Liquidación electoral de una minoría ( by Javier Pérez Royo )
Esto es lo que se está intentando hacer. No se está ilegalizando a un
partido político, sino que se está poniendo fuera de la ley a una
minoría social, la minoría que reiteradamente se ha expresado
electoralmente votando a partidos o candidaturas de la izquierda
abertzale. Lo que se está perpetrando es la liquidación electoral de
una minoría. La liquidación de una minoría tiene un nombre. La
liquidación electoral también debería tenerlo. Es lo que se está
haciendo con la aplicación de la Ley de Partidos de la forma en que
se está practicando.
No alcanzo a entender cómo nadie se ha parado a pensar que hay entre
150.000 y 200.000 ciudadanos españoles, residentes en el País Vasco,
pero españoles, a los que se priva en la práctica del ejercicio del
derecho de sufragio. Formalmente siguen siendo titulares del derecho,
pero materialmente no pueden ejercerlo, ya que el derecho de sufragio
exige que cada ciudadano pueda ejercerlo de la manera que él
individualmente considere apropiada y no se vea forzado a ejercerlo
de la manera que los demás le imponen.
La privación del derecho de sufragio pasivo que se está practicando
con la aplicación de la Ley de Partidos no priva solamente del
derecho de sufragio a los ciudadanos que se ven afectados por la
misma, sino que priva del derecho de sufragio activo a todos los
ciudadanos que integran la izquierda abertzale y que se ven impedidos
de ejercer real y efectivamente el mencionado derecho, ya que
solamente se les deja la opción de votar a candidaturas de los demás
partidos a los que no quieren votar o de abstenerse. El limbo
electoral es la única opción real que se les deja a los ciudadanos
que integran la izquierda abertzale.
Estamos tirando por la borda toda la teoría de interpretación de los
derechos fundamentales que enseñamos en las facultades de Derecho.
Hablar de la interpretación de la ley más favorable al ejercicio del
derecho fundamental, que, según reiteradísima doctrina del Tribunal
Constitucional, es la que siempre debe preferirse, de la presunción
de ejercibilidad de los derechos fundamentales, del ejercicio del
derecho sin autorización previa, es una broma. Todo esto se está
sacrificando como consecuencia del furor persecutorio que nos posee.
Y además con palmeros de lujo que todavía consideran que se está
haciendo poco, que se está siendo tibio en la aplicación de la ley.
Porque a estas alturas del guión no me voy a sorprender de que el PP
esté machacando con el mensaje de que no se está haciendo lo que se
debe hacer y que se está incumpliendo la Ley de Partidos, pero no
está dejando de sorprenderme que ese mismo mensaje esté siendo puesto
en circulación en columnas y tertulias en las que nunca pensé que se
iba a jalear una privación de derechos constitucionales de la
intensidad de la que se está produciendo y que se iba a criticar al
Gobierno o al fiscal general del Estado por no ser lo suficientemente
entusiastas en la persecución política de la izquierda abertzale.
Sólo con el tiempo se aprende, decía Borges. Pero a veces lo que se
acaba aprendiendo ya no sirve para nada. Con el tiempo aprenderemos
que lo que se está haciendo es una barbaridad. Espero que no sea
demasiado tarde.
Mantengo la misma idea de la línea de este artículo desde que se ilegalizó Batasuna. Arrinconar al adversario políticamente podría propiciar la radicalización, más si cabe aún, de sus posturas ideológicas, ya sin salida política, o electoral, como queramos. El que tiene una idea a la postre la exterioriza, mejor que sea a través de un voto que no mediante un coctel molotov, una bala de nueve para bellum o una petaca de goma dos.
Digo yo.