Luis García Berlanga
Esto no me está gustando nada. Cuando empecé este blog quería hablar de las personas que más me interesaban. Ya he dicho que lo que más me gusta es que me cuenten historias. Y siempre hay alguien que está dispuesto a hacerlo. Mi agradecimiento es infinito. Libros, películas, música, fotos. Parafraseando a José Luis Piquero: os debo lo que soy. Pero siempre supe también que incluso estos señores tienen la horrible costumbre de morirse. Ayer murió Luis García Berlanga. El autor de Bienvenido, Mister Marshall, Calabuch, Plácido o El verdugo debería estar en la historia del cine por cualquiera de estas películas. Por las cuatro, y alguna más, ha de tener un lugar de honor. Y no hablo sólo del cine español. Me gustaba especialmente cuando dirigía al grandísimo Pepe Isbert. Hoy he visto que los políticos que nunca lo entendieron hablan bien de él. Todos hablan bien del artista cuando fallece, incluso los que lo evitaron en vida.
En realidad Berlanga comenzó a morir en 2002, con la muerte de su hijo, Carlos Berlanga, otro de los grandes de los últimos años del siglo pasado. Ambos fueron hombres que no ocultaban sus pasiones ni sus ideas: hombres libres. Siempre digo que los hombres libres son incómodos mientras están vivos y suben a los altares cuando mueren. Mal sitio le espera.
En el cine español hay otro hombre que debería tener más relevancia. Deberían, al menos, dejarle hacer sus películas: Víctor Érice. Cuando me enteré de que su proyecto de llevar al cine El embrujo de Shangai cayó en manos de Fernando Trueba, no me lo podía creer. O sí. Cuando vi la película mis peores presagios se hicieron realidad. El guión original de Erice está disponible, o lo estaba. Ya no sé. Desde 1992 no ha vuelto a poder hacer largometrajes. Es más considerado fuera de España que en su país, pero a quién le extraña ya esto.
Cuando Berlanga supo que su muerte era inminente se prestó a hacer un spot publicitario de Médicos sin Fronteras. Hay quien piensa que es una manera de salvar vidas. Hay quien piensa que es también una manera de resucitar.
Quería suscribir aquí tu comentario lateral a propósito de Erice y "El embrujo/La promesa de Shangai". El guión de Erice era maravilloso, mágico. ¿Se podría decir que, al leerlo, veías su película? Yo mismo pensaría que aquella sensación que vivía al leer ese libro era sugestión... si no fuera porque decir eso casi equivale a negar mérito a la mano maestra de Erice. Leer ese guión es sin la menor sombra de exageración un modo de ver la película que nunca pudo rodarse (una muy diferente, en otra dimesión, por comparación con aquello que rodó finalmente Trueba: no sé cómo se atrevió).
Salud Rafa. Es un placer leer tus artículos en El Correo de Andalucía; sigo tus recomendaciones (por ejemplo sobre Bryce, nunca he leído nada de él).