Diario de agosto
Días de muchas salidas nocturnas, y eso que ya no nos gusta salir, menos mal. El lunes en Oviedo, el martes en Gijón, el miércoles y el jueves otra vez en Oviedo... Días extraños: de despreocupación, de jarana, de melancolía, de escuchar mucha música, de hablar interminablemente sobre todo y sobre todos. Y en medio, para recordarnos que debemos aprovechar esos días y esas noches, la tragedia de Barajas y su demoledora cifra de víctimas. Algunos retazos de la semana.
Miguel Barrero me lleva al Museo Jovellanos a ver "El retablo del mar", de Sebastián Miranda. Una maravilla: se puede uno detener dos horas en cada cara, y mira que hay caras en el retablo. Una colección de vidas petrificadas, capturadas para siempre, plenas de inquietante veracidad. Aún se oye el rumor de sus voces.
Xandru Fernández ha perdido en el ordenador su último libro. Dice que puede reconstruirlo. Pero han desaparecido las versiones definitivas de los poemas, las correcciones, esa capa que hace la obra terminada.
Reencuentro con Antonio Valle, después de varios años. Nos conocimos porque ambos éramos riperólogos (búsquese en el diccionario o en internet) y luego nos unieron la literatura y la mutua simpatía.
Música muy distinta en estos días: Arcade Fire, los Pixies, Bowie e Iván Ferreiro, este último un regalo de Alfredo González y Sofía Castañón. Alfredo, en una larga tarde regada con whisky, nos cantó varias canciones de su próximo disco con la guitarra pequeña de Evina, la misma que hace unas noches rasgueó Xabel Vegas en otra noche larga en nuestro piso de La Corredoria. Cuando se la devolvamos, la guitarra echará humo blanco.
Finalmente, no cuajó la alianza Eva-Xabel para el spoken word. Ha nacido Las Vírgenes Suicidas, el proyecto de spoken word de Eva Vaz y Alfredo González. Estreno: Isla Cristina, South Pop Festival, septiembre.
Visita al Olivar, con Santiago Bernault, Rubén Rodríguez y otros. Santiago y yo nos encontrábamos en los blogs y ahora en los bares. A las personas se las conoce a veces por detalles superfluos en los que la mayoría de la gente ni repararía. Por varios detalles como esos he llegado a la convicción de que es una persona noble, alguien de quien te puedes fiar. Y eso es mucho en estos tiempos.
Lecturas: "Derrumbe", de Ricardo Menéndez Salmón. "Amarillo", de Félix Romeo: sobrecogedora semblanza de la amistad, de la muerte, de la culpa, del tiempo.
Nos enamoramos de Audrey, la perrita de Miguel Cane. Sí, se llama Audrey por Audrey Hepburn. Miguel y yo discutimos acalorada y cordialmente sobre Sylvia Plath y Ted Hughes mientras Eva dormita en su silla. Es tarde en Gijón y Miguel Barrero y Julia Vicente nos dejan una cama para quedarnos.
Más reencuentros: Diego Medrano, que demuestra ser tan buen imitador de voces como nuestro común amigo y maestro Luis Antonio de Villena. Diego llega tarde y tiene frío.
Hay un taxista en Oviedo que ha oído recitar de memoria (a un cliente sólo razonablemente ebrio) cuatro poemas de José Luis García Martín.
Y Susana nos da de cenar en su casa y Aníbal demuestra conocer todas las canciones freakies. Y Raquel me ha ganado otra apuesta de una botella de vino.
Y un poema de Jane Kenyon traducido por Hilario Barrero encuentra su doloroso correlato en la vida de Myriam Rubio. Bueno, han muerto en un segundo 153 personas, mientras yo veía a mis amigos y gozaba con todos y escuchaba canciones y era feliz. Soy culpable, como todos, de vivir. Y no seré culpable de nada cuando, como todos, muera.
No hay nombres, solo hablo de mi lado demoniaco. Gracias por tus palabras
Saludos