Fragmento de unas memorias inéditas (VII)
Si me preguntáseis cuál es la mejor fórmula para este tipo de amor os diría esto: tres personas. Dos hombres y una mujer o dos mujeres y un hombre. Siempre que a los tres les guste todo, siempre que sea entregarse sin mirar qué. ¿Pero qué prefiero yo? Ambas posibilidades son maravillosas. Todo está muy rico si las cosas se prueban como se prueba el pan: con la boca.
Y si me preguntáis cuál es el mejor momento, no mencionaría orgasmos ni proezas ni saltos del tigre sino dos momentos mágicos: al principio, cuando se ve y se toca por primera vez, cuando se abre el cofre del tesoro, lleno de monedas, y todo lo que queda por delante es gastar, gastar, gastar...
Y al final, después de todo, con ese cansancio y esa ternura y esa complicidad y la convicción de conocerlo todo de esas personas. Porque en la piel están escritas muchísimas más cosas que las que se ven y se acarician y se lamen.
Ojalá eso no se estropeara nunca. Que no vinieran luego la maledicencia y el mundo soez y la culpabilidad y la mirada sucia.
Es evidente que tus Fragmentos son jugosos, apetecibles a la lectura, sinceros en el decir, novedosos en cuanto a la aceptación de lo que se es y lo que se siente, sin cortapisas posibles encaramadas tras árboles que ciegan el entendimiento, sin sumisiones pacatas, sin victimismo...
UN ABRAZO