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Javier Marías y el Premio Nacional de Narrativa 2012



En 2010, el artista conceptual y hasta entonces desconocido para mí, Santiago Sierra fue premiado con el Premio Nacional de las Artes y lo rechazó. Es cierto que el Premio estaba muy bien justificado: "por su obra crítica, que reflexiona sobre la explotación y la exclusión de las personas, y genera un debate sobre las estructuras de poder". No creo que el artista tuviera demasiado que objetar a esas palabras. Es más, diría que se define con absoluta precisión el objetivo de su obra. Y no se trata de la típica ristra de tópicos que solemos encontrar en las justificaciones de estos premios. Sí, es cierto. Pero entonces, ¿cómo iba a aceptar un premio institucional cuando son esas propias instituciones las que permiten, cuando no favorecen y promueven, esa misma explotación y exclusión de esas personas que, además para más inri, somos todos nosotros? Hay algo más, aunque no creo que esto le importara demasiado a Santiago Sierra: la repercusión de ese rechazo fue enorme. Todos los medios se hicieron eco de él y alguna de sus obras, especialmente Los Penetrados, apareció reseñada en lugares donde de otra forma no hubiera aparecido, y el debate fue mayor, muchísimo mayor, que el que hubiera recibido la aceptación del premio. Yo, por ejemplo, tendría que mirar si estuviera interesado en saber quién recibió ese mismo premio en 2009 o en 2011, o en 2012, si es que ya lo han dado.

Ahora, dos años después, creo que es la primera vez que un autor rechaza un Premio Nacional de Narrativa. (El caso de Andrés Boadella, también escritor, sí, fue diferente. Fue únicamente por motivos partidistas). Se trata de Javier Marías, que lo ha recibido por su última novela: Los enamoramientos. La noticia ha generado una serie de recuerdos y reflexiones, que paso a resumir a continuación:

Uno. (Pero en realidad sería, más bien, un paso previo, un menos uno). Javier Marías es el narrador español vivo que más me interesa. Podría incluso decir que es el narrador vivo que más me interesa con diferencia. Desde que hace muchos años, o no tantos, según se mire, leí Todas las almas, la que aún considero su mejor novela, he ido leyendo todo lo que ha salido con su nombre con visos de novedad: lo anterior y también lo posterior; las colecciones de artículos que hace unos años eran motivo de gozo y semillero para reflexionar y que, actualmente, ya no lo son tanto; las traducciones tanto de prosa como de poesía: Sterne, Stevenson...; los libros -bueno, no todos pero sí bastantes-, de la editorial Reino de Redonda; e incluso los libritos dedicados a sus iconos Nabokov y Faulkner, con fotos y problemas de ajedrez, (¡qué gozada!), y algún poema. Quizás sería ya demasiado exagerado decir que he seguido a partir de sus consejos a Juan Benet, porque sí, llegué a Benet por su consejo, pero permanezco en él por su propio interés. También me ha animado a repasar algunas películas con renovado interés (El fantasma y la señora Muir -lo de mi casiamor por Gene Tierney o Lucy Muir es también independiente de Javier Marías, creo-, Blade runner...) Es un caso curioso que me recuerda al de su mayor, Borges, y al de su menor, Bonilla, que quizás hayan sido los otros dos narradores que más me han influido en mi periodo aún inconcluso de formación. ¿Qué hasta cuándo me va a durar ese periodo de formación? ¡Quién lo sabe!

Dos. Hago hincapié en que Javier Marías me parece una persona muy peculiar. Eso es muy positivo porque no lo veo como un autor lejano, sino que casi siento cómo respira en cada uno de sus textos. Y no siempre comulgo con sus ideas y con sus actos que siempre son, es cierto, muy sonados. Pero siempre consigue darles un eco del que otros autores con mayores gabinetes de imagen e ingresos más suculentos, no alcanzarán jamás. Por ejemplo, recuerdo el caso de la película de Gracia Querejeta: El último viaje de Toby Rylands, para la que compró los derechos de su ya mencionada novela Todas las almas. Una vez cobrados los derechos, que entonces ya eran bastante suculentos, vio la película y estalló en cólera, probablemente porque no reconocía su novela. ¿Qué esperaba? A mí la película me gustó, pero tampoco reconocí la novela de Marías. Sí algo del ambiente, sí, quizás. El desencuentro desembocó en juicio y parece que ahora está ya olvidado. La película lo está, al menos, y la directora que parecía tener una carrera brillante por delante, aunque sólo fuera por sus conexiones con el mundo de la industria cinematográfica, no ha levantado cabeza. Bueno, parece que últimamente sí lo está haciendo y yo que me alegro porque ya digo que me gustó.
Otro hecho significativo de su biografía intelectual fue el abandono de la editorial Anagrama y el paso a Alfaguara. Ya había pasado antes y, posteriormente también volvería a pasar, pero nunca ocurrió con tanta música de fondo. Lo cierto es que Javier Marías pasa a convertirse en el banderín de enganche de su nueva editorial, cuando ya es figura indiscutible en España y en toda Europa, ya había sido avalado por Reich Reinicki como uno de los grandes europeos vivos, e iba camino de ser lo que actualmente es. Probablemente no será el escritor de Alfaguara que más venda, pero sí con diferencia el más prestigioso y así se hace valer en su nueva casa. Cualquier capricho de Marías es una orden para la nueva editorial que se encarga de mil maneras de hacer que su nueva prima donna se sienta a gusto, porque realmente eso es lo que echaba en cara el propio Marías a Anagrama, parecía que con Herralde no se sentía suficientemente valorado. Alfaguara no es sólo Alfaguara, es la potentísima máquina del todopoderoso grupo PRISA. Y no hay ni un becario del grupo en España e Hispanoamérica que no sepa que está al servicio del autor favorito. Todo eso es normal, muy normal. Cada empresa utiliza sus engranajes y servicios para que sus estrellas se sientan a gusto. Lo curioso es cómo responde a esto la crítica. Y tampoco es tan curioso para cualquiera que conozca medianamente cómo funciona la crítica de literatura en nuestro país. Hace unos años lo decía Constantino Bértolo en La cena de los notables: da igual el medio, desde los poderosos suplementos de los periódicos, hasta la más discreta hojilla parroquial de cualquier pueblo, todos siguen el mismo patrón. Uno de esos parámetros es no cuestionar en ningún sentido a algunos intocables: Javier Marías es uno de ellos.

Tres. Tras la ya citada y valorada Todas las almas; tras Corazón tan blanco y tras Mañana en la batalla piensa en mí; tras la maravillosa e inclasificable Negra espalda del tiempo; tras la ambiciosa trilogía Tu rostro mañana que continúa desarrollando la voz tan poderosa de Todas las almas; tras todas ellas por separada y tras todas juntas, aparece el divertimento Los enamoramientos, que no es ni de lejos una de sus mejores obras, aunque su prosa continúe sonando como música para nuestros oídos, y resulta que el engranaje de la editorial, y del grupo que la respalda, hace que el conjunto de sus críticos la considere el mejor libro publicado en España el año 2011, según el suplemento Babelia. Cada año, cincuenta críticos de Babelia, este año cincuenta y siete, elaboran una lista en la que cada uno de ellos vota a diez libros por orden de preferencia y, además, se publica cada una de las listas individuales. O también se trata de los libros que mencionan más veces de entre las novedades del año. Pero un asunto diferente es el Premio Nacional de Narrativa. Otras veces había comentado el asunto. Recuerdo que con Mañana en la batalla piensa en mí llegamos a la conclusión de que ya nunca le darían el premio a Javier Marías que, en ese momento sí lo merecía. Y no se lo darían, pensábamos, por motivos personales, por cuestiones de empatía entre el -entonces- "joven Marías" y el estamento crítico-académico. Se puede considerar como una restitución de un derecho negado al autor otros años. Por otra parte es un premio relativo: el mejor libro de narrativa del año. La pregunta sería: ¿hay alguno incuestionablemente mejor?

Cuatro. En realidad no es tanta la noticia que Javier Marías haya obtenido el Premio Nacional de Narrativa, sino el que lo haya rechazado. Y que lo haya rechazado por varias causas: la disconformidad con las políticas culturales de estos últimos años. El autor ha señalado que si el gobierno hubiera sido del PSOE, también lo habría hecho igual. Es una lástima, pensarán en Alfaguara y en su matriz, PRISA, donde podrían haber usado el rechazo del premio para atacar al actual gobierno del PP. No dudo de que lo usarán y con razón, porque en sus artículos, Javier Marías pone mucho énfasis en cómo estos señores se están terminando de intentar cargar la Cultura. Igual que todas y cada una de las bases del estado. Y no hablo de "estado del bienestar": del estado. No lo van a conseguir, claro, pero por ellos que no quede, y se llevarán por delante todo lo que haga falta. A mí me parece genial el rechazo y espero que algo salpique al PP y ojalá también lo haga con el PSOE. Aunque lamentablemente me parece que el que saldrá más perjudicado de todo esto será el propio autor. No ahora, claro. Ahora todo serán palmaditas en la espalda, pero cuando esto se olvide sacarán la libreta de faltas y no se lo perdonarán. Los medios de la caverna, ABC y La Razón especialmente, ya están lanzando su, eso sí, débil artillería contra él. En su estrechez absoluta de miras sólo ven la afrenta al PP, por rechazar la migaja que estos han soltado.

Cinco. ¿Pero cuáles son las causas más profundas del rechazo? Un primer aspecto que hay que considerar es que Javier Marías no necesita los 36.000 euros del premio. O al menos no lo va a compensar volverse atrás en todas sus referencias en contra de las políticas culturales de este y de los anteriores gobiernos por esa cantidad. En España debe ser uno de esos autores de los que se dice que están en disposición de rechazar la oferta de "presentarse" al Planeta, simplemente porque ganan más con cualquier libro que lo que ganarían con dicho premio, y sin las ataduras que haberlo aceptado conlleva durante varios años. ¡Ay, si Cela o si Bryce Echenique lo hubieran sabido! (Aunque lo cierto es que a Cela todo aquello le dio lo mismo, pero Bryce ya no volverá a ser el mismo). También si Torrente Ballester no hubiera necesitado el dinero del Planeta, se habría ahorrado la publicación de novelitas que tanto le avergonzaron en los últimos años de su vida. Pero a lo que vamos: Marías no necesita ese dinero. Sus ventas en España, en América (del norte y del sur), en toda Europa (en Alemania vende más que en España, en Inglaterra está en la colección de clásicos de la Penguin junto a Lorca y a Borges, como bien se encargó su grupo mediático de publicitar hace unos meses). Pero hay algo más: su padre fue el filósofo Julián Marías, uno de los discípulos aventajados de Ortega y permanentemente ignorado por los premios institucionales. No es extraño que el hijo los rechace ahora. Porque algo parecido ocurrió con su reconocido "padre narrativo", Juan Benet, que tampoco obtuvo ninguno de estos galardones.
Todavía si Javier Marías rechazara este premio pero se dedicara a dar conferencias por los institutos Cervantes del mundo, o por los CAL de cada Comunidad Autónoma, podríamos hablar de un audaz rechazo puntual y oportunista a una distinción de las instituciones del Estado que lo alimentan, pero no es así. Hace ya bastantes años que Marías ha dejado de hacer este tipo de bolos para pena y pasmo de sus lectores. En fin, lo que está claro es que los Premios Nacionales de Narrativa anteriores, Cercas y Giralt Torrente no obtuvieron con ellos ni por asomo la repercusión que ha obtenido y aún obtendrá Javier Marías habiendo rechazado el Premio Nacional de Narrativa por su última novela, Los enamoramientos, (Alfaguara, 2011).
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Maria Fda Gonzalez
Maria Fda Gonzalez dice:
03/11/2012 10:33

Todavía me acuerdo de cuando fuimos a oírlo a San Hermenegildo

Rafael Suarez Placido
Rafael Suarez Placido dice:
03/11/2012 21:02

También lo recuerdo (con una enorme sonrisa).