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LA CAJA DE JUAN RAMÓN -1


Con el pelo algo rizado sin raya en medio ni a un lado, ni fijador alguno, pero sí con entradas premonitorias de calvicie ya, he visto hoy a Juan Ramón Jiménez, con bata blanca de sanitario y una caja de cartón en brazos.


Diligente, ha vaciado la caja en un contenedor mas ha conservado el recipiente. Y ha entrado en un supermercado después, con la caja vacía. ¡Qué metáfora!:

¿Pretendía, tras vaciar sus sentimientos, ideas o ilusiones marchitas, renovarlas en ese centro de la cotidiana vida que es un supermercado, el lugar al que acude hoy la gente a cazar los mamuts para alimentarse? ¿O eran libros de autores que no le gustaban?



No le seguí, que yo iba con prisa, pero me quedó la duda de porqué entró con la caja en el súper, ya que, si iba de compras, allí le darían bolsas o cajas nuevas si las pedía, que les sobran. ¿Compraría las naranjas mandarinas, las uvas moscateles, todas de ámbar; los higos morados, con su cristalina gotita de miel ... que tanto gustaban a Platero? Porque alimentos espirituales no creo que encontrase allí, salvo las sonrisas sencillas y afables de las cajeras o reponedoras.

Claro que ..., republicano él, bien podría estar haciendo algo en contra de las nefastas derechas güervíes, camuflado con el disfraz de un mancebo de botica, que era tiempo de carnavales, pero ¿porqué entrar con la caja?, ¿porqué no la dejó en el contendedor de cartones? ¿Pensaría que así "encajaría" mejor con su misión y que, si la hubiese dejado, le dirían que estaba "desencajado"?

De todas formas, de poetas y poetisas se puede esperar cualquier cosa rara, y conozco a bastantes, de modo que sé de lo que hablo.

[Mi abuelo materno, coetáneo de Juan Ramón, tenía una borriquita gris en la que yo cabalgué cada verano siendo un crío, que se llamaba Platera, nombre que le ponían entonces a los asnos y jumentas de color gris, y lo verdaderamente excepcional que hacía mi abuelo era un mosto de fábula que, aún hoy, se recuerda en el pueblo, cuando hace más de 50 años que falleció. Pisé en el lagar de su casa las uvas de su viña. Pero, como republicano clandestino, lo que hacía en la postguerra era escuchar la radio Pirenaica, para sofocación de mi abuela. No andaba por ahí con cajas vacías conspirando o tirando cosas. Ni se ponía batas blancas].

¿O iría Juan Ramón recogiendo limosnas para salvar al Recre?

Seguiré investigando, buscaré testimonios en el súper e incluso en las boticas de la zona, y cuando sepa qué misterio encierra la caja de Juan Ramón te lo contaré, querida lectora, queride lectore, querido lector.