El amigo chino

Tenemos un nuevo amiguito, quiere compartir sus juguetes con nosotros y se llama China. Y vaya amigos que nos buscamos, porque China, no lo olvidemos, además de una gran potencia económica, es una dictadura feroz que pisotea los derechos humanos. Claro que vaya usted a decírselo al gobierno español, para quien los derechos humanos no cuentan cuando están en juego otros intereses, fundamentalmente la pela, como vimos recientemente con el caso del Sáhara.
Y cuidadín, cuidadín, que los chinos no perdonan. Hay gobiernos opresores que se limitan a pasarse por el forro las condenas internacionales y siguen a lo suyo, en plan "tira que libras". China no. China es de las que amenazan y chantajean: ojo con ir a la entrega del Nobel de la Paz al disidente Liu Xiaobo porque nos enfadamos, ojo con venir a las Olimpiadas de Pekín con mensajitos porque os expulsamos, ojo con cuestionar nuestra mano dura porque rompemos los acuerdos comerciales.
Los chinos llegan agitando la hucha. Pero el dinero que contiene está manchado de sangre. Y algunos todavía tenemos conciencia y buena memoria y no se nos borra de la cabeza el nombre de Tiananmen. Lo malo es que nuestros gobernantes, esos que se llenan la boca hablando de las libertades, tienen otras prioridades y se les da de fábula hacer la vista gorda cuando conviene. Razones de estado, que es lo que siempre se invoca cuando hay que hacer alguna pifia.
No dejemos que el amigo chino se vaya de rositas. Al menos que aguante a los ciudadanos libres cantándole las cuarenta. Démonos el gusto de publicar en titulares nuestro rechazo, que desde la habitación de su hotel oiga los gritos de protesta, que no piense (aunque me temo que piensa bien) que con dinero se puede comprar todo, hasta la impunidad. No dejemos de ser el pariente molesto de nuestro gobierno, ese que arruina el banquete y les deja mal.

(Artículo publicado en el periódico Oviedo Diario)