UNIFORMES ESCOLARES EN COLEGIOS PÚBLICOS
"LA VERDADERA IGUALDAD SÓLO SE ALCANZA CUANDO SE ASUMEN LAS DIFERENCIAS INDIVIDUALES"
Nuestro Sistema Educativo sigue haciendo aguas mientras cada uno de sus sectores, a modo de superhéroes de película cómica, diría yo, va tapando sus grietas con ungí¼entos caseros sin más dilucidaciones que el interés personal o político. La finalización del presente curso escolar ha vuelto a reabrir en las AMPAS el debate sobre la implantación del uniforme escolar. Muchas familias quieren creer que el uniforme es una iniciativa "revolucionaria" que contribuirá a aliviar sus economías, que desmarcará las diferencias sociales evitando los conflictos entre el alumnado y de éstos con sus familias en la agilización de la rutina matutina.
¿Es posible que se dé credibilidad a estos argumentos?
¿Puede el gobierno dar el visto bueno y mantenerse al margen de estas decisiones?
¿Qué papel juega el profesorado en este asunto?
Para comenzar hemos de ser consciente que los colegios, son los lugares donde se educa a nuestros niños y niñas. Cualquier norma y modelo que se articule debe tener en cuenta, por tanto, que estamos educando. Por ello debemos preguntarnos con qué finalidad se están planteando estas iniciativas, ¿beneficia realmente a los niños y niñas? ¿no resulta extraño que se pretenda educar en la diversidad precisamente con uniformes?
Se habla de economía familiar mientras tomamos como ejemplo a los Centros privados, donde precisamente acuden los niveles sociales más altos y en donde se ha hecho una selección en función de las rentas familiares ¿quién y dónde se ha calculado este ahorro? Es ilógico hacer este tipo de cálculos cuando dependerá de las familias el número de prendas que comprarán para sus hijos e hijas, lo que traerá como consecuencia inevitable que algunos estén de estreno constantemente, mientras otros lucirán sus ropas dos tallas arriba o abajo, sucias y deslucidas por no decir raídas; luego ¿seguirán observándose diferencias? No creo que sea éste un camino educativo para controlar el gasto familiar, me inclino más a pensar que estos adultos que se decantan por el uniforme no son realmente responsables ni capaces de controlar el excesivo consumismo al que someten a sus pequeños y quieren tapar culpas con soluciones demagógicas, ocultando un deseo clasista de aparentar lo que no son.
Lo primero que sugieren los uniformes, pese a lo que se dice y precisamente por su igualdad, es la separación desde sus raíces, imponiendo un modelo para niño y otro para niña. Se elimina la peculiaridad de cada individuo, los gustos personales de cada persona, su autoestima y la afirmación del yo para diluirla en un grupo, afianzando su cohesión y vinculándose en el enfrentamiento con otros: "Somos nosotros, los del colegio tal y somos distintos." Recordemos que sólo llevan uniforme los equipos rivales en los encuentros deportivos, los militares, los cuerpos de seguridad, los ordenanzas, los religiosos (hábitos), los sacerdotes,... Siempre son grupos que quieren hacerse notar como distintos a otros.
Los niños y niñas, en su proceso educativo, están construyendo su identidad, su peculiaridad y nos piden y exigen que se la respetemos, que ayudemos a hacerlos iguales en derechos pero manteniendo sus diferencias. Para un maestro, un profesor, un educador, es muy importante tener en cuenta esa diversidad, esa peculiaridad, pero si lo que tenemos delante es la uniformidad, el uniforme, realmente se nos impone la vivencia de que todos tienen las mismas características, las mismas oportunidades, las mismas necesidades. Cualquier educación que se precie ha de respetar esa individualidad. No se aprende ni se educa desde parámetros iguales para todos sino desde el conocimiento y respeto a esas diferencias. ¿O es que queremos que los colegios sean guetos apartados de la sociedad real? A los niños y las niñas, sean quienes sean, les debemos un respeto. ¿Vamos a etiquetarlos ya desde los tres años? ¿No estamos cargando excesivamente a los niños con responsabilidades que nos les competen? Si, es exactamente lo que el adulto hace con ellos, cargarlos de responsabilidades que no les competen mientras se les libera de las que si son realmente suyas, malcriándolos y consintiéndolos. Educar no es igualar sino aceptar y valorar las diferencias respetando los derechos y haciéndoles responsables y partícipes en su promoción.
Los adultos, como ya no se nos pueden imponer estas formas de impersonalidad, no vestimos uniformes. Al contrario se nos ofrecen mil modas para que vayamos cambiando y cada uno escoja sus peinados, trajes, corbatas, cinturones y camisas,...Quizás sea así porque ya estamos dominados, ya nos hemos acostumbrado a ser manejados por el sistema y creemos que somos libres sometidos a la tiranía.
Pero no son los padres y las madres los únicos responsables, son las administraciones públicas que lo permiten e incluso lo defienden mientras exige al profesorado educar en la diversidad, en la igualdad de géneros, en la convivencia pacifica, aún a sabiendas de que ambas actuaciones son contradictorias. Es de vergí¼enza esta actitud de vaivén del gobierno que no se preocupa de los verdaderos problemas de la educación en nuestro país y mucho menos de buscar soluciones loables al fracaso escolar o a la indisciplina y encima traiciona a los verdaderos responsables de la educación con el anonimato, el chantaje o las miserables dietas.
Uniformes...No, gracias, bastante uniformadas están ya las neuronas de los chavales como para darles un envoltorio de sastre.