El pasado
Hasta los once años cada verano los mismos sitios
que visito ahora lejos de todo:
Las Canteras la calle Triana el barranco
si pudiera escoger dónde vivir
pensaría en el número cinco de una calle
que sube de la plaza Santo Domingo
en Vegueta
la calle Pedro Díaz
lugar de mis veranos de fogones antiguos
techos altos olor a cilantro recuerdo
algún concierto en la radio los domingos
¡qué niño más raro!
Anna, how hard is your love!
el olor a pan bizcochado
y aguacates de verdad no como ahora
de espaldas al mundo de cara al amor
desafiando al peligro
sí
un niño raro
algunas veces el agua racionada
eran otros tiempos ¿quién dice
que ya no volverán?
quien no volverá (eso seguro) es la tía Concha
con el rosario que le hice en el colegio
a los pies de su cama
año tras año a los pies de su cama y el piano
que nunca sonaba que no recuerdo haber escuchado sonar nunca
y no sé si lo invento ¿qué es la verdad al fin y al cabo
sino la sucesión de sueños que aún no me abandonaron?
pero tenía el teclado siempre
cerrado con llave
tampoco volverá el tío Perico
con lo que le gustaba llevarnos al fútbol
ni Carnevali - Brindisi - Germán ni Tonono
ni los caramelos de café con leche
¡qué bien sabían!
un día a la semana bajábamos a su casa y no recuerdo
qué hacíamos pero sí que nos gustaba
igual no hacíamos nada y era esa paz
todo aquello era tan distinto
casas enormes techos altos y paredes interminables
que podría llenar de libros
el piano y una bañera antigua
blanca
de película
con cuatro patas muy kitsch
entonces nos parecía vieja
donde parecía que iba a llegar una mujer
no sé si realmente hermosa
pero el caso es que sigue pareciéndomelo
con más de sesenta años
a llenarla y a enjabonarte
los dormitorios me asustaban
realmente no eran tíos míos
sino de mi madre: míos y de mi madre.
busco un lugar para vivir con mis libros
no adivino el futuro ni el presente
no sé si lo que hoy es verdad lo será también mañana
que visito ahora lejos de todo:
Las Canteras la calle Triana el barranco
si pudiera escoger dónde vivir
pensaría en el número cinco de una calle
que sube de la plaza Santo Domingo
en Vegueta
la calle Pedro Díaz
lugar de mis veranos de fogones antiguos
techos altos olor a cilantro recuerdo
algún concierto en la radio los domingos
¡qué niño más raro!
Anna, how hard is your love!
el olor a pan bizcochado
y aguacates de verdad no como ahora
de espaldas al mundo de cara al amor
desafiando al peligro
sí
un niño raro
algunas veces el agua racionada
eran otros tiempos ¿quién dice
que ya no volverán?
quien no volverá (eso seguro) es la tía Concha
con el rosario que le hice en el colegio
a los pies de su cama
año tras año a los pies de su cama y el piano
que nunca sonaba que no recuerdo haber escuchado sonar nunca
y no sé si lo invento ¿qué es la verdad al fin y al cabo
sino la sucesión de sueños que aún no me abandonaron?
pero tenía el teclado siempre
cerrado con llave
tampoco volverá el tío Perico
con lo que le gustaba llevarnos al fútbol
ni Carnevali - Brindisi - Germán ni Tonono
ni los caramelos de café con leche
¡qué bien sabían!
un día a la semana bajábamos a su casa y no recuerdo
qué hacíamos pero sí que nos gustaba
igual no hacíamos nada y era esa paz
todo aquello era tan distinto
casas enormes techos altos y paredes interminables
que podría llenar de libros
el piano y una bañera antigua
blanca
de película
con cuatro patas muy kitsch
entonces nos parecía vieja
donde parecía que iba a llegar una mujer
no sé si realmente hermosa
pero el caso es que sigue pareciéndomelo
con más de sesenta años
a llenarla y a enjabonarte
los dormitorios me asustaban
realmente no eran tíos míos
sino de mi madre: míos y de mi madre.
busco un lugar para vivir con mis libros
no adivino el futuro ni el presente
no sé si lo que hoy es verdad lo será también mañana