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Y se quedan tan anchos

No hay que magnificar la profesión de actor o director de cine, ni de cualquiera de los otros oficios que intervienen en la elaboración de películas y que reciben el premio de la Academia de Cine. Por ser artistas o, más o menos, populares no merecen ninguna consideración que no merezca, en principio, cualquier otro. Lo que pasa es que los otros (profesores, médicos, abogados, jueces, taxistas, camioneros o personal de las compañías de vuelo, por ejemplo) no tenemos más posibilidad de mostrar nuestro desacuerdo en cualquier tema que manifestarnos o ponernos en huelga. Algunos dirán que también podemos votar: sí, obviamente, cada cuatro años, sin derecho casi a opinar hasta cuatro años después, y sin posibilidad de pedir reclamaciones cada vez que nos sentimos defraudados. Sí, podemos esperar cuatro años y si sobrevivimos podemos votar a otro partido de los que se presentan. Algún cretino dirá que si no nos gusta ninguno, podemos crear otro partido. Sí, ya. A lo que iba: el caso es que estos señores que se dedican al mundo del cine sí han podido expresar sus opiniones en un evento que, por su importancia más o menos discutible como espectáculo, ha sido televisado en directo. También televisan a un grupito de jóvenes borrachos cantando estupideces cuando ganan una copa de fútbol, así que no nos vamos a rasgar las vestiduras por ello. Además, sus intervenciones (las de la entrega de los premios de cine) han aparecido una y otra vez en algunas cadenas de televisión. Lo que quiero decir es que si una espectacular Maribel Verdú, al ir a recoger su premio por su fantástica interpretación en la película "Blancanieves", ha manifestado que se solidarizaba con los miles de afectados por los desahucios, no ha hecho nada extraño sólo por ser ella, sino porque a ella se le ha ofrecido la tribuna para hacerlo.

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No sé si ella presuponía que toda la miseria de este país le iba a caer encima como lo ha hecho. Algo se imaginaría, por ejemplo, cuando hace unos años a su compañero de profesión Guillermo Toledo se le echaron encima los mismos perros de presa por oponerse a la llamada "guerra de Irak" y a la participación de su país en ella.
Tampoco se crean que a ella le importará demasiado que estos señores y señoras de los medios afectos al régimen utilicen contra ella argumentos que bien mirado son hasta divertidos, como que hace unos años protagonizó un spot televisivo de un grupo de bancos. Sí, es divertido. Me recuerda cuando tenía yo unos quince años y me dijeron que Ana Belén era una noséqué porque había pisado la bandera de España en público. Sí, pensé y qué tiene que ver eso con su vida más o menos promiscua sexualmente. Además lo más divertido es que eso había pasado en una obra de teatro, creo que de Arrabal. Ya a tanto no llego. Lo divertido es que el familiar que me lo decía ve la programación completa de Intereconomía, y no para reírse. Lo digo porque es ese el mismo tipo de medios que se les echa encima a los actores. Lo que más me llama la atención es que debe estar muy mal solidarizarse con los afectados por los desahucios. Habría que preguntarle a cada uno de estos fantásticos tertulianos y opinadores qué opinan al respecto.
También está mal, según ellos, que Candela Peña, antes aplaudida por estos mismos medios porque recogió un premio en Cataluña con un texto de agradecimiento en castellano, denuncie el drama que se está viviendo en la Sanidad Pública y que no se está inventando nadie (ahí están los profesionales en la calle donde pueden y les dejan). Es patético que el director del hospital salga a decir que es mentira: que en su hospital cada enfermo tiene un litro y medio de agua al día. Y se queda tan ancho. ¡Qué país!
En Alemania, una ministra dimite por un plagio en la tesis doctoral. Aquí el ministro de Hacienda, tras negar una y otra vez que el extesorero del PP, Luis Bárcenas, se hubiera acogido a la recientísima amnistía fiscal decretada por su partido, ante las pruebas manifiestas de que sí lo hizo, argumenta brillantemente que no fue él, sino la sociedad que operaba con sus 22 millones de euros (ganados por su habilidad personal con la Bolsa: ¿bolsa? ¿no eran sobres?). Bien, pues este mismo ministro de Hacienda, Montoro -un tipo de fiar, miembro de un partido de fiar también- va y deja caer que los que no tributan en España son algunos de esos profesionales del cine, sin decir quién o quiénes son, dejando caer sobre todos el fantasma de la inspección. Y se queda tan ancho. ¡Qué país!
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Lola Campillo
Lola Campillo dice:
22/02/2013 22:02

Me ha encantado el análisis que haces del evento de la Academia del Cine. "Y se quedan tan anchos"..sí pero demuestran su enorme enojo al no poder controlar a estos " descarados" artistas...no pueden, afortunadamente, controlarlo todo y menos el espíritu crítico.