Ciclolitoral 2010: Etapa 11 (Playa Aguieira-Playa Baraña)
Este día empezamos a rodar bastante tarde, pero hubo una razón de peso para ello: conocer personalmente a los amigos que están realizando la ruta Península 2010 (Chema y los dos Arturos, que llevaban ya tres meses y cinco mil kilómetros en sus piernas en el momento de nuestro encuentro).
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El lugar elegido fue el restaurante Minerva, situado a la entrada de la bonita playa Aguieira, donde nos regalamos una magnífica paella para reponer fuerzas mientras compartíamos nuestras respectivas experiencias. Al término de la gratificante comida, llegó la obligada despedida y retomamos el pedaleo mientras ellos reparaban la bici de uno de los dos Arturos (los kilómetros no pasan en balde...).
Porto do Son, Riveira, A Pobra do Caramiñal, Boiro, Pesqueira,... y un buen número de playas quedaron por el camino antes de que montáramos el campamento para pernoctar, una vez más, en la fresca y nublada costa gallega.
Como podemos comprobar en la correspondiente foto, el fuerte viento que soplaba en la playa de Baraña, nos obligó, de nuevo, a improvisar un apaño con el suelo-toldo para, en esta ocasión, poder cenar algo sin congelarnos.
Besos y abrazos,
Manuel
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El lugar elegido fue el restaurante Minerva, situado a la entrada de la bonita playa Aguieira, donde nos regalamos una magnífica paella para reponer fuerzas mientras compartíamos nuestras respectivas experiencias. Al término de la gratificante comida, llegó la obligada despedida y retomamos el pedaleo mientras ellos reparaban la bici de uno de los dos Arturos (los kilómetros no pasan en balde...).
Porto do Son, Riveira, A Pobra do Caramiñal, Boiro, Pesqueira,... y un buen número de playas quedaron por el camino antes de que montáramos el campamento para pernoctar, una vez más, en la fresca y nublada costa gallega.
Como podemos comprobar en la correspondiente foto, el fuerte viento que soplaba en la playa de Baraña, nos obligó, de nuevo, a improvisar un apaño con el suelo-toldo para, en esta ocasión, poder cenar algo sin congelarnos.
Besos y abrazos,
Manuel