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El teléfono estropeado

Hace un par de días, estando en Lepe para unas compras, me llamaron al móvil.
-¿Cómo te va, tío?
Hombre, mi amigo Daniel Vázquez de la Fuente, que me llama de vez en cuando desde Alemania.
-Pues ya ves, aquí en Lepe -contesté-, entre la gente de los chistes, ¡ja ja ja!
-Ah, estás por aquí...
No era Daniel. Era Javier Valderas, el coordinador de Izquierda Unida de Lepe.
-Coño, Javier, me alegra oirte.
Soy un metepatas profesional. Debe ser porque si algo detesto sobre la faz de la tierra es hablar por teléfono. Recordé entonces un diálogo de besugos que mantuve hace poco y que fue, si cabe, más lamentable.
Centremos la historia. Estamos en Asturias, es el mes de agosto y yo llevo a cinco niños de excursión por los montes de Tudela de Veguín. En eso me suena el móvil.
-Hola, qué tal, soy Eduardo García.
Eduardo García es, como sabréis la mayoría, el poeta de Córdoba, flamante ganador del Premio de la Crítica, un buen amigo mío al que presenté un mes atrás, cuando dio una lectura en Huelva.
-Hombre, Eduardo. Me alegra oirte -contesto-. ¿Cómo va todo?
-Bien, aquí trabajando. ¿Y tú?
-Pues muy bien, pasando unos días de vacaciones. Despejando un poco.
-Estupendo. Oye, qué quería hacerte un par de preguntas -dice alegremente.
-Pues nada, tú dirás.
-¿Qué te parece que el Principado haya excluído a los docentes del grupo de riesgo de la gripe A?
Aquí debería habérseme encendido una luz de alarma pero no se encendió nada. ¿Qué coño le interesa a Eduardo la política educativa o sanitaria del Principado? De mano me quedé un poco parado pero enseguida reaccioné. Me aclaré la gargante y dije algo como:
-Hombre, pues... ejem... no me parece muy bien. En los colegios creo que yo que es donde más riesgo de contagio hay, con todos los niños por ahí... Y los profesores, que están en contacto con ellos todo el día, pues me parece... ejem... que están más expuestos, ¿no?
-Claro, claro. Oye: ¿te parece que la Consejería debería posponer el inicio del curso escolar?
Tampoco aquí se me encendió ninguna luz. Reflexioné un instante y, como el gilipollas que soy, dije lo primero que se me ocurrió.
-Bueno, eso depende. Las autoridades sabrán mejor que nadie cuál es el nivel de riesgo y bla bla bla.
-¿Entonces sería preferible imponer la vacunación masiva precisamente en el grupo de riesgo de los docentes? -prosiguió Eduardo.
-Vaya, pues a lo mejor. Antes que aplazar el inicio del curso, me parece a mí que... etc. etc.
Siguieron otras varias preguntas del mismo tenor. Yo ya sudaba la gota gorda, quizá en parte porque hacía mucho calor e iba monte arriba con mis sobrinos brincando de un lado a otro.
-Y otra cosa, vuestra postura sobre...
Por fin se encendió la maldita luz de alarma.
-Oye, Eduardo, perdona un momento. Creo que aquí hay una confusión.
Acababa de recordar, con una mezcla de alivio y de embarazo, que en el periódico asturiano La Nueva España hay un redactor llamado Eduardo García, con el que nunca había tenido el placer de hablar. Y recordé también que en la sección de Educación de Comisiones Obreras de Asturias hay un Piquero. A todo esto, llevábamos como diez minutos de conversación, y yo opinando a mansalva, como Dios me daba a entender, de la política educativa asturiana, de la que no tengo ni pajolera idea.
No sé quién pasó mayor apuro, si Eduardo o yo. Quedamos tan amigos y nos despedimos echando unas risas.
Cuando éramos pequeños jugábamos a un juego que se llamaba "El teléfono estropeado". Consistía en juntarse en un círculo e ir pasando un mensaje al oído a la persona que tenías al lado. Esta, a su vez, lo transmitía al siguiente haciendo alguna pequeña variación (cambiar un coche por un burro, cambiar un hombre por una niña...). Cuando el mensaje llegaba de nuevo a la fuente emisora no tenía nada que ver con lo que se había transmitido en principio. Lo cual no tiene nada de extraño: así funcionan los rumores, así funciona la prensa, así funciona el espionaje.

Conclusión: el teléfono está muy bien para un par de minutos pero ¡odio hablar por teléfono!
archivado en:
Clement Cadou
Clement Cadou dice:
26/11/2009 11:50

Sé de gente que está empezando a tirar el móvil al WC (o, al menos, lo abandona a su suerte en un cajón). Me hice con "fin de semana..." enhorabuena por la criatura.

MY
MY dice:
26/11/2009 12:04

Te llevaré la contraria otra vez...que me gusta. Y no diré "amo los teléfonos" porque soy más moderadita, pero ¿qué haría yo sin teléfono? Me permite animar a mi mami a cualquier hora, sin salir de casa, y a demás familia y amigos. Me permite escuchar (reconozco, que a veces me obliga), pero también desahogarme...estar "al día" de lo que les pasa a los que me importan. Para mi trabajo es fundamental: los trámites burocráticos ganan al escuchar una voz personal. Ya tengo amistades "telefónicas" que me ayudan a realizar los formalismos con algo más de calidez y eficacia.Con las que trabajo año tras año conociendo tan sólo una voz que va configurando su personalidad. Me sigue pareciendo algo más frio un email y encima no me asegura que haya llegado a su destino...pero claro, sin duda es mucho más cómodo y menos invasivo de la intimidad y más libre ¿NO? Yo también voy utilizando mucho más el ordenador que el teléfono...como todos.
Ahora que lo pienso...Mis amigas gastan mucho más en teléfono que mis amigos...Mis amigas comparten más emociones entre sí que mis amigos (¡excepto en los blogs!)...siempre me ha sorprendido esto.
Mis hijos me han enseñado a dar toKes adolescentes de móvil. Y yo recibo los mismos como un beso.
Tranqui JL, que hoy no te llamo...no tengo saldo hasta primero de mes
Bss. MY

Adolfo Cueto
Adolfo Cueto dice:
26/11/2009 22:02

JL, te mado el enlace a la última entrada del blog de Javier Rioyo, que reproduce un poema de Eva que acabo de leer (confunde algo la cita de Nacho Vegas, adosada ahí, al inicio, como si fuera en encabezamiento del poema, los primeros versos, pero pronto se entiende bien):

http://www.elboomeran.com/blog/8/javier-rioyo/

Saludos para ambos,

A.

Adolfo Cueto
Adolfo Cueto dice:
26/11/2009 22:04

Quiero decir 'el encabezamiento del poema', no 'en encabezamiento', claro,

A.

Jose Luis Piquero
Jose Luis Piquero dice:
27/11/2009 00:41

Muchas gracias, Adolfo. Sí, queda raro cómo ha puesto la cita. Parece parte del poema y no tiene sentido.
My: De acuerdo. Para mí el teléfono es muy útil y yo mismo lo necesito para muchísimas cosas. Pero, lo siento, odio hablar por teléfono. Un ratito no me importa pero no más. Lo cual no tiene nada que ver con las meteduras de pata que contaba en el post, que son de la persona y no del móvil. Un beso grande.
Clément: Espero que el libro te guste.
Abrazos para todos.