr los 100 metros en menos de 10 segundos, hagamos lo que hagamos) y trabajar mucho, ésos son los verdaderos secretos. Comprendo que tienen poco glamour y menos romanticismo: qué se le va a hacer. A cambio, tienen algo de sentido común. Lo demás, a mi parecer, tristes tópicos, como casi dijo Lévi-Strauss.

Jose Luis Piquero
Jose Luis Piquero dice:
29/06/2013 17:23

Vamos por partes, amigo Pedrete. Sí, es un topicazo suponer que el artista ha de ser alguien atormentado e infeliz. Y que, por contra, no se puede crear desde la dicha y la estabilidad. Si fuera así, media humanidad haría arte, porque media humanidad es desdichada y sufre.
Ahora bien, todo tópico tiene sus visos de realidad. Es igualmente cierto que la creación surge de una cierta insatisfacción, de un cierto malestar, y que grandes artistas han destilado su arte precisamente de lo peor que llevaban dentro (infelicidad, frustración, rencor, pena...). Y también suele ocurrir que una vida satisfactoria no nos invite a la creación (sino al disfrute) o produzca una creación no excesivamente indagatoria, pues indagar demasiado en la realidad suele dar por resultado el desconcierto, la duda, la zozobra. Y una creación que no indaga hasta el fondo tiende a ser meramente decorativa y correcta.
Así pues, decir que hay que ser obligatoriamente desdichado para ser un artista no se sostiene. Ni que una persona feliz no pueda ser un gran artista. Pero con frecuencia, y casi en la mayoría de los casos, la realidad es esa: que el gran arte proviene del malestar, de la zozobra, de la inquietud, de una indagación que acaba siendo como el aguijón del escorpión y dirigiéndose hacia uno mismo.

pedrete
pedrete dice:
30/06/2013 02:16

Hombre, no me desvele usté, que si yo no lo hago será porque lo prefiero, y no molesto a nadie. Dicho esto, "malestar, zozobra, inquietud e indagación", que me parecen cosas muy necesarias (aunque matizaría algo), NO SON tormento e infelicidad. Quien te reprochaba, o reprochaba sin "te", la falta de desdicha, no se equivocaba sólo porque ciertamente no falte (eso es pena de cada cual), sino porque la inquietud e indagación creadoras no son patrimonio de los desdichados. Que Beethoven sufriera mal de amores (su carta "A la amada inmortal" bastaría como muestra) no significa que, de haber sido felizmente correspondido, hubiese sido necesariamente peor músico. No hagamos publicidad de la desdicha, que no la necesita; viene sola, y en más cantidad de la que uno quisiera. Trabajemos, silenciosa y modestamente, lo mejor que sepamos, y cultivemos sobre todo la dicha, que la infelicidad ya se cultiva sola. Bach dijo que "para llegar a sus mismos resultados, lo único que hacía falta era trabajar tanto como él". Se equivocaba, claro: un genio como el de Bach es un don rarísimo, y sin él el trabajo más encarnizado jamás producirá las maravillas que él hacía. Pero está bien, y aún mejor como antídoto de ciertos excesos del romanticismo, esa sensata modestia. Y hasta si puso al decirlo (y yo sospecho que no) un puntito de ironía.

Jose Luis Piquero
Jose Luis Piquero dice:
30/06/2013 03:33

Corrijo mi anterior comentario y quedas de nuevo velado.
Y repito lo que ya dije: la inquietud e indagación creadoras no son patrimonio de los desdichados. Lo dejé muy claro. Peeero: es muy frecuente, MUY frecuente, que la inquietud e indagación creadoras provengan de seres desdichados. Estadísticamente, si lo prefieres así.

pedrete
pedrete dice:
30/06/2013 04:02

Es posible, y yo no me meto con eso. Sólo que no hay que hacerle publicidad, a la muy perra de la desdicha, hablando de sus posibles beneficios, artísticos o de otro orden. Es más: de no pocos de los más grandes creadores artísticos, no nos consta que hayan sido especialistas en desdichas. Ni Shakespeare ni Velázquez o Bach, a quienes ya cité, parecen haberlo sido especialmente; las desdichas que hubo en su vida eran entonces de las más corrientes, y ciertamente no los recordaríamos por ellas. Si se puede ser Bach o Velázquez (para mí, entre los más grandes creadores que hayan existido; yo los incluiría sin dudarlo en la selección de la Tierra, para jugar contra quien fuera) sin ser, que se sepa, particularmente desdichado, ya me basta. Yo, como se comprenderá, no aspiro a más (ni puedo imaginarme que lo haya), y desde luego que me conformaría, y me conformo (qué remedio), con muchíííííísimo menos. Felices los felices, que dijera Borges. La desgracia viene sin ser invitada; y si alguien echa de menos su colaboración, es de temer que 1) acabe por quedar pero que mucho más saciado de lo que quisiera 2) no haga con ella, en contra de lo que a lo mejor pensaba, más cosas o de más valor que las que haría sin su incómoda ayuda. Yo le diría que se esfuerce en ser Velázquez, que para ser el rigor de las desdichas siempre habrá tiempo. Y mil gracias por la discreción.

Jose Luis Piquero
Jose Luis Piquero dice:
30/06/2013 04:38

Creo que en tus comentarios partes de un equívoco inicial: que se trate de invitar a la desdicha, de propiciarla. Yo me he limitado a señalar un hecho frecuente, casi estadístico. No he dado a entender que todo creador que se precie ha de invitarla a venir, ha de llevarla en su patrimonio. Ojalá pudiéramos esquivarla todos, creadores o no. Suele ocurrir que llegue sin haber sido convocada.
Al respecto hay un texto muy iluminador de Denise Levertov. Está en "Caballos alados", una recopilación de sus ensayos sobre poesía que está a punto de publicar Vaso Roto. Te lo dice el que lo ha traducido. En ese ensayo rechaza la idea de que suicidio y creación, desdicha y creación, vayan juntos. Creo que te interesará. Yo no comparto sus ideas. A ver si sale pronto y podemos seguir discutiendo fraternalmente.

pedrete
pedrete dice:
30/06/2013 16:13

Ojalá. Y que sea usté feliz, y que escriba mejor todavía, si es posible. La desdicha, efectivamente, ya vendrá sin llamarla. Y si se olvida de venir, tanto mejor.