CicloLitoral 2008: Etapa 12 (Cala Giverola-Playa Illa Roig)

Los 58 km de esta etapa pueden encuadrarse dentro del grupo de cabeza, tanto en belleza, como en dureza... Exceptuando alguna urbanización de no muy buen gusto, el resto del paisaje fue realmente bonito (sierras, playas, calas, campos, monumentos históricos, incluso, un pueblo románico). En cuanto a la dureza del recorrido fue mayor al principio y al final, librándonos tan sólo en un tramo de varios kilómetros.

A diferencia de lo sucedido hasta el momento, esa mañana no nos despertó ni el murmullo del mar, ni las primeras caricias solares, sino la algarabía formada por un grupo de cientos de gaviotas que volaron espantadas en cuanto empecé a salir del saco.

Tras comprobar los madrugones que se dan algunas personas para tomar el primer baño del día o echar la primera partida de tenis de la jornada, recogimos las cosas y empezamos a subir y bajar cuestas en dirección a Sant Feliu de Guíxol. Los desniveles eran bastante acusados y, debido a la gran belleza del paisaje, paramos en tantas ocasiones a hacer fotos que nuestras piernas sufrieron más de normal. No obstante ello, el sobreesfuerzo mereció la pena y fue recompensado con una veloz y reponedora bajada que nos llevó hasta la entrada de Sant Feliu, justo donde se alza un precioso templo cristiano que ahora sirve, en parte, de museo de la localidad. Tras acercarnos y recorrer la playa de este núcleo costero, repusimos fuerzas en el Club Náutico de la localidad y reemprendimos el camino.

En Palamós nos detuvimos a degustar un rico cuarto de sandía recién adquirido en su mercado municipal, antes de dirigirnos a la Cala de la Fosca, en la cual nos regalamos una deliciosa paella con su correspondiente siesta (tan copiosa había sido la comida, que en esta ocasión hasta el de Huelva tuvo que abandonarse en los brazos de Morfeo).

El siguiente tramo nos alejó un poco de la costa, pero nos permitió disfrutar de un reconfortante paseo rural y, más adelante, del encanto de un pueblo románico bastante bien conservado: Esclanyí .

A continuación, emprendimos una dura subida que parecía no terminar nunca y que nos condujo hasta Begur, otra de las grandes sorpresas de esta CicloLitoral.

Aunque no tuvimos tiempo de recorrer sus calles, las vistas desde sus miradores nos impresionaron tanto que la añadimos inmediatamente a la lista de localidades que algún día nos gustaría visitar con tranquilidad.

Por último, iniciamos el más empinado descenso de toda la ruta, hasta llegar a Illa Roig, la playa en la que esa noche tendríamos el placer de descansar. Si en el descenso a Calpe (2007), nuestros frenos echaron humo, en el descenso de Begur acabamos con las manos magulladas de tanto apretar las manetas. Y es que algunas de las cuestas más parecían precipicios que caminos por los que circular ( era como tirarse de cabeza hasta la playa...).

Besos y abrazos:

Manuel.