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Días de abril de 2014

Bueno, me vengo aquí porque en Facebook sólo se habla de Gabriel García Márquez, y es un coñazo. Todos dicen las mismas cosas, ponen fotos parecidas y la mayoría se contentan con citar el comienzo de "Cien años de soledad". Y no es que me moleste por García Márquez, sino por los clichés que hay que tragarse. García Márquez es uno de los pocos grandes genios de la narrativa del siglo XX (la poesía dio algunos más) y no me apetece verlo convertido en carne de Facebook. Lo seguiré leyendo y releyendo. Para mí no ha muerto en absoluto. Pero digámoslo aquí, bajito, donde todos lo hemos leído.

He dicho genio.

Y bueno, según parece he recuperado a una amiga. Salvo esa sensación de herida abierta, de decepción. Nada sale como planeamos, nunca la realidad responde a nuestras patéticas previsiones. Siempre tiende a ser peor. No me quejo: realmente podría ser peor.

Pero estoy aquí con la pipa entre los dientes, gozando del mejor tabaco sirio que mi paladar y mi bolsillo pueden permitirse. He hecho las páginas que me correspondían hoy, y son páginas buenas. En unos días me tomaré un par de días de vacaciones que tengo merecidos. La obsesión por el trabajo me hace soñar un par de veces por semana que sigo en el periódico y llega la hora de cierre y no he hecho mi parte. O que estoy en la facultad y se aproximan los exámenes y no he ido a clase.

Algún día hablaré del peor momento del día. Cuando te despiertas hacia las 5 o las 6 y no te puedes dormir pero es demasiado pronto para levantarte. Entonces todo lo peor te viene a la cabeza, todo el futuro terrible que ciertamente llegará pero que de momento no quiero ni imaginar. Y no lo quiero imaginar y no lo hago, pero es el momento de mayor lucidez. Si algún día me suicidara, cosa que no pienso hacer, sería en esa hora crítica, espantosa, de absoluta desesperanza pero también de absoluta clarividencia, cuando estás tendido como si fuera un sacrificio y no puedes negar lo que dicen las voces. Pero lo haces y las niegas; si no qué. Y al día siguiente te levantas y te pones a traducir y a ocuparte de las cosas que necesitan atención. Y a lo mejor escribes: entonces abres un poco la espita y durante tres o cuatro noches sólo sueñas cosas absurdas y ridículas y divertidas. Y así vamos pasando. Tampoco puedes confiarte a mucha gente: suelen estar absortos en sus propios problemas. Te las vas apañando.

Total, que, como me dijo hoy una amiga, al menos ahí tenéis sol. Cierto. Seguro que un día de sol no me suicidaré. Por eso vivo en el sur: por amor a la vida.

No sea que un día la vida sea tan lluviosa y gris y encapotada que ya no merezca la pena.
archivado en:
pedrete
pedrete dice:
18/04/2014 02:44

Yo no pienso suicidarme. No sé, serán aprensiones, pero creo que el suicidio me sienta mal, que no puedo con él; que al día siguiente no sería capaz ni de levantarme de la tumba, vamos. Un desastre.

Jose Luis Piquero
Jose Luis Piquero dice:
18/04/2014 02:54

Comparto plenamente tus aprensiones.

Ernesto Frattarola
Ernesto Frattarola dice:
21/04/2014 04:05

Yo tengo la sensación de que la vida, de una extraña manera, siempre acaba mereciendo la pena. Y no es el típico mensaje happy flower: pero siempre hay una alegría nueva o un susto nuevo o una tristeza distinta esperándote mañana. Y hay que ser curiosos y levantar la tapa: a ver qué me espera hoy... Tú, por ejemplo, has recuperado a una amiga sin esperarlo. ¿Ves?

Jose Luis Piquero
Jose Luis Piquero dice:
21/04/2014 04:27

Me gusta (estilo facebook). Oh my God...