En el día de hoy (otro día de hoy)
He logrado lo imposible: no saber nada de la Semana Santa. En Huelva, como en toda Andalucía, es una invasión, pero, afortunadamente, no llega a Islantilla, que es una balsa de turismo playero. Esa es otra: han venido los bárbaros y resultaba imposible todo lo que es fácil el resto del año: conducir, hacer la compra, tomarte una cervecita tranquila. Pero hay otra forma de verlo: qué animada estaba Islantilla. Y, puestos a escoger, prefiero que me invadan los domingueros que los cofrades.
Por lo demás, cada vez que hacía zaping y aparecía un capuchón picudo, una virgen horrorosa, un legionario o un cristo doliente rodeado de meapilas disfrazados los liquidaba pulsando un botón. A otra parte con vuestras sordideces.
Ayer vino a cenar Marga y hoy han venido a comer mi cuñada y mi suegro. Aún así, trabajé mañana, tarde y noche. Soy una abejita laboriosa.
Marga fue fugaz. Nuestra extraña ahijada se vuelve al norte y no sé cuándo volveremos a verla. Mi cuñada Maricarmen se va a las Canarias. En esta España que nos han hecho, todo el mundo se marcha de donde debería estar.
Abro la ventana de mi estudio, para que se vaya el humo de la pipa. Huele bien afuera, a Islantilla. Se oye el mar, si se tiene el oído entrenado. Está ahí mismo. Qué raro, no se oye pasar ningún coche. Todo el mundo está en el centro comercial y en los chiringuitos. Ah, sí, algún coche. Y música lejana.
Pero no es de tambores y cornetas sino de gente disfrutando.
Por lo demás, cada vez que hacía zaping y aparecía un capuchón picudo, una virgen horrorosa, un legionario o un cristo doliente rodeado de meapilas disfrazados los liquidaba pulsando un botón. A otra parte con vuestras sordideces.
Ayer vino a cenar Marga y hoy han venido a comer mi cuñada y mi suegro. Aún así, trabajé mañana, tarde y noche. Soy una abejita laboriosa.
Marga fue fugaz. Nuestra extraña ahijada se vuelve al norte y no sé cuándo volveremos a verla. Mi cuñada Maricarmen se va a las Canarias. En esta España que nos han hecho, todo el mundo se marcha de donde debería estar.
Abro la ventana de mi estudio, para que se vaya el humo de la pipa. Huele bien afuera, a Islantilla. Se oye el mar, si se tiene el oído entrenado. Está ahí mismo. Qué raro, no se oye pasar ningún coche. Todo el mundo está en el centro comercial y en los chiringuitos. Ah, sí, algún coche. Y música lejana.
Pero no es de tambores y cornetas sino de gente disfrutando.
yo hace algun tiempo pensaba igual que tu , no pretendo que cambies el concepto que tienes de capirotes y capillitas , pero cuando consegui eliminar las connotaciones catolico-castrenses de los desfiles semanasanteros.....¡¡¡COÑOOO!!! , lo que disfruto ahora de esta fiesta.