Dos días felices
Ya de vuelta. Han sido sólo dos días en Asturias pero intensos. He podido ver juntos a un montón de amigos. Muy brevemente, por desgracia, a García Martín, a Luis García Montero, a Luis Antonio de Villena, a Leopoldo Sánchez Torre y a Fernando Beltrán. Y con más tiempo a Lasheras, a Miguel Barrero y a mi Miguel Rojo del alma, que el viernes se lamentaba de haberse dejado convencer para salir la noche anterior. ¡Cómo si a Mime hiciera falta convencerle! También a Marta Alejandra Sirvent, que sigue escribiendo maravillosos poemas, y a José Luis Argí¼elles, un divertido compañero de asiento para las dos horas largas que duró el homenaje. A Sofía Castañón, a Javier Almuzara, a Paco Velasco, a Natalia Menéndez, a Pelayo Fueyo, a Julio Rodríguez, con su poemario "Naranjas cuando te levantas" recién publicado y reseñado, y a Esperanza Medina, entrevista por fin. Me olvido de algunos pero en realidad no los olvido. Con Antonio Masip estuve hablando de Cernuda. Ambos seguimos indagando los datos -casi inexistentes- de la visita del poeta a Castropol. Quedamos en volver a consultar a Gonzalo Moure, que sabe de estas cosas.
Pero el gran descubrimiento de estos días ha sido Alejandro Céspedes. Hace veinte años que Alejandro y yo nos leemos, nos admiramos a distancia, nos buscamos. Y nunca en ese tiempo hemos hablado. Hace un par de meses, por puro azar, coincidimos en el correo electrónico, sembrando algo que se materializó este jueves en un largo abrazo. Amo a este hombre. Y a sus poemas, que son fáciles de encontrar (la mayoría están en Hiperión). Os lo recomiendo. Y tú, Alejandro, tienes cita en Islantilla este otoño.
En cuanto al homenaje, sí, fue muy largo, pero no fue pesado. Al contrario. Yo disfruté de muchos poemas y de las canciones, especialmente con Miguel Ríos marcándose una tonada. No lo hizo mal, un granadino cantando tonada. Y al fin todos estábamos allí con la mente puesta en un amigo que ya se ha ido y un poeta que no se irá nunca. Volar 1.000 kms de ida y 1.000 de vuelta para leer un poema en honor de Ángel ha sido un viaje que he hecho con el mayor de los placeres.
Y ahora para que os riáis. Seguramente no sabéis que Eva Vaz, cuando tenía 18 años o cosa parecida, participó como concursante en "Juego de niños", aquel programa de los gallifantes que presentaba Javier Sardá. Si lo recordáis, cada concursante hacía pareja con un artista, famoso o popular. Y a Eva le tocó con Miguel Ríos. Por cierto, ganaron. Y Eva, entonces una estudiante pobretona, se enbolsó una pasta con la que viajó por Europa, se compró un equipo de música y salió, temporalmente, de pobre.
Este viernes se lo he recordado a Miguel Ríos, que no lo había olvidado. Me preguntó cómo estaba ella, supo que es poeta y me dio su dirección para que Eva le envíe algún libro. Reencuentros de la vida, como el mío con Alejandro o como cualquier reencuentro con Ángel y los demás amigos. Las piezas de la vida siempre acaban por coincidir.
Me he venido además con un regalo: un narguilé, una pipa árabe que me compraron en Estambul Pepe Luis y Fini. Gracias, troncos. Esta vez sí que he vuelto feliz de las Asturias de Oviedo.
Vaya, me había quedado con ganas de saber el fin de la historia de Miguel Ríos. Me alegro de que se acordara de Eva, seguro que a ella le hizo ilusión. ¿Veremos algún día un disco con poemas de Eva Vaz cantados por la voz de "El río"? Estaría dispuesto hasta a viajar a Islantilla para no perdérmelo ;)