Mi jardín
(A Manuel Moya)
En mi jardín, junto al monte San Ginés,
crecía un lilo. Me gustaba
regarlo cada día,
pero más me gustaba
sentarme junto a la ventana
y leer mis poemas. Entendía
que no me estaba escuchando.
No estoy loco, no es eso,
pero la poesía es un tema muy duro
si estás solo, y si no se está solo, no es poesía.
Una vez me topé con un poeta
que me estuvo enseñando
a cuidar el jardín.
Hay que tratarlo con cariño.
Recuerdo que me pidió una azada
y se puso a darle palos a las enredaderas.
No permitas que crezcan los hierbajos
o te volverás loco "me decía.
Yo asistía sentado
al espectáculo dignísimo
de aquel poeta
que ya formaba parte del jardín.
Estuvimos hablando sobre islas:
Nada te costará aceptar que acaso sea
la isla más hermosa de la Tierra.
"dijo de Tenerife.
Y eso que aún no sabía
que mi vida permanecía allí.
El lilo seguía creciendo.