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Y VINIERON LAS FLORES

(vídeo de amor dedicado a Concha Caballero Díaz por Manuel Gualda Jiménez)

2. MENÚ ROJO CON PARAGUAS AL CABELLO CAQUI (1985) - Segunda puntata:

120px-nothing_so_strange-runningman.jpg TARDE DE LLUVIA
(Resumen de lo publicado: mejor mira la puntata anterior, que se lee pronto).

Riela la luna en el acharolado charco que lame el lodo al lado, justo al lado, del lánguido limonero.

Láaaaa, lá, lá, lá,

lá, lá, lá,


lá, lá, láaa, lá ...


larga una joven Masiel al pestilente éter del entorno, desde el autoradio.

Ni aún así el conductor puede sustraerse a la asfixiante atmósfera: efluvios de varias factorías químicas se revuelven con añosos olores a restos podridos de pescado. Unos doscientos metros le separan de su destino cuando el lodazal, negro como el porvenir de un idealista, se agita y cientos de ondas concéntricas y secantes entre sí se forman en los charcos, ¡qué paradoja, secantes en los charcos!

Oculta la luna, crepita la lluvia en la chapa del auto. Zumba el limpiaparabrisas mientras el automovilista aparca.

El teniente patatero de intendencia Julián Jimeno salta dinámico del coche, dispuesto a sufrir un rato: su ración diaria de futín resultará hoy más heróica y patatriótica, ya que la lluvia, la peste y el lodo conseguirán que su espíritu militar se robustezca mientras que su chándal se pone hecho un asco. Para él la cosa no es baladí: ingresó en el ejército dispuesto a ser un héroe y a ganarse la medalla del almidón -máxima condecoración, como se sabe, que se concede a los más tiesos- pero el devenir de la vida le llevó a intendencia. Justifica su conciencia y endulza su frustración con estos gratuitos -y espartanos, supone él- sacrificios que endurecen su espíritu -sigue suponiendo- y templan su temple -¿será por suponer?-.

Julián Jimeno es de Castilla: tieso como un tollo, ojos redondos y saltones, estrecha frente, pelo gris y nariz como cagaero de furraca. Boca informe, en su contorno bañada de espesa salivilla que espurrea cuando pontifica entre clase de tropa y brigadas de cocina, con ese hablar característico de los castellanos semianalfabetos en el que unas eseses y unas jjjotas muy pronunciadas sirven para que las patadas a la sintaxis se noten más.

Para más chufla lleva gafas doradas que, sobre su tosca faz, causan la misma impresión que un vestido de lamé puesto a una burra.

Gruesos troncos de altos árboles jalonan el adoquinado por do se afana el teniente. Árboles indescriptibles porque la oscuridad impide verlos y porque, aunque se viesen, el cronista no entiende de árboles y haría el ridículo si lo intentase. Empero lo que aquí importa son los troncos, pues unas silentes sombras, ¿hay sombras que suenen?, se mueven tras ellos.

La lluvia arrecia y el patatero decide tomarse un respiro para quitarse las gafas, chorreando a estas alturas, que le impiden ver.

- ¡Fiiiiiirm ... es!

Suena, castrense, una voz a sus espaldas.

¡Tieso, ya está tieso! ¿Desde cuándo no tenía oportunidad de obedecer esta celestial orden en la maldita intendencia? Y hete aquí que en esta horrenda tarde de lluvia, con tan nauseabunda peste y salpicado por el más negro barro que imaginarse pueda, un disciplinado orgasmo estremece su marcial corpachón.

Este momento de éxtasis, este nirvana del chapoteo sirve para que dos sombras alargadas y sigilosas le introduzcan suavemente en otro coche que parte raudo.

Los secuestradores eran buenos psicólogos.

******


Luna y sus padres, Bololo y Moncha, están comprando todas esas cosas semiinútiles que convierten unos ingresos sustanciosos en sueldos de miseria. Llevan unas dos horas dedicados al solemne ritual del consumo o ceremonia en honor de la Suma Estulticia, es decir comprando, cuando Luna recuerda que ha quedado con su boy friend para ir al cine, lo que aprovecha el Sr. Bololo para sugerir la luminosa idea de que el grupo familiar ponga pies en polvorosa: le duele la espalda y es un magnífico pretexto.

Dicho y hecho. Al salir comprueban que llueve torrencialmente. Mientras los padres deciden esperar a que escampe merendando en la cafetería de los almacenes, la hija toma el paraguas que le tiende la madre y se va.

******


No podría afirmarse si el joven del enhiesto e hirsuto cabello es tan alto como el otro. Lo que sí es claro es que resulta más largo ¿por su complexión, por los pelos, porque mide más?

No lleva coleta, y nadie pretende afirmar que no sea torero, quiá, lo que ocurre es que se trata de UN CHINO y de ahí la hirsutez de su cabello. Si la llevase, la coleta, muchas conjeturas podría ahorrarse el observador, porque aunque se mire de frente al joven y se aprecien su tez macilenta, los rasgados y oblicuos ojos, los pómulos salientes ... bien podría ser un japonés, o un malayo, o un vietnamita, o un camboyano ... amén de chino. En cambio, con la coleta no habría duda. Desde el principio podría afirmarse que es chino, o ...quizá ,,, ¿podría tratarse de un camboyano con coleta? ¿O de un vietnamita? ¿o de un japonés?. Pero es chino.

Para que un chino se desenvuelva con naturalidad en ciudad no turística de Andalucía han de darse unas cuantas circunstancias: que no lleve coleta, ni kimono, ni chaqueta tipo Mao, que tenga un restaurante, o sea camarero de "un chino", o tenga un bazar o de él sea dependiente, que hable español con una especie de acento cordobés mezclado con choquero, como el que está empleando al volverse y gritar:

- ¡Canta, condenado patatelo! ¿Cuál es la leceta de la laya en pimentón?

Lo que deja rotundamente claro que ese joven sólo puede ser chino.

Fin de la segunda puntata.

archivado en:
calma
calma dice:
06/12/2008 13:45

Manolo te encontré, es que no me aclaro mucho con toda esta movida que tenéis por aquí.
Pues nada, gracias, recibí los libros ayer, ahora tengo el finde para ir leyendo.
Y gracias por la dedicatoria.
Un cariñoso saludo

(Voy a cotillear un ratillo por aquí)

Barbonauta
Barbonauta dice:
06/12/2008 16:20

Calma,

el dominio es https://minombre.es/

pinchando en él te salen todos los que tenemos un blog ahí. Lo que ocurre es que está automatizada la inserción en http://onubenses.org. Quizá por eso te haya parecido una "movida".

Ea, pues a sufrir un rato, que este sufrimiento será tenido en cuenta para aumentar el afecto..