CicloLitoral 2008: Etapa 13 (Illa Roig-Empúries)
Ésta ha sido una etapa de longitud intermedia (50 km) y desniveles brutales (incluyendo las cuestas más empinadas que hemos subido desde que salimos de Dénia). Si el lugar de salida fue bonito (Playa de Illa Roig, a los pies de la urbanización de Sa Punta), el de finalización de la etapa fue privilegiado: la playa que se extiende bajo el conjunto histórico monumental de Empúries.
Esta mañana tardamos algunos minutos más en recoger las cosas, ya que ante la avalancha de mosquitas sedientas de sangre que se nos vino encima, decidimos usar las tiendas a modo de mosquiteras improvisadas. También dormimos un poco menos gracias a la serenata nocturna, guitarra inclusive, con que decidieron obsequiarnos un par de pandillas de jóvenes franceses y alemanes.
Una vez en marcha, lo primero que hicimos fue disfrutar de un agradable paseo rural camino de Torroella, localidad en la que realizamos una parada para desayunar y volver a arreglar los radios de la rueda trasera de Manuel (aunque no pudimos cambiar los nuevos radios rotos, David Payet nos obsequió con un arreglo de urgencia en su taller de bicicletas).
En L'Estartit no estuvimos mucho tiempo, pero para llegar de esta localidad a L'Escala tardamos alrededor de dos horas y media. Primero estuvimos más de una hora intentando encontrar el camino adecuado por la zona de Torre Gran, hasta que llegamos a un punto en que el Carril d'en Talans se convertía en un inaccesible camino de cabras (más parecido a un torrente seco que a otra cosa) y no nos quedó más remedio que darnos la vuelta. Así las cosas, regresamos a L'Estartit y tras encontrar la carretera de L'Escala, subimos las cuestas más endiabladamente duras de la ruta de este año (tan empinadas eran, que un par de tramos los tuvimos que subir a pie, empujando como pudimos nuestras cargadas bicicletas hasta la cumbre de la Muntanya Gran). A partir de ahí, todo cambió e iniciamos un larguísimo descenso por caminos de tierra que nos condujeron hasta L'Escala.
En esta ciudad, degustamos sus famosas anchoas y nos volvimos a obsequiar con otra paella de antología. Tras descansar un par de horas a la sombra, nos volvimos a montar en las bicis para acercarnos a Empúries. Aquí hicimos un rápido recorrido por las ruinas grecorromanas y el pueblo de Sant Martí, antes de localizar el chiringuito playero en el que pasaríamos la noche.
Besos y abrazos:
Manuel
Esta mañana tardamos algunos minutos más en recoger las cosas, ya que ante la avalancha de mosquitas sedientas de sangre que se nos vino encima, decidimos usar las tiendas a modo de mosquiteras improvisadas. También dormimos un poco menos gracias a la serenata nocturna, guitarra inclusive, con que decidieron obsequiarnos un par de pandillas de jóvenes franceses y alemanes.
Una vez en marcha, lo primero que hicimos fue disfrutar de un agradable paseo rural camino de Torroella, localidad en la que realizamos una parada para desayunar y volver a arreglar los radios de la rueda trasera de Manuel (aunque no pudimos cambiar los nuevos radios rotos, David Payet nos obsequió con un arreglo de urgencia en su taller de bicicletas).
En L'Estartit no estuvimos mucho tiempo, pero para llegar de esta localidad a L'Escala tardamos alrededor de dos horas y media. Primero estuvimos más de una hora intentando encontrar el camino adecuado por la zona de Torre Gran, hasta que llegamos a un punto en que el Carril d'en Talans se convertía en un inaccesible camino de cabras (más parecido a un torrente seco que a otra cosa) y no nos quedó más remedio que darnos la vuelta. Así las cosas, regresamos a L'Estartit y tras encontrar la carretera de L'Escala, subimos las cuestas más endiabladamente duras de la ruta de este año (tan empinadas eran, que un par de tramos los tuvimos que subir a pie, empujando como pudimos nuestras cargadas bicicletas hasta la cumbre de la Muntanya Gran). A partir de ahí, todo cambió e iniciamos un larguísimo descenso por caminos de tierra que nos condujeron hasta L'Escala.
En esta ciudad, degustamos sus famosas anchoas y nos volvimos a obsequiar con otra paella de antología. Tras descansar un par de horas a la sombra, nos volvimos a montar en las bicis para acercarnos a Empúries. Aquí hicimos un rápido recorrido por las ruinas grecorromanas y el pueblo de Sant Martí, antes de localizar el chiringuito playero en el que pasaríamos la noche.
Besos y abrazos:
Manuel
¡Vaya!, de las crónicas diarias que leo se me quedan en la mente, más cuestas y más cuestas,y los paisajes no paro de mirarlos intentando calcular grados de desnivel, me he venido "pa" el llano y ¡cómo me ha cambiado la perspectiva!.
¡Ánimo que ahora estáis en lo más bonico! y la feria de Albacete os espera con todo llanico llanico.
Un besete