Caciques de hoy
En 2011 la situación es la misma, sólo que ahora esos papeles los ejercen gentes como el presidente del Banco de Santander o de cualquier otro banco, el director del Fondo Monetario Internacional, etc. Los siervos también seguimos siendo los mismos. Revueltas contra el abuso, más bien pocas. La gente sigue votando al PP y al PSOE, cómplices y usufructurarios de ese sistema por el cual unos se enriquecen y otros pierden su casa. Seguimos agachando la cabeza. Seguimos aceptando la usura de los bancos (legal, por supuesto) como si fuera algo normal en vez de el saqueo de una élite. Nos roban en nuestas cuentas, nos roban todos los días. Y nos premian con golosinas falsas y con falsas ilusiones de un estado de bienestar que está en vías de ser desmantelado.
De la acusación de violación de uno de esos glamurosos caciques no voy a decir nada, de momento. Que lo decidan los jueces. Me quedo con una observación de Cayo Lara: ese hombre que recomendaba bajar los salarios a los trabajadores se alojaba en hoteles de 3.000 euros la noche. ¿Un argumento demagógico? Sí, claro. Lo demagógico es que eso es lo normal, lo que hacen todos los caciques de nuestro tiempo, completamente ajenos a lo que la gente está pasando. Y aquí incluyo a la mayor parte de nuestros políticos, instalados en unos sueldos vergonzosos. Aquí incluyo a nuestros eurodiputados, que se niegan a dejar de viajar en primera clase. Y nadie dice ni mu. Y vamos a seguir votando al PSOE y al PP y pagando a Pajín y a Cospedal mientras la gente pierde su piso por impago, porque está en paro, porque la administración no le paga, porque el banco no perdona una. Hablo de lo que veo a diario.
Cuando voy por la Ruta de la Plata, veo carteles con nombres de pueblos como Casas de Don Pedro o Casas de Don Gómez. ¿De dónde pensáis que vienen esos antiguos nombres? De los caciques que poseían las vidas y haciendas de toda esa gente. Pues bien, sus descendientes, a pesar de la falsa ilusión de la democracia y de las instituciones, siguen siendo siervos de Don Gómez y de Don Pedro, aunque ahora los caciques se llaman Emilio Botín o Strauss-Kahn. No hemos mejorado nada: sólo nos han tapado la boca con un coche financiado y un piso hipotecado, pero seguimos siendo los mismos siervos aquiescentes que se quitan la gorra al paso del coche del señor. Seguimos aclamando al rey y a los dueños del dinero. Y tan contentos.
Adelante, sigamos votando a tipos que ganan al mes lo que nosotros no vamos a ganar en diez años mientras ellos se sonríen desde sus carteles electorales. En el fondo, creo que hacemos bien: el sistema se retroalimenta para subsistir y cuenta con la mejor munición del mundo: nosotros mismos, los siervos que bajamos la cabeza y nos quitamos la gorra y, al reclamo de un electrodoméstico financiado, decimos: sí, amo; sí, amo; sí, amo...
permíteme que te diga que has parido un artículo extraordinariamente contundente y demoledor.