Los placeres primarios
Fui a la biblioteca y fui castigado por retraso en la devolución (aunque hay retrasos peores que los de devolver libros) pero no me molesta que la bibliotecaria de La Antilla me castigue con una sonrisa tan seductora. Creo que la próxima vez que saque libros volveré a ser malo sólo por el castigo.
Y al final de la mañana el dios de los ociosos me premió con un nuevo encargo: traducir Suave es la noche, de Francis Scott Fitzgerald. Más que trabajo es un regalo.
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De Roncagliolo tengo que recomendar encarecidamente La cuarta espada, un libro de no ficción, pero sumamente personal, que indaga la sórdida historia de Sendero Luminoso. El comunismo como religión mortífera (valga la redundancia), la muerte como herramienta y como sublimación. Creo que dentro de poco tendré que presentarle en Huelva (qué suerte la mía), así que aprovecho para juntar trabajo y placer, que no son términos hermanos pero quizá sí primos: mi trabajo siempre es placer pero mi placer nunca es trabajo.
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Qué podía hacer sino correr al Mercadona y escoger la dorada más gorda que había entre el hielo. Y abrir una botella de vino blanco del Condado de Huelva. Soy un hombre de instintos primarios.
Ahoj,
que bien que ya puedes sacar del armario el bañador........
Besinos,Ra