Bin Laden
Ahora bien, asisto con desasosiego al espectáculo de la euforia ambiental, a las felicitaciones por una ejecución. ¿Nos hemos vuelto locos o qué? Medio mundo envía telegramas a la Casa Blanca felicitándoles por un asesinato.
La única voz sensata que he oído estos días ha sido la de Gaspar Llamazares, y si en vez de ser de mi partido fuera el redactor jefe de La Gaceta diría lo mismo. Tal vez el peligro que representaba Bin Laden no se podía conjurar de otra manera, tal vez fue un caso complicado de defensa propia. Pero no es nunca la solución deseable, la más satisfactoria, como tal parece oyendo las sordidas palmaditas de felicitación. Yo siempre prefiero que los genocidas se sienten ante un tribunal. Es una cuestión de legitimidad moral. Aunque, como le ha respondido Zapatero a Llamazares, esa es "una opinión minoritaria". Cuánto honra esa respuesta a Llamazares. Y cuánto deshonra a Zapatero...
Y dado el caso, creo que hay otros muchos (sin ir más lejos, los líderes chinos, no menos genocidas que Bin Laden) que merecerían el mismo tratamiento. En cambio, todos los dirigentes occidentales, incluídos los nuestros, se mueren por estrechar servilmente sus manos empapadas en sangre. Eso se llama... ¿hipocresía?
Bin Laden se merecía un juicio justo. O, digámoslo exactamente: nosotros merecíamos concederle un juicio justo, sus víctimas lo merecían. Él no era un ser humano, nosotros sí.
¿Sí?
Ahoj,
SI.
Besinos, Ra